Los demócratas ya preparan el relevo de Nancy Pelosi

La Voz AGENCIAS

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Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU.
Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. KEVIN LAMARQUE | REUTERS

La presidenta de la Cámara de Representantes sugirió que la agresión a su esposo adelantará su retirada de la política

09 nov 2022 . Actualizado a las 07:37 h.

Nancy Pelosi se erigió como un faro para los demócratas durante el asalto al Capitolio como presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. Ya en el 2018 accedió a liderar la Cámara Baja por segunda y última vez, sobre todo si se cumplen los pronósticos y los republicanos se hacen con el control del hemiciclo en las midterm de este martes. En una entrevista el lunes a la cadena CNN, sugirió que la reciente agresión a su esposo adelantará su retirada de la política.

Pelosi, de 82 años, representa a la vieja guardia demócrata, políticos en peligro de extinción que tienen la vista puesta en abrir paso a nuevas generaciones que saneen y renueven el liderazgo del partido para adaptarse a los nuevos desafíos de la política interna estadounidense, informa la agencia Europa Press.

La mayoría de los congresistas de la formación apuntan a un aumento de la presión sobre Pelosi —que fue también líder de la minoría demócrata en dos ocasiones— para que abandone el cargo independientemente de los resultados.

Fuentes de la formación indicaban ya a principios de septiembre que la carrera para sucederla había comenzado: el encuentro entre Jim Clyburn, encargado de la disciplina de partido, y el diputado por Carolina del Sur Hakeem Jeffries habría servido como detonante.

A pesar de que los altos cargos de la formación han tratado el asunto con discreción en un intento por mostrar respeto hacia la propia Pelosi, el revuelo se ha ido extendiendo a medida que algunos congresistas manifiestan a puerta cerrada su deseo de sustituirla.

En este sentido, es el propio Jeffries el que figura como principal favorito para recoger el testigo ante un legado que se remonta al 2003, cuando Pelosi pasó a liderar a los demócratas en la Cámara de Representantes y se convirtió en la primera mujer en encabezar un partido dentro del Congreso.

Sin embargo, el nombre de la mujer con más poder político institucional de la historia del país ha adquirido una nueva relevancia durante los últimos años, especialmente bajo la Administración de Donald Trump. Desde entonces, se ha convertido en una especie de gurú para la política estadounidense, un papel que también le ha granjeado numerosas críticas y enemigos desde la derecha. 

«Impeachment» y asalto al Capitolio

El pasado 6 de enero deL 2021, cuando una turba de seguidores de Trump irrumpió en el Congreso, Pelosi y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, trataron de frenar el asalto desde dentro. Durante casi cuatro horas de tensión, ambos alertaron del peligro que la situación suponía para el personal y los funcionarios que se encontraban en el interior del edificio, mientras apuntaban al presidente saliente como principal «instigador».

La propia Pelosi impulsó posteriormente la apertura de una investigación parlamentaria para aclarar lo sucedido aquel día, cuando el propio Trump abogó por bloquear la ratificación de los votos de las presidenciales que daban la victoria a Joe Biden.

Antes de las midterm, la comisión abogaba por hacer que Trump testifique bajo juramento tras ser acusado de «conspirar» para revertir los resultados electorales.

Fue la propia Pelosi la que amenazó con un segundo impeachment tras el asalto dos años después de que la Cámara activara el mismo proceso contra el multimillonario por sus presiones a Ucrania para investigar al hijo de Biden, Hunter. Según los investigadores, Trump pretendía que las autoridades ucranianas investigaran al que fuera precandidato demócrata y a su hijo por supuestas corruptelas en sus negocios en Ucrania.

No obstante, después del asalto al Capitolio fue la propia Pelosi quien volvió a pedir la apertura de un proceso de destitución si el entonces vicepresidente, Mike Pence, no invocaba la Vigésima Quinta enmienda para sacarlo de la Casa Blanca. 

Visita a Taiwán

La actividades de Pelosi volvieron a levantar la polémica en septiembre a raíz de su visita a Taiwán junto a una delegación de altos cargos estadounidenses, una cuestión que provocó duras críticas desde el Gobierno chino.

La política demócrata ha defendido a capa y espada el viaje y ha acusado al presidente del gigante asiático, Xi Jinping, de actuar como un «matón asustado» en el que parece haber sido su último acto oficial como líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Así, volvió a adoptar una contundente postura política aludiendo a la defensa de los «valores democráticos» y acusó a China de tratar de «aislar» a Taiwán en una región de creciente relevancia geoestratégica para Estados Unidos.

En la que fue la primera visita en 25 años de un presidente de la Cámara Baja estadounidense a la isla, Pelosi aprovechó para garantizar a las autoridades taiwanesas que Washington «no los abandonará» a pesar de que China ha aumentado el despliegue militar en las inmediaciones. 

Ataque en su vivienda

Expertos de Estados Unidos han alertado de la posibilidad de un nuevo estallido de violencia política de cara a las elecciones legislativas ante la clara polarización que sufre el país y que se ha traducido recientemente en el ataque sufrido por Paul Pelosi en su vivienda a manos de un asaltante.

Pelosi tuvo que ser ingresado después de que un hombre le golpeara en la cabeza con un martillo en un ataque que iba en realidad dirigido hacia su mujer, a quien quería «partirle las rodillas», tal y como declaró el atacante.

Este asalto figura como paradigma y símbolo de la amenaza que supone para el país la violencia ejercida, especialmente, por miembros de la extrema derecha de cara a los comicios.

Para estos expertos, existe una guerra cultural e ideológica alimentada por la «amenaza cada vez mayor del nacionalismo cristiano», una identidad que «acoge a conspiranoicos, apocalípticos y miembros de milicias armadas» unidos por el fantasma de una segunda guerra civil en el país.

El ataque ha vuelto además a poner en el punto de mira a la Policía del Capitolio, cuya moral ya se vio tocada el año pasado a raíz del asalto al Congreso. Los diputados barajan ahora la posibilidad de aumentar los fondos destinados a este cuerpo de Policía para reforzar la defensa de los miembros de la Cámara de Representantes y otros políticos de especial relevancia.

A medida que los demócratas se preparan para una derrota en las legislativas, la Administración Biden tendrá que hacer frente a una nación más polarizada que nunca ante la presumible ausencia de Pelosi, que dejará tras de sí un terremoto político en California tras 35 años ocupando su escaño.