La Eurocámara saca adelante la ley que prohíbe fabricar coches de combustión a partir del 2035

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

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Oscar Vázquez

Tras una ajustada votación, el fin de los coches diésel y gasolina ya solo depende del visto bueno del próximo Consejo Europeo.

14 feb 2023 . Actualizado a las 19:32 h.

No hay vuelta atrás. Bruselas le ha declarado la guerra a los malos humos del automóvil, y el potente sector de los gigantes mundiales del motor no tiene más remedio que rendirse. La Unión Europea ha dado este martes un paso definitivo para prohibir los vehículos de combustión en la UE, como los de diésel y gasolina, después de que el pleno del Parlamento Europeo haya dado luz verde a la propuesta que pone fin a la fabricación de coches y furgonetas que emitan CO2 a partir de 2035.

Con 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones, los eurodiputados han aprobado la iniciativa para que todos los vehículos ligeros que se vendan sean eléctricos o de hidrógeno a partir de esta fecha, una medida con la que se busca avanzar en la meta de conseguir la neutralidad climática en la UE en el 2050.

La legislación, ya solo a expensas del visto bueno del próximo Consejo Europeo, establece objetivos intermedios de reducción de emisiones del 55 % para automóviles en el 2030, respecto a los niveles del 2021. Unos objetivos intermedios fijados en base al acuerdo alcanzado en octubre en las negociaciones entre la Comisión Europea, el Consejo (los Estados miembro) y el Parlamento.

Entre las claves de la reforma refrendada hoy figura el encargo de una nueva metodología para recabar y evaluar datos de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del parque automovilístico ligero durante todo el ciclo de vida de los vehículos comercializados en el mercado único. La Comisión Europea deberá presentar esta metodología a más tardar en el 2025, incluida con las reformas legislativas si fueran necesarias para su desarrollo.

Seguimiento de Bruselas

Bruselas también recibe el encargo de realizar un informe bianual a partir del 2025, para evaluar si se está avanzando al ritmo adecuado en el conjunto de la UE hacia el objetivo vinculante de cero emisiones; un análisis que deberá también valorar el impacto de la reforma en los consumidores y en el empleo así como la evolución del mercado de vehículos de ocasión.

En el control de las emisiones de los nuevos vehículos, los expertos comunitarios vigilarán la diferencia entre los valores límite de emisiones, y los datos de consumo real de carburante y energía para ir ajustando las emisiones específicas medias de CO2 de los constructores a partir del 2030.

«Si queremos reducir las emisiones de CO2, tener una movilidad asequible, sostenible y limpia y transformar nuestra industria, tenemos que votar a favor de este reglamento», ha defendido el eurodiputado del PSOE y vicepresidente de la comisión de Medio ambiente de la Eurocámara, César Luena, en un comunicado en el que los socialistas reprochan al Partido Popular Europeo (PPE) el voto en contra del acuerdo.

 

Peligran miles de empleos

El PPE, según ha explicado su portavoz en la negociación de la norma, Jens Gieseke, considera que la prohibición de los motores de combustión supondrá nuevos coches «más caros», la pérdida de «miles de puestos de trabajo» y llevará a la industria europea al «declive». «Europa está conduciendo su industria automovilística hacia un callejón sin salida», ha remachado.

Desde Ciudadanos, la eurodiputada Susana Solís ha expresado el apoyo a la transición hacia el coche eléctrico, si bien ha advertido de la necesidad de prever medidas de acompañamiento para la transformación de la industria, en especial en regiones como Castilla y León, Navarra, Aragón o Galicia, en donde miles de familias, dice la eurodiputada, dependen del sector.