Las vacunas nasales están aquí

Katherine J. Wu

ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores

María Pedreda

Se utilizan en China, pero los expertos se preguntan si realmente funcionan

07 ene 2023 . Actualizado a las 10:20 h.

Desde los primeros días de la pandemia de coronavirus, un subconjunto de vacunas experimentales ha ofrecido al mundo una promesa tentadora: un descenso sostenido en la propagación de la enfermedad. Formuladas para proporcionar protección en el cuerpo a través de la nariz o la boca, las puertas de entrada más accesibles para el propio virus, las vacunas nasales podrían evitar el paso del SARS-CoV-2.

Ahora, tres años después de la pandemia, las vacunas nasales están apareciendo por todo el mapa. En septiembre, la India autorizó una administrada a través de gotas en la nariz; casi en el mismo momento, China autorizó una inmunización inhalable, y más tarde, una vacuna en espray nasal, ambas utilizadas en medio de una ola masiva de casos. Dos recetas nasales más han estado dando vueltas silenciosamente en Rusia e Irán durante muchos meses. Algunos de los países más grandes y poblados del mundo tienen ahora acceso a la tecnología y, aun así, no está claro cómo de bien están funcionando. «No se ha publicado nada, ningún dato ha estado disponible», señaló Mike Diamond, virólogo e inmunólogo en la Universidad de Washington en St. Louis.

El atractivo de estas vacunas está relacionado con la geografía. Las inyectables son muy buenas para estimular las defensas inmunitarias en la sangre, donde pueden reducir el riesgo de una enfermedad grave o la muerte. Pero no son tan buenas para generar una respuesta protectora en las vías respiratorias superiores, dejando una puerta para que el virus todavía infecte y se transmita. Cuando los invasores virales se amontonan en la nariz, las defensas de la sangre van hacia el lugar de infección con un poco de retraso, es como tener a guardias al lado de la cámara de un banco, solo para que corran a la entrada cada vez que un ladrón activa la alarma. Las vacunas nasales, mientras, estarían trabajando en la puerta.

Esa misma lógica incrementa la eficacia de la poderosa vacuna oral contra la polio, que refuerza las defensas en el entorno favorito del virus: el intestino. Solo existe una vacuna nasal para combatir un patógeno que entra a través de la nariz: un espray nasal de virus de la gripe debilitados, una versión que se conoce como FluMist. Es protector en niños, en algunos casos incluso supera al pinchazo, aunque no siempre. Pero FluMist es mucho menos potente para adultos. Cuando se trata de preparar una vacuna nasal para un virus respiratorio, «no tenemos un gran modelo que seguir», explica Deepta Bhattacharya, inmunóloga en la Universidad de Arizona.

Para evitar el problema de FluMist, algunos investigadores han inventado vacunas basadas en vectores virales, el mismo grupo de inmunizaciones al que pertenecen las dosis contra el covid de Johnson & Johnson y AstraZeneca. Las dos vacunas nasales de China encajan en esta categoría, y las de la India, así como la versión nasal de la Sputnik V rusa. Otros investigadores han preparado vacunas que contienen moléculas de la proteína de espiga del coronavirus, similares a la vacuna de Novavax. Entre estas está la vacuna contra el covid nasal de Irán y un nuevo candidato, aún en desarrollo, de la inmunóloga Akiko Iwasaki y sus compañeros en Yale. Este grupo también está probando un compuesto nasal basado en ARNm. Y la compañía Vaxart ha estado haciendo lo mismo con una pastilla de vacuna contra el covid que al tragarse podría provocar que las células inmunitarias del intestino envíen refuerzos a la superficie de las mucosas del cuerpo hasta la nariz.

Los primeros datos en animales han arrojado cierto optimismo. Las versiones de prueba de la vacuna de Diamond protegieron a ratones, hámsteres y monos del virus, en algunos casos parecía que evitaba la infección por completo; una versión en miniatura de la vacuna de Vaxart era capaz de evitar que hámsteres infectados propagaran el coronavirus por el aire.

Pero los intentos para recrear estos resultados en humanos han dado lugar a resultados variados. Después de que una versión intranasal de la vacuna de AstraZeneca generase importantes defensas en animales, un equipo de Oxford trasladó la inmunización a un pequeño ensayo en humanos, y el pasado mes publicó los resultados, que mostraban que casi no había desarrollado ninguna respuesta inmunitaria, incluso como un refuerzo para un pinchazo en el brazo. Según Adam Ritchie, uno de los inmunólogos que están detrás del estudio, los resultados no son necesariamente un desastre respecto a otros intentos nasales, y que la vacuna de AstraZeneca podría en algún momento funcionar mejor por la nariz. Aun así, los resultados «echan definitivamente abajo la ilusión sobre las vacunas nasales», señala Stephanie Langel, inmunólogo en la Unisersidad Case Western Reserve.

«A la gente le encanta la idea de una pastilla mágica»

La fatiga de las vacunas también ha afectado a los ciudadanos. En EE.UU., las hospitalizaciones están, una vez más, incrementándose, y menos del 15 % de las personas que podrían vacunarse con la fórmula bivalente lo están. Esta aceptación no va a la par con el sueño de una vacuna nasal que pueda disminuir la transmisión. «Tendría que estar mucha gente vacunada para tener ese impacto en la salud pública», dijo Ben Cowling, epidemiólogo en la Universidad de Hong Kong. Y no hay garantías de que incluso una vacuna nasal sea la última dosis de la población. El ritmo con el que se administran los pinchazos está guiado en parte porque «el virus cambia muy rápido», según Ali Ellebedy, inmunólogo en la Universidad de Washington en St. Louis.

Los expertos con los que he hablado están preocupados de que algunos miembros de la comunidad científica, incluso algunos de la población, hayan empezado a depositar sus esperanzas sobre frenar la propagación del SARS-CoV-2 en las vacunas nasales. Es una receta para la decepción. «A la gente le encanta la idea de una pastilla mágica», señala Langel. «Pero eso simplemente no es la realidad», agrega.

El virus está aquí para quedarse, el objetivo continúa siendo hacer que esa realidad sea más fácil de sobrellevar. «Estamos intentando reducir la infección y transmisión, no eliminarla, eso podría ser casi imposible», según Iwasaki.

Katherine J. Wu es periodista especializada en ciencia. © 2022 The Atlantic. Distribuido por Tribune Content Agency. Traducido por S. P.