Decaen las protestas en Brasil después de que Bolsonaro pidiese liberar las carreteras

HÉCTOR ESTEPA RÍO DE JANEIRO / E. LA VOZ

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Seguidores del derrotado Bolsonaro huyen de los botes de humo en una protesta en la ciudad brasileña de Barueri.
Seguidores del derrotado Bolsonaro huyen de los botes de humo en una protesta en la ciudad brasileña de Barueri. AMANDA PEROBELLI | REUTERS

«Debemos tener cabeza», reclamó el líder ultra a quienes le apoyan en las calles

04 nov 2022 . Actualizado a las 07:56 h.

El número de carreteras bloqueadas en Brasil se redujo ayer después de que el presidente, Jair Bolsonaro, pidiese a sus seguidores abandonar las autopistas, que miles de manifestantes ocupaban desde el pasado domingo en protesta contra la victoria en las urnas del izquierdista Lula da Silva. «Debemos tener cabeza», pidió el líder ultraderechista a quienes le apoyan en las calles, mediante un vídeo publicado en redes sociales en la noche del miércoles, considerando que los bloqueos «perjudican la economía». «Sé que la economía tiene su importancia. Usted tal vez esté pensando que otras cosas son más importantes ahora, yo lo entiendo, pero apelo a ustedes», añadió el presidente saliente.

Según la policía, el miércoles había 73 bloqueos o problemas de tráfico generados por manifestantes, un número sensiblemente inferior a los 143 que se registraban el día anterior. Las barricadas afectan ahora a siete estados frente a la veintena del pasado martes. Ese día hubo también grandes concentraciones frente a cuarteles militares, especialmente en Río de Janeiro, en los que miles de seguidores de Bolsonaro reclamaron una intervención militar para frenar la designación de Lula como presidente. «Sé que están molestos y tristes, que esperaban otra cosa. Yo también lo esperaba», dijo Bolsonaro, quién solo censuró las protestas en las carreteras.

«Otras manifestaciones que ustedes están haciendo en todo Brasil, en plazas, hacen parte del juego democrático. Siéntanse libres y lo dejo claro, ustedes se están manifestando espontáneamente», señaló, apuntando que él no estaba organizando las protestas callejeras.

«Por favor, no piensen mal de mí. Yo quiero el bien de ustedes. A lo largo de este tiempo al frente de la presidencia, colaboré para que resurgiera el sentimiento patriótico, el amor a la patria, a nuestros colores verde y amarillo, la defensa de la familia, la defensa de la libertad. No vamos a tirar eso afuera. Vamos a hacer lo que tiene que ser. Estoy con ustedes y tengo la certeza de que ustedes están conmigo. La petición son las carreteras», puntualizó. Ayer no hubo grandes concentraciones frente a los cuarteles, aunque no se descarta que haya más movilizaciones durante este fin de semana.

«La transición ya comenzó»

El proceso de transición de poder arrancó en la jornada de ayer, después de que el vicepresidente electo, el centroderechista Geraldo Alckmin, elegido por Lula como líder del equipo que coordinará su vuelta al poder, se reuniese con el jefe de la casa civil, Ciro Nogueira, en el Palacio de Planalto.

Alckmin, que acudió a las oficinas del Gobierno junto a la líder del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, y al coordinador del programa de Gobierno de Lula, Aloizio Mercadante, calificó el encuentro como «bastante provechoso», insistiendo en que «la transición ya comenzó”.

El político de centroderecha anunció también que el nuevo Gobierno va a solicitar a los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado la votación de una Propuesta de Enmienda Constitucional para poder saltarse el techo de gasto instaurado en el 2016, durante el Gobierno de Michel Temer, siendo muy criticado entonces por la izquierda.

Alckmin asegura que la retirada del techo de gasto sería válido para acciones consideradas por el próximo gobierno como «inevitables», como la ayuda de 600 reales mensuales (unos 120 euros) instaurada por Bolsonaro, como continuación de la Bolsa Familia del lulismo, tras conseguir una flexibilización similar, para ayudar a las familias más pobres.

Esa votación sería una primera prueba de fuego para evaluar la fuerza del próximo Gobierno de Lula en un congreso de mayoría conservadora. El líder izquierdista, un experto en negociación parlamentaria, que ya consiguió en el pasado el apoyo de grupos políticos opuestos, en principio, a sus ideas, ya está moviendo hilos para hacerse con los apoyos necesarios en el legislativo para garantizar su gobernabilidad en Brasil.