Carmen Álvarez, investigadora: «En un par de años tendremos lentillas para curar la miopía en los niños»

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

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SANDRA ALONSO

La investigadora, que avanza que los adultos del futuro tendrán graves problemas de visión por culpa de las pantallas, ingresa hoy en la Real Academia Galega de Ciencias

28 sep 2022 . Actualizado a las 18:46 h.

Carmen Álvarez Lorenzo (Santiago, 1970), catedrática de Farmacia de la Universidade de Santiago, ingresará esta tarde en la Real Academia Galega de Ciencias como académica numeraria de la Sección de Bioloxía e Ciencias da Saúde. Lleva más de 20 años investigando hidrogeles sensibles a estímulos inteligentes, capaces de activar o detener la cesión de determinadas sustancias: fármacos, por ejemplo. Junto a su equipo I+D Farma de la USC, ha desarrollado una tecnología capaz de liberar un medicamento a través de una lente ocular. Más eficaz y más seguro que los colirios.

—¿Qué supone ingresar en la Real Academia de Ciencias?

—Una alegría, un reconocimiento a la labor que todo el grupo de trabajo lleva haciendo años y también una responsabilidad, porque ingresar en una institución tan prestigiosa implica un grado de compromiso a la hora de colaborar con las tareas de la academia.

—¿Qué son los hidrogeles inteligentes?

—Son hidrogeles capaces de responder a distintos estímulos: físicos, como la luz o la temperatura, o químicos, como un cambio en la concentración de una determinada sustancia. Y la manera que tienen de responder es activando o deteniendo la cesión de un determinado fármaco en función de esos estímulos. Esto permite regular con gran precisión la administración del medicamento: en qué momento iniciarla, si hay que modificar la velocidad o si se debe parar la cesión del fármaco. Aquí se abre un campo muy interesante de aplicaciones, sobre todo para el tratamiento de distintas patologías. Nuestro trabajo se centra en el desarrollo de cualquier producto sanitario que incorpore estos geles, por ejemplo lentes de contacto medicadas.

—¿Quiere decir que las mismas lentillas que se utilizan para corregir la miopía podrían servir para administrar tratamiento para otra patología ocular, como por ejemplo una infección?

—En general, los tratamientos tópicos oculares con colirios tienen una eficacia limitada, porque el ojo consta de unos mecanismos de defensa muy eficaces. Nuestra idea era intentar buscar una especie de vendaje ocular y las lentes de contacto nos parecieron idóneas. Hoy en día hay 150 millones de personas en todo el mundo que utilizan lentes de contacto, ¿qué mejor vendaje ocular que este? Pero había un problema: que no tenían afinidad por ninguno de los fármacos que se utilizan en oftalmología. Así que nos pusimos manos a la obra para dotar a las lentes de contacto de esa afinidad. La manera que se nos ocurrió fue creando receptores artificiales específicos para cada fármaco en la estructura de la lente de contacto. Hemos visto que podemos incorporar medicamentos de distintas categorías farmacológicas y conseguir una cesión sostenida y prolongada en el tiempo en la superficie ocular, mejorando la eficacia de los tratamientos.

—¿Qué es lo que hace su tecnología, cómo funciona?

—Modificamos la estructura de las lentes de contacto. Externamente no se nota ningún cambio, pero nosotros somos capaces de reordenar los monómeros, que son los componentes con los que se hacen las lentillas, para que creen receptores específicos para los fármacos que a nosotros nos interesa incorporar. Y estos receptores tienen que tener una afinidad alta por ese fármaco determinado, pero tiene que ser también reversible, para ajustar la administración.

—¿Por qué al administrar el fármaco de esta manera el ojo no lo rechaza, y sí rechaza el colirio?

—Porque el fármaco va a quedar comprendido entre la lente y la superficie de la córnea y de la esclera. Queda ahí protegido frente a la renovación tan rápida que tiene el fluido lacrimal. Al estar ahí, más concentrado, es más fácil que penetre tanto hacia el segmento anterior del ojo como al posterior.

—Su lente dirigida a frenar la miopía en niños y adolescentes es la aplicación práctica de esta tecnología más avanzada.

—Sí, estamos intentando desarrollar la primera lente de contacto cargada con atropina, un medicamento que se usa para el tratamiento tanto preventivo como correctivo de la miopía en niños. En un par de años podría estar en el mercado, porque hay una preocupación real por el incremento de este trastorno en los más pequeños debido al uso continuado de las pantallas. La miopía se va a convertir en un problema de salud pandémico, los niños de hoy cuando sean adultos van a tener problemas de visión muy graves. Entonces, se trata de intentar que esas miopías no avancen, de intentar frenarlas pronto.

—¿Y qué retos se presentan en su trabajo de investigación?

—Muy variados. El primero, mantener al personal cualificado, conseguir recursos humanos y mantenerlos. Para eso hay pocas ayudas, pocas convocatorias, tanto del Gobierno central como del autonómico. Hago un llamamiento a que se valoren más los recursos humanos en los proyectos de investigación, a que se les den más oportunidades a los investigadores jóvenes para conseguir buenos contratos a través de los proyectos. Y estamos trabajando bastante en mejorar las relaciones entre los grupos de investigación y distintas empresas. Nos parece muy importante que lo que se hace de ciencia básica, que empieza en los laboratorios de la universidad, después tenga una traslación hacia algo más aplicado que se pueda desarrollar hacia un producto que llegue a la sociedad. Y para esa etapa intermedia es imprescindible la colaboración con el sector industrial.

—¿Qué otras aplicaciones tiene su tecnología más allá de las oculares? 

—Trabajamos mucho también en conseguir superficies antibiofilm, es decir, dotar a los productos sanitarios de una superficie que evite que se le adhieran microorganismos y, así, que haya una infección asociada al uso de ese producto sanitario, a una sonda, a un catéter, a una prótesis de cadera. Las infecciones por microorganismos asociadas a productos sanitarios son una preocupación muy importante, porque la probabilidad de que se infecte un producto sanitario es muy alta y esas infecciones son muy difíciles de tratar, habría que sacar otra vez el producto sanitario. Con lo cual nosotros también trabajamos con polímeros sensibles a estímulos y con reconocimiento molecular específico para crear esas superficies antibiofilm.