¿Por qué el precio del diésel se mantiene más caro que el de la gasolina?

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

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Bienvenido Velasco | EFE

La brecha entre ambos carburantes se amplía hasta superar los 13 céntimos. Los expertos advierten que el déficit de gasoil se puede agravar en el 2023

23 sep 2022 . Actualizado a las 08:05 h.

El precio de la gasolina lleva unas semanas proporcionando un respiro a los conductores españoles. Tras los máximos alcanzados a mediados del mes de junio, este carburante se dispensaba esta semana a 1,683 euros el litro, según los últimos datos del geoportal del Ministerio para la Transición Ecológica. Eso, sin tener en cuenta el descuento de (al menos) 20 céntimos por litro que deben aplicar todas las estaciones de servicio desde el pasado 29 de marzo, una medida que el Ejecutivo de Sánchez prevé mantener hasta el 31 de diciembre. Esa es la última fecha oficial y la que por el momento permanece en vigor, aunque el Gobierno ha abierto la puerta en más de una ocasión a extender la ayuda en función de cómo se encuentre el mercado.

Una vez aplicada la rebaja, acercarse estos días a llenar un depósito medio de 50 litros de gasolina 95 supone invertir unos 74 euros, frente a los más de 96 que costaba realizar el mismo gesto a mediados del mes de junio, cuando el litro se pagaba a la friolera de casi dos euros.

Pero el alivio no es el mismo para los conductores que viajan en un coche diésel. La rebaja que registran sus facturas no es tan palpable como la que disfrutan quienes tienen un vehículo de gasolina. De hecho, estos días los monolitos de las estaciones de servicio muestran una realidad que, hasta hace poco, era impensable: el precio del litro de diésel supera con creces al de la gasolina 95. Se vende concretamente a una media de 1,82 euros. Una vez aplicada la bonificación mínima de 20 céntimos, llenar un depósito de 50 litros requiere sacar de la cartera unos 81 euros, casi siete más que si se hace con gasolina 95.

 

Los expertos aseguran que hay muchas razones que están arrastrando al diésel a esta espiral. Pero, sin duda alguna, la guerra que se libra en Ucrania es la que más está impulsando los precios.

Explican fuentes de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) que siempre se tiende a mirar a la cotización del petróleo para comprender el comportamiento de los precios de estos dos carburantes. Pero no es lo único que hay que mirar. «En realidad, lo que marca el coste de los carburantes no es el brent [el crudo de referencia en Europa], son la gasolina y el gasoil ya refinados, que también cotizan en los mercados internacionales y, precisamente, son los que se utilizan para fijar los precios en el surtidor. Hay muchísimos mercados de carburantes en el mundo, pero en España tenemos como referencia el de Róterdam para la zona norte del país y Génova para el Mediterráneo», resumen desde la asociación. Añaden que tienen sus propias evoluciones y cotizaciones que, evidentemente, están relacionadas con las del crudo porque es la materia prima con la que se fabrican: «Pero el diésel y la gasolina responden a dinámicas distintas. Y tras la invasión en Ucrania, el comportamiento del diésel en los mercados ha sido muy diferente al de la gasolina».

Rusia, gran exportadora

El epicentro del terremoto que ha sacudido la cotización de este carburante se sitúa en Rusia: «Este país no es solo un importantísimo exportador de crudo, sino que es un grandísimo exportador de gasoil», argumentan desde la AOP. Y el pulso entre Putin y Occidente no ha hecho más que tensionar el mercado. Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), hasta ahora la Unión Europea ha mantenido las importaciones de gasoil en 600.000 barriles diarios. Pero esto tendrá que cambiar a muy corto plazo. Porque los Estados miembro acordaron poner fin a las importaciones de petróleo ruso —tanto de crudo como de refinado— de manera gradual antes de que finalice este año.

Esto obligará a buscar alternativas en otros mercados que permitan sustituir los barriles del gigante euroasiático. Mientras ese momento llega, y a la vista de las tensiones que ya se están produciendo, hay quien ha decidido prepararse para el invierno y hacer acopio de carburante. Según los últimos datos disponibles de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), España compró en el mes de julio (último del que hay datos disponibles) 226.000 toneladas de diésel ruso, un registro que no se alcanzaba desde diciembre del 2009, cuando se importaron 251.000 toneladas.

Un continente «dieselizado»

Tampoco ayuda a mejorar las cosas la gran dependencia que tiene el Viejo Continente del diésel. Los expertos de la AOP lo resumen con una frase muy reveladora: «Europa es un continente muy dieselizado. Se ha promovido mucho la venta de este tipo de coches, algo que no ha sucedido en Asia o en Estados Unidos. Consumimos muchísimo gasóleo. Y a eso hay que sumarle que en algunos países no se ha invertido lo suficiente en el refino de este carburante». A esta tormenta perfecta se suma la inminente llegada del invierno, una época que siempre tira (y mucho) de la demanda: «Estos mercados en seguida se tensionan. A lo mejor todavía no ha empezado el frío y no hemos comenzado a consumir esta energía, pero los mercados ya se están anticipando al aumento de la demanda y a una posible reducción de la oferta», resumen los duchos en la materia.

Hay circunstancias a lo largo del globo que también propician estos cuellos de botella. En la India, principal proveedor de diésel en toda Asia, se ha reducido considerablemente la salida de este combustible, provocando que muchos vecinos tengan que acudir a otros lugares a buscar alternativas para mantener el suministro. Y en China también se han impuesto cuotas a la exportación.

Con todos estos mimbres, la Agencia Internacional de la Energía ya lleva unos días advirtiendo de que el déficit de diésel corre el riesgo de agravarse a lo largo del 2023, impulsado sobre todo por la entrada en vigor del embargo al petróleo ruso de la UE. Y a partir de aquí, el resultado viene marcado por los principios básicos de la ley de la oferta y la demanda.

¿Habrá falta de suministro?

En este sentido, los expertos lanzan un mensaje de tranquilidad. España ha hecho los deberes. «Cuanto más flexible es una refinería, más capacidad tiene para procesar crudos de distintas calidades y de distintos orígenes. En España tenemos uno de los sistemas más flexibles de la UE, porque entre el 2008 y el 2012, mientras que muchos países optaron por cerrar capacidad de refino, en España se invirtieron casi 7.000 millones para aumentar la flexibilidad», explican desde la AOP. Esto se traduce en que nuestro país tiene mayor capacidad para seguir fabricando el producto que requiere comprando materia prima en diferentes mercados. Mientras que hay países que tienen complicado sustituir el crudo ruso, España cuenta con mayor margen de maniobra, lo que permite asegurar con holgura el suministro de este carburante.