Lula da Silva, el izquierdista aliado con el centro

Héctor Estepa RÍO DE JANEIRO / E. LA VOZ

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El expresidente de Brasil y candidato del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva, en un mitin en Sao Paulo el pasado 24 de septiembre
El expresidente de Brasil y candidato del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva, en un mitin en Sao Paulo el pasado 24 de septiembre Fernando Bizerra | EFE

El líder del Partido de los Trabajadores cultiva el voto de rechazo a Bolsonaro con un perfil pragmático y moderado

02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El histórico líder sindical del sector de la metalurgia, Luis Inácio Lula da Silva (Caetés, 1945) vuelve al ruedo político después de haber pasado 580 días en prisión entre el 2018 y el 2019.

El líder indiscutible del progresismo brasileño había sido encarcelado por corrupción en procesos liderados por el juez Sergio Moro, que en el 2019 se convirtió en ministro de Justicia del ultraderechista Jair Bolsonaro y cuya campaña a la presidencia este año terminó antes de empezar.

Esas condenas fueron anuladas en el 2019 por el Tribunal Supremo, al considerar que los casos contra el exmandatario no deberían haber sido procesados por el tribunal de Moro.

El expresidente ha conseguido superar esas acusaciones y las condenas contra otros miembros de su partido colocándose ante buena parte de la opinión pública como la única opción que puede acabar con el cuestionado Gobierno de Jair Bolsonaro. Muchos recuerdan también en Brasil las políticas sociales de su etapa en la presidencia, entre el 2003 y el 2010, cuando millones de personas abandonaron los índices de pobreza, en un momento en que las cifras del hambre han vuelto a subir, afectando esta a 33 millones de personas en el gigante sudamericano.

Lula fue un líder marcadamente progresista, pero no radical, y en su entorno de campaña recuerdan su perfil pragmático, que el exmandatario ha acentuado aliándose con importantes empresarios y políticos de centroderecha, como su candidato a vicepresidente, Gerardo Alckmin, que había sido su máximo rival en los comicios del 2006.

Parte de los analistas consideran que esas alianzas podrían moderar un tercer Gobierno de Lula y difuminar —aunque ni mucho menos borrar— la influencia de su Partido de los Trabajadores en el Ejecutivo.