La receta de Sunak contra el malestar social amenaza con pasarle factura

juan francisco alonso LONDRES / E. LA VOZ

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Manifestación en Londres de conductores de ambulancias la semana pasada
Manifestación en Londres de conductores de ambulancias la semana pasada HENRY NICHOLLS | REUTERS

Las huelgas están espoleando la conflictividad y pueden amenazar su puesto

26 dic 2022 . Actualizado a las 09:41 h.

Débil. Este ha sido uno de los adjetivos que la oposición británica ha utilizado con mayor frecuencia para describir al primer ministro Rishi Sunak, quien ayer cumplió dos meses en el número 10 de Downing Street. Sin embargo, el mandatario conservador parece haberse cansado de que sus adversarios, y también algunos compañeros de filas, confundan su amabilidad y buenos modales con falta de firmeza y, por ello, ha decidido enfrentar la ola de huelgas que sacude al país con inflexibilidad e intransigencia. Y lo ha hecho a pesar de que esta receta no solo ha arruinado las fiestas navideñas de millones de ciudadanos, sino que de paso amenaza con abrirle las puertas a una mayor conflictividad social que, a su vez, podría poner en riesgo su permanencia en el poder.

«El primer ministro, que en las últimas semanas se vio obligado a dar marcha atrás en asuntos como los objetivos de construcción de viviendas y [el veto a la construcción de nuevos] parques eólicos en tierra para evitar rebeliones en su partido, parece haber visto en las huelgas una oportunidad para demostrar que están equivocados quienes lo acusaron de ser débil», escribió en los últimos días la editora política del diario The Guardian Pippa Crerar.

Sunak, quien ha calificado de «irracionales» las demandas de sectores como las enfermeras, que reclaman un aumento de un 19 %, ha descartado la posibilidad de realizar nuevas ofertas salariales para poner fin a los conflictos. Y tras desoír las demandas de los sindicatos para que se implicase personalmente en las negociaciones, parece estar siguiendo los pasos de su ídolo ideológico: la venerada ex-premier Margaret Thatcher. Durante su mandato (1979-1990) la Dama de Hierro ignoró las demandas de los entonces poderosos sindicatos mineros, que en los años ochenta se embarcaron en una huelga que duró meses y que terminó con estos aceptando las condiciones ofrecidas por el Gobierno.

La estrategia, sin embargo, parece arriesgada, al menos en lo que se refiere al personal sanitario. Los gremios han advertido que la negativa a atender sus exigencias provocará nuevas paralizaciones y además las últimas encuestas señalan que el 60 % de los británicos apoyan estas acciones y que el 54 % culpan a las autoridades de que se produzcan.

Sunak ha respondido a las amenazas de los sindicatos con más amenazas. En los últimos días anunció que a principios de año llevará a la Cámara de los Comunes una reforma legal para endurecer los requisitos bajo los cuales los empleados de sectores esenciales, como el transporte o la sanidad, pueden hacer huelga.

Riesgo de caída

El analista del diario Financial Times Stephen Bush descartó, sin embargo, que esta medida surta algún efecto y le pronosticó a Sunak una derrota, como le ocurrió a Thatcher, cuando a finales de su mandato los trabajadores de las ambulancias paralizaron sus actividades, situación que contribuyó a su caída, recordó el articulista.

Algunos conservadores temen que la historia se repita, debilitando la posición de Sunak al frente del partido y dando fuerza a ese tercio de los tories que desean la vuelta de Boris Johnson.

La posibilidad de que se produzca un tercer recambio de un líder en un año aterra a más de uno en el partido, en especial cuando resta menos de año y medio para las elecciones generales. Quienes respaldan al premier, por su parte, minimizan el impacto que las huelgas puedan tener sobre su continuidad en el cargo, pues señalan que desde que fue elegido la intención de voto hacia la formación ha mejorado desde el 23 al 27 % y la brecha con el laborista Keir Starmer ha pasado de 20 a 5 puntos.

Las probabilidades de que Sunak gane las elecciones, hoy por hoy, son escasas, pero «él ha salvado al partido de la extinción», escribió el politólogo William Atkinson en la web de Conservative Home, una agrupación tory de base.