Alemania se abre a excluir el gas del sistema de fijación de precios de la luz

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

FILIP SINGER | EFE

Recupera la medida que defendían España y Francia por miedo a que su industria no pueda asumir los costes energéticos

28 ago 2022 . Actualizado a las 17:09 h.

El Gobierno alemán planea dar un volantazo a su política energética. Las cuentas no le salen. Por eso estudia la posibilidad, a medio plazo, de desvincular el precio del gas del sistema de fijación de precios de la electricidad —el denominado sistema marginalista—. Quiere evitar que la subida desorbitada de la cotización del hidrocarburo, en máximos históricos, se contagie a todas las fuentes de generación, según informó este sábado Efe.

El sistema vigente, en toda Europa, determina que es la última tecnología en entrar a abastecer la demanda de hogares y empresas la que marca el precio en el mercado mayorista, de tal forma que, si las plantas de ciclo combinado —utilizan gas en su proceso de generación— se ven obligadas a verter a la red, serán estas las que determinen a qué precio cobran el resto de tecnologías, incluidas las renovables.

El mecanismo fue diseñado en origen para incentivar la expansión de energías limpias. Pero la guerra en Ucrania y las sanciones posteriores a Rusia, han resquebrajado su funcionamiento. El conflicto puso de relieve la enorme dependencia de la Unión Europea, y más concretamente de Alemania, del gas ruso, y la insuficiente penetración de renovables para poder desplazar por completo el hidrocarburo del mix energético. No hay fuentes alternativas a corto plazo y eso, junto con el recorte drástico del suministro de gas decretado por el Kremlin, ha disparado el precio de la electricidad en Europa.

 

Y es en este contexto, en el del miedo a que la industria alemana entre en recesión y pierda competitividad, en el que el Gobierno alemán ha decidido aparcar todas sus reservas y abrazar la propuesta que defendieron ya en el mes de marzo Ejecutivos como el español, el francés o el belga.

En su momento, Berlín se opuso a introducir cambios, de igual forma que lo hizo la Comisión Europea y la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER). Advirtieron de que no aceptarían «ninguna medida que entre en conflicto con el mercado interior de gas y electricidad, por ejemplo una reforma ad hoc del mercado mayorista de la electricidad».

¿Qué ha pasado desde entonces? Las cosas han cambiado radicalmente. Ahora es Alemania, y no España o Portugal —mantienen un tope al precio del gas gracias a su situación de isla energética en la UE—, la que necesita de forma imperiosa frenar el precio de la electricidad, viciado por la cotización del gas. De no hacerlo, podría desembocar en cierres industriales y una inflación mucho más alta de la actual (8,5 %).

El presente es complejo, pero lo que más preocupa en Berlín es sobrevivir al invierno.

Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, los mercados a futuros de la electricidad anticipan precios de 993 euros el megavatio hora (MWh) para Alemania a final de año. En el primer trimestre del 2023, alcanzarán el umbral de los 1.289 euros, lejos, eso sí, de los casi 2.000 euros que van a tener que pagar las comercializadoras francesas. Estas cotizaciones podrían dispararse si, tras la parada técnica de tres días del Nord Stream —del 31 de agosto al 2 de septiembre, incluido— el gasoducto por el que Rusia bombea gas a Alemania no reanuda la actividad.

La propuesta forma parte de un plan del Ministerio de Energía y Protección del Clima, cuyo titular, el ecologista Robert Habeck, ha acelerado la búsqueda de alternativas al gas ruso. Para ello, no ha dudado en recurrir a la quema de carbón o a la compra de gas noruego. Por el momento ha conseguido reducir su dependencia del hidrocarburo ruso del 55 al 15 %.

Nada librará a hogares y empresas alemanas de tener que pagar un suplemento a partir de octubre para cubrir el 90 % de los sobrecostes de los importadores de gas hasta el 2024. Una medida que encarecerá en al menos 480 euros la factura anual de la luz de cada familia y que se está revisando tras revelarse que podría beneficiar a empresas que ya tienen ganancias.