El caos en Francia por el suministro de combustibles pone contra las cuerdas a Macron

Pablo Medina MADRID/LA VOZ

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Trabajadores de TotalEnergies impiden la entrada de trabajadores contratados en Dunkerque
Trabajadores de TotalEnergies impiden la entrada de trabajadores contratados en Dunkerque TERESA SUAREZ | EFE

Los sindicatos chocaron con el Gobierno tras forzar este a operarios a trabajar cuando protestaban por la escasa subida de sueldos a pesar de los beneficios percibidos por las energéticas

14 oct 2022 . Actualizado a las 18:07 h.

La crisis energética provocada por la guerra de Ucrania y el desabastecimiento de combustible han derivado en huelgas del sector en Francia, que se convertirán en un parón general el próximo martes tras la falta de acuerdo entre el gigante energético TotalEnergies y la Confederación General del Trabajo (CGT), que representa el 28,75 % del movimiento sindical francés y que ya rechazó un pacto ayer. Un duro varapalo para el presidente del país, Emmanuel Macron, que vive un déjà vu de las protestas de los chalecos amarillos del 2018 que ya socavaron profundamente la reputación del jefe del Estado y que ahora se dan en plena crisis gubernamental.

En la madrugada del jueves tuvo lugar una negociación entre TotalEnergies, CGT, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y la Confederación Francesa de Gestión - Confederación General de Ejecutivos (CFE-CGC). Los sindicatos demandaban una subida de salarios del 10% entre los trabajadores de refinerías petroleras para hacer frente a la pérdida de capacidad adquisitiva y para que se redistribuyeran los beneficios extraordinarios de la empresa obtenidos a causa de la inflación. Los dos últimos aceptaron la oferta de la compañía de elevar los salarios a un 5 % y conceder primas de entre 3.000 y 6.000 euros según beneficios. La CGT abandonó la mesa y llamó a continuar con la huelga.

Según su secretario general, Philippe Martínez, «estamos pidiendo un 10%, un aumento correspondiente a la inflación más el reparto de la riqueza, ya que a Total le va bien y hace mucho tiempo que se atiende mejor a los accionistas». Para Martínez, el hecho de que no se acepten sus exigencias es solo uno de los puntos de conflicto: «Sabemos que la vida cotidiana de todos los franceses está impactada», aseguró en una entrevista concedida a la emisora France Info.

Pero los choques de la CGT con el Gobierno, y por lo que Macron podría verse más afectado, derivan de otras acciones. El Ejecutivo francés, con capacidad constitucional para hacerlo, ha forzado a dos de las refinerías en huelga a continuar trabajando y no aumentar el desabastecimiento de carburantes en las gasolineras del país, de las que el 29,1 % del total permanecen con problemas para garantizar el suministro a la población, según datos de ayer por la tarde. Todo ello a pesar de que la ministra de la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, comunicó que «el diálogo social es la única puerta de salida».

Además, los operarios de las centrales nucleares de Cattenom, Tricastin, Bugey, Cruas y Gravelines se unieron a las protestas, ya que la mitad de reactores del país han tenido que pararse debido a cuestiones de mantenimiento.

Colas, peleas y prohibiciones 

El parón en las refinerías provoca que el petróleo importado no pueda convertirse en gasolina y, por tanto, no se pueda suministrar a las estaciones de servicio. Olivier Gantois, presidente de la Unión Francesa de Industrias del Petróleo, señaló en declaraciones a Le Monde que algunas de estas refinerías podrían tardar entre una semana y diez días en reactivarse porque «hay algunas que tienen que ser presurizadas, templadas».

Por tanto, si un ciudadano francés quiere hacerse con gasolina a día de hoy, deberá consultar un mapa casi obligatoriamente para comprobar si en su estación cercana hay combustible. El 29,1 % de las estaciones de servicio francesas se encuentran afectadas por la escasez de combustible, frente al 31,3% del martes, según el ministerio francés de Transición Ecológica. Las regiones de Centro-Valle del Loira (41,2 %), Altos de Francia (31,7 %) y París y sus alrededores (38, 8%) son las zonas más afectadas.

Además, la prensa francesa se hace eco de numerosas incidencias en las estaciones de servicio. Medios como Le Monde o Le Figaro apuntan a que se han visto largas colas de coches en diversas localidades francesas, además de algunas peleas entre conductores que se «colaban» en la fila para repostar. Además, se han reportado casos en los que algunos ciudadanos han robado gasolina de otros vehículos.

La situación es tan crítica que, por ejemplo, la prefectura de Rouens tuvo que prolongar la prohibición de rellenar bidones de combustible hasta las 23:59 del próximo 17 de octubre. Política que, además, comparten otros territorios franceses.

Otra losa para Macron

La huelga del sector energético pone a Macron contra las cuerdas. En el mes de junio, tras las elecciones legislativas francesas, sufrió un varapalo al perder su partido la mayoría absoluta del Parlamento, con 245 diputados de los 577 totales. Sin mayoría y sin socios. Ello reveló el desgaste de su Gobierno en favor de los partidos Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, que obtuvo 90; y de la coalición de izquierdas Nupes, que obtuvo 127 asientos. 

Pero a ello hay que sumarle la insolvencia francesa en el contexto europeo para erigirse como potencia exportadora de energía. Después de que Pedro Sánchez rompiera lazos con Argelia por su giro en la política con el Sáhara, Macron vio la oportunidad de invertir en gas africano para poder beneficiarse de su venta en países dependientes como Polonia, Alemania o los Estados nórdicos.

Sin embargo, la propuesta del MidCat, el gasoducto español que Sánchez quiere impulsar, se ve con mejores ojos. No en vano, la conocida como «excepción ibérica» es la mejor carta de confianza del Ejecutivo español de cara a sus socios europeos, puesto que es la brújula de la política energética que más encandila en Bruselas por su relativa efectividad. 

De hecho, hoy se reúnen en Berlín tanto el presidente del Gobierno de España como sus homólogos de Alemania y Portugal, Olaf Scholz y Antonio Costa respectivamente, para impulsar dicho proyecto.

TotalEnergies, del excesivo beneficio a Rusia

La empresa TotalEnergies tiene, tras dos semanas de huelga, una imagen poco deseable para los franceses. El gigante energético tiene un recorrido de beneficios sorprendente: el 2020 lo cerró con pérdidas de 7.200 millones de euros debido a la crisis de la covid. Un año más tarde, volvió al superávit cerrando el ejercicio económico con 16.000 millones. Y en el primer semestre del año, y debido a la inflación, recaudó 10.600 millones. Todo ello hace que su negativa a aceptar el 10 % de incremento de sueldos pedido por la CGT demonice su imagen pública al considerarse que prefiere mantener beneficios en lugar de priorizar las necesidades del trabajador.

Pero la relación del gigante energético franco con Rusia empeora aún más su prestigio. Ayer, dos oenegés denunciaron a la empresa como cómplice de crímenes de guerra en Ucrania por mantener la explotación de un yacimiento gasístico en Rusia pese a la guerra, que supuestamente ha servido para el aprovisionamiento de carburante del Ejército. 

La demanda la interpusieron la nacional Darwin Climax Coalition y la ucraniana Razom We Stand ante la Fiscalía Nacional Antiterrorista. El abogado de estas dos asociaciones, William Bourdon, señaló este viernes en declaraciones a la emisora France Info que está documentado que el hidrocarburo extraído del yacimiento de Termokarstovoie en Siberia, que pertenecía en parte a la compañía francesa hasta septiembre, se utilizó para elaborar queroseno que iba destinado a aviones militares rusos.