La monarca que pudo reinar en unas Tierras Altas independientes

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

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La familia real en el castillo de Balmoral en el verano de 1960.
La familia real en el castillo de Balmoral en el verano de 1960. STR | EFE

Isabel II fue testigo de la etapa en la que Escocia consiguió su Parlamento regional y reclamó la separación del Reino Unido

12 sep 2022 . Actualizado a las 08:21 h.

Isabel II tenía ascendencia escocesa porque estaba vinculada a la casa Estuardo. Sus progenitores compartían un antepasado común: Roberto II, rey de Escocia. Su padre, Jorge VI, descendía directamente de Jaime VI de Escocia. Y su madre, de los Bowes-Lyon, condes de Strathmore, cuya línea sanguínea estaba unida a sir John Lyon, thane de Glamis, quien se casó con la hija de Roberto II en el siglo XIV.

Desde pequeña, sus vacaciones con la familia transcurrieron en el castillo de Balmoral. Un lugar construido por la reina Victoria, su predecesora como monarca más longeva de Inglaterra. Y en la ciudad de Aberdeen, a punto de cumplir la mayoría de edad, dio su primer discurso elogiando a los marineros y pescadores escoceses, de quienes «depende nuestra existencia».

La corona escocesa dejó de ser independiente en 1603, fecha en la que se unió a la inglesa tras la muerte de Isabel I, predecesora en nombre de la fallecida monarca. Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia heredó ambos reinos. El nombre que escogió la soberana de los Windsor no gustó a los escoceses, dado que no había precedentes de ninguna Isabel en la monarquía de Escocia, lo que fue interpretado como un gesto de distanciamiento.

Sin embargo, los gestos de la reina con la tierra de los clanes fueron enormes en cariño y valor político e histórico, lo que le granjeó una excelente relación con las gentes de Escocia y sus instituciones. En 1960, se convirtió en la primera monarca en visitar las islas Shetland, famosas por su whisky y sus perros pastores. Era la primera en hacerlo desde el rey vikingo Hakon Hakónarson, allá por el siglo XIII.

Durante los años posteriores de su reinado, se comprometió enteramente con la nación norteña. Bautizó el buque Queen Elizabeth junto a una multitud de naves militares que se botan en Escocia y también puso su nombre al hospital universitario de Glasgow.

Además, fue la encargada de inaugurar el primer Parlamento de Escocia en el año 1999, 300 años después del último que estuvo activo tras los reclamos de soberanía de sus ciudadanos. «Confío en el buen juicio del pueblo escocés, tengo fe en su compromiso con su servicio y confío en el futuro de Escocia», enunció en su discurso.

También estuvo presente en la inauguración de la nueva sede del Legislativo, diseñado en el 2004 por el arquitecto español Enric Miralles. Su marido, el duque de Edimburgo, la acompañó siempre en la apertura del Parlamento. Su visita más reciente fue en octubre del 2021, ya sin su esposo, de cuya ausencia se lamentó la ministra principal, Nicola Sturgeon. Entonces, dedicó un mensaje a los escoceses con el afecto que siempre les profesó: «A menudo, se dice que son las personas las que hacen un lugar, y hay pocos lugares donde esto sea más cierto que en Escocia».

La reina, a pesar de un inicio ligeramente errático, supo ganarse el cariño de todos los escoceses. Incluso de los más nacionalistas. En el referendo del 2014 por la independencia de Escocia, mantuvo su silencio habitual en cuestiones de política. Y cuando Sturgeon solicitó una segunda consulta lo primero que prometió a Isabel II es que seguiría reinando sobre una Escocia independiente. «Es la política de nuestro partido que la reina y sus sucesores sigan siendo jefes del Estado», dijo.

Isabel II permanecerá unos días en la tierra con la que tan íntimamente estuvo unida. Sus restos descansarán en la catedral de Saint Giles, cuya cúpula tiene forma de corona tras pasar una jornada en Holyrood, el ancestral hogar de los monarcas escoceses que sucedió en vida.