Los equipos electorales de Lula y Bolsonaro llaman al voto útil

Héctor Estepa RÍO DE JANEIRO / E. LA VOZ

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El expresidente brasileño Lula da Silva habla durante un mitin en Curitiba.
El expresidente brasileño Lula da Silva habla durante un mitin en Curitiba. UESLEI MARCELINO | REUTERS

El expresidente brasileño quiere finiquitar las elecciones el próximo domingo y evitar la segunda vuelta de finales de octubre

28 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Recta final de la campaña de cara a la primera vuelta de las elecciones brasileñas. Los equipos del actual presidente, Jair Bolsonaro, y del ex mandatario Lula Da Silva, los dos principales candidatos en liza, están enfocados estos días en llamar al voto útil. El actual líder del país quiere tener opciones de llegar a la segunda vuelta de finales de octubre, mientras el líder sindical que gobernó Brasil entre el 2003 y el 2010 pretende finiquitar los comicios este mismo domingo.

«El país se destacó en el mundo entero en nuestros gobiernos. Tuvimos protagonismo porque trabajamos con seriedad para el pueblo. Quiero volver para que Brasil sea respetado como ya fue, y para que ustedes vuelvan a tener el orgullo que ya tenían de ser brasileños», dijo Lula ayer.

El expresidente lidera con claridad las encuestas de intención de voto. Alcanzaría un 48 % de los sufragios, según el sondeo de la firma Ibope publicado ayer, superando en 17 puntos a un Bolsonaro que registraría un 31 % de apoyo. Lula tiene opciones de ganar en primera vuelta y por eso su equipo de campaña está intentando que no exista una sensación prematura de victoria que genere una menor afluencia a las urnas de quienes apoyan al expresidente izquierdista. La participación este domingo podría acabar decidiendo si hay segunda vuelta o no.

Aumenta el apoyo a Lula

El apoyo a Lula va, además, en aumento. El sindicalista tenía un 44 % de intención de voto a mediados de agosto, en la misma encuesta, cuatro puntos menos de los que tiene ahora, mientras Bolsonaro está estancado, recibiendo un punto menos de posibles sufragios que entonces.

La estrategia del exmandatario ha sido incluir en su campaña a siglas y políticos de centroizquierda y centroderecha, aumentando así su base electoral, posicionando además esta elección como un plebiscito entre democracia y autoritarismo.

«La militancia del Partido de los Trabajadores de Lula ha aprendido que para ganar las elecciones y gobernar es preciso ser pragmático. El contexto pluripartidista brasileño dificulta la vida de los agentes políticos que no establecen un amplio arco de alianzas. Por eso, la base de electores del PT ve con buenos ojos la elección de Gerardo Alckmin como candidato a la vicepresidencia, cuando hace poco tiempo era un severo crítico de Lula», comenta a La Voz Jamil Marques, politólogo de la Universidad Federal de Paraná.

No parecen estar haciendo mella en la campaña del líder izquierdista los escándalos de corrupción surgidos en el seno de su partido en la última década. Tampoco su paso temporal por prisión antes de que sus juicios fueran anulados en el Supremo.

«Ese sigue siendo un talón de Aquiles para el PT, pero, visto que el Gobierno de Bolsonaro y su familia se han visto envueltos en denuncias considerables de corrupción, como el intento de sobrefacturar vacunas o la compra de inmuebles, incluyendo mansiones, con dinero en efectivo, ha sido muy difícil para el actual presidente conseguir capitalizar políticamente ese tema», subraya Clayton Cunha, politólogo de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.

A Bolsonaro no le está funcionando tampoco, por ahora, vender recientes mejoras como la deflación registrada en los últimos dos meses, la reducción de los precios de la gasolina, la mejora de la previsión del crecimiento del PIB o la aprobación de un subsidio de unos 120 euros al mes a los más pobres.

Su equipo le recomendó alejarse del discurso estridente que le caracteriza, pero en cambio vieron como el presidente decidió hacer campaña en actos de Estado como el bicentenario de la independencia, el pasado 7 de septiembre, e incluso en Londres, durante el funeral de la Reina Isabell, afectando a sus posibilidades de victoria ante los votantes que rechazan esa forma de hacer política.