La familia Borbón hizo públicas sus condolencias a través de un telegrama y en un acto institucional en Sevilla
09 sep 2022 . Actualizado a las 08:23 h.Con un caluroso telegrama redactado en un muy correcto inglés. Así fue la primera muestra de pesar del rey Felipe VI ante la muerte de su «querida tía Lilibet». El comunicado del monarca, publicado en las redes sociales y en la página web de la Familia Real, destacó por sus formas contenidas pero impecablemente emotivas. Escrito en primera persona y dirigido al «queridísimo Rey Carlos», el texto puede considerarse la primera interlocución oficial entre el portador de la corona del Reino de España y el recién ascendido Carlos III. «La añoraremos con cariño», cierra.
Después del comunicado, el monarca también aprovechó su aparición pública en el acto conmemorativo del quinto centenario de la vuelta al mundo de Elcano y Magallanes para dejar constancia de su cariño por la reina fenecida. Entonces sí, llegaron las declaraciones grandilocuentes, a la altura de la incalculable relevancia histórica y política de la homenajeada.
«Isabel II será recordada como una de las mejores reinas de todos los tiempos», aseguró Felipe VI bajo el rutilante cielo de la noche sevillana. Seguidamente, declamó solemne una larga lista de virtudes, donde incluyó «dignidad, sentido del deber, coraje y entrega».
El fallecimiento repentino de la que hasta hace un puñado de horas fuera la cabeza de la longeva dinastía Windsor ha desencadenado, como era de esperar, innumerables reacciones a lo largo y ancho del mundo. Los líderes y figuras públicas unen sus palabras de pésame al sentir colectivo de lamentación. En España, los cabecillas de los dos principales partidos tardaron apenas una hora en hacerse eco de la impactante nueva.
«Mis condolencias a toda la familia real, al gobierno y a la ciudadanía de Reino Unido y la Commonwealth por el fallecimiento de la reina Isabel II», rezaba el tuit publicado por Pedro Sánchez en su cuenta oficial.
El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, aseguró que la reina Isabel II «cumplió con su deber hasta el último instante» y que «dio estabilidad al Reino Unido». Son casi incontables los ríos de tinta que se han vertido en apenas unas horas para decirle adiós al rostro que marcó el devenir de la historia moderna en el continente europeo.
Artistas, políticos, activistas, diplomáticos, periodistas y un larguísimo etcétera. Toda la esfera pública ha entonado un réquiem a coro en homenaje a una de las últimas grandes lideresas del siglo XX que seguía en activo. Casi setenta años de servicio público que han culminado con un aplauso general. Incluso los habituales detractores han reconocido el innegable peso de la que portó durante décadas una de las coronas más antiguas del mundo. Un testigo activo del continuo cambiar humano.
