Narcos de Vizcaya intentaron robar el alijo de cocaína del Nehir, el barco hundido frente a Galicia
ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores
Fueron identificados en una lancha con propulsores submarinos y equipos de buceo a pocos kilómetros del Puerto de Gijón, donde estuvo hundido el buque desde el 2021 y ahora se ha reflotado para confirmar si hay otros 2.000 kilos en el interior a mayores de los 1.800 requisados a 90 millas de las costas de Lugo
31 ene 2023 . Actualizado a las 18:56 h.El buque Nehir fue abordado el 22 de febrero del 2021 de forma precipitada a 90 millas de A Mariña, antes de que alguien saliera a recoger el alijo que escondía en sus entrañas. La tripulación, acorralada, hundió el barco y los agentes, ya a bordo, priorizaron las vidas de los ocho ocupantes —de Georgia y Turquía— y la incautación de la cocaína que iban encontrando: 1.800 kilos. Una vez en tierra, el capitán declaró que había otras dos toneladas; de ahí que el Juzgado Central número 1 de la Audiencia Nacional, meses después, ordenara el desguace de este barco nodriza de 52 metros de eslora y bandera de la República de Palau, amarrado desde entonces en el muelle norte del Puerto de Gijón.
El 27 de enero del 2022 trascendió que el Nehir sería destripado para desvelar si escondía 60 millones de euros más en cocaína. Un suculento botín que sus propietarios no estaban dispuestos a perder. Contactaron con varias organizaciones de narcotraficantes en España para que, a cambio de dinero o mercancía, se sumergieran y retiraran hasta el último fardo. Tres días después, el 30 de enero, a 30 kilómetros por carretera del puerto de Gijón y a 14 kilómetros por mar, en la playa de Llumeres (municipio de Gozón), se identificó a 11 vecinos de la provincia de Vizcaya. Primero, en el mirador sobre el arenal, junto a un coche con remolque para embarcaciones propiedad de una integrante del grupo. Luego, en la playa, con una lancha de tres metros de eslora, equipos de buceo y propulsores marítimos con hélice a motor para moverse con soltura bajo el agua.

No era casualidad que aquellos 11 vecinos de Vizcaya estuvieran en ese enclave asturiano, ni que fueran identificados por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil: los investigaban por integrar una trama internacional de blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico. Sobre todo el presunto cabecilla, Ibón A.M., de 38 años, que se desplazó igualmente a Asturias para supervisar los trabajos de un negocio que no le es ajeno: en el 2011 fue detenido por las autoridades de Rumanía y la DEA, la agencia antidroga de los EE.UU. por un alijo de 150 kilos de cocaína enviado desde Bolivia en un cargamento de madera. En el 2020 cayó con 200 kilos de marihuana, valorada en casi medio millón de euros. Él, según la tesis policial, colideraba una trama que exportaba marihuana a Holanda a cambio de heroína y speed para vender en el País Vasco y Valladolid.
Solo Ibón A.M., alias Cristalero, y sus acompañantes pueden decir que pasó aquel día en la playa de Llumeres. Lo único seguro es que ya con la lancha en el agua, los trajes de buceo, equipos de respiración y propulsores con hélice a motor desplegados sobre el arenal, de repente se dieron media vuelta, regresaron a los coches estacionados en el párking del mirador y emprendieron el viaje de regreso a Vizcaya. No les importó dejar todas las herramientas abandonadas en la playa, incluida la lancha, que se recuperó días después a la deriva. Tal vez detectaron que no estaban solos y optaron por abortar el plan para no arriesgar.
Las andanzas en Asturias de Ibón y sus acompañantes figuran en un procedimiento instruido en el Juzgado número 9 de Bilbao. Lo protagonizan ellos mismos por otros hechos, que implicaron el pasado diciembre la detención de todos en el marco de un operación internacional, bautizada Didaka, a tres bandas entre la UCO de la Guardia Civil, Europol y la Homeland Security Investigations de los EE.UU. Ibón A.M. y el resto de arrestados están acusados de lavar dinero procedente del narcotráfico en Vizcaya, Valencia e Islas Baleares mediante un entramado criminal que recibía dinero en metálico para invertir en criptomoneda. Así ocultarían su verdadera naturaleza ilícita, y cuyo «destino eran países sudamericanos productores de cocaína», recoge la causa judicial.
Parte del dinero en metálico recibido procedía de empresas de la construcción que buscaban desgravar el IVA de sus facturas. A cambio emitían transferencias a una sociedad pantalla manejada por testaferros. La operación Didaka evidenció igualmente que la banda liderada por el Cristalero se organizaba por jerarquías. y sus integrantes tenían roles muy diferenciados. También una nutrida red de testaferros y colaboradores para esquivar los controles policiales.
La profesionalidad de la organización desmantelada se constató igualmente por el lenguaje codificado utilizado para comunicarse entre ellos; o que el citado Ibón usara un teléfono móvil diferente para hablar con cada uno de sus compinches investigados, cambiando cada poco tiempo de tarjeta para evitar la interceptación de las llamadas.
La organización de Ibón A.M. no es la única que habría recibido la oferta de sumergirse en aguas del puerto de Gijón para adentrarse en el casco del Nehir, fondeado en vertical y con solo un extremo sobresaliendo del agua. Otros grupos criminales en España también fueron tentados por los dueños del alijo, según se expone el procedimiento judicial. Y nadie, por ahora, puede concretar si se logró extraer algo de mercancía. El destinatario de este alijo en España se atribuye judicialmente a la organización liderada desde Barcelona por el magrebí Fikri Amellah Agharbi, detenido el año pasado, y que habría contratado a gente en Galicia para recoger los fardos del Nehir. Pero el rumbo errático que seguía frente a las costas gallegas, y otros datos policiales manejados entonces, motivaron su abordaje.
El siguiente capítulo de todo lo relacionado con este narcobuque se conocerá al reflotarlo y achicar el agua del interior. Entonces se sabrá si hay cocaína, tal y como aseguró su capitán hace dos años, cuánta hay y si lo recuperado coincide con la cantidad aportada por el máximo responsable de Nehir. De no ser así, perdurará la incógnita sobre si alguien entró a hurtadillas en el barco para robar fardos.