Rafa Castaño, ganador del bote de «Pasapalabra»: «Creo que es de justicia contribuir ahora a Hacienda, que la gente no sufra por mí»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

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Rafa Castaño
Rafa Castaño Antena 3

«No me voy a volver loco, no tengo gustos caros. Lo único que quiero es vivir tranquilo», afirma el concursante que derrotó a Orestes después de 197 duelos

18 mar 2023 . Actualizado a las 19:13 h.

Rafa Castaño (Sevilla, 1990) resolvió del tirón en unos pocos segundos la prueba por la que llevaba meses peleando, el Rosco de Pasapalabra. Acertar las 25 respuestas le permitió meterse en el bolsillo el bote de 2.272.000 euros, de los cuales, asegura, pagará sin protestar un buen porcentaje a Hacienda. Después de tantos días de estudio y de 197 duelos frente a Orestes Barbero, lo único que quiere ahora es «vivir tranquilo». Con 4.578.000 seguidores de media y un 37,4 % de cuota de pantalla, el concurso no solo acumuló su bote más cuantioso, sino también el más visto de su historia.

—¿Cree que haber ganado el bote histórico va a cambiar su vida?

—Hasta ahora he estado centrado en intentar conseguir el bote y mis ratos libres eran de estudio. De hecho el día después de llevármelo mi primer impulso fue estudiar y me dije: «No, ya no tienes que hacerlo». Ahora estoy aterrizando en encontrar una nueva rutina. Para el futuro, me lo voy a tomar con calma los primeros meses y luego ya veré qué hago. Tengo la oportunidad de vivir con tranquilidad. No me voy a volver loco, no tengo gustos caros. Lo único que quiero es vivir tranquilo.

—Viéndolo resolver el Rosco del tirón, llamó la atención su serenidad. ¿Pensó en algún instante en pasar palabra?

—Es cierto que dudé con algunas, paradójicamente con algunas fáciles, porque «claustro» me tuvo cuatro o cinco segundos pensando cuál podría ser. Pensaba que era el patio, no el corredor que rodea el patio.

—¿Cómo consiguió llegar al final tan tranquilo?

—Es una mezcla de factores. Uno de ellos es el estudio. En las últimas semanas, desde que se superó el bote histórico, en algunos momentos parecía que las preguntas enciclopédicas eran un poquito menos difíciles, sin dejar de serlo. Entonces repasé muchísimo y las tenía muy recientes. Tuve la suerte de que esas dos que me preguntaron las sabía. Por otro lado, precisamente como veía que lo estaban abriendo un poco, estaba obsesionado con sacar más segundos y empezar antes para aprovechar el turno. Viendo que tenía muchos segundos y que tenía las palabras claras, voy contestando con la serenidad de no tener prisa. A veces cuando te obsesionas con contestar muchas acabas fallando.

—¿Cómo vivió la emisión del programa este jueves?

—Lo vi con mis padres y con el móvil echando humo. La última vez que lo miré vi que tengo 115 chats por leer. Me daré unos días para contestarlos todos. Lo viví con muchos nervios curiosamente. Pensaba que al saber ya lo que pasaba iba a estar sereno, pero cuando más nervioso me he puesto ha sido viéndolo. Me ha sorprendido mi reacción, porque el corazón me latía muy rápido viendo un Rosco que yo sabía que iba a ser histórico.

—¿Se plantea participar en otro concurso u otro programa?

—He ido a muchos concursos de cultura general, que es mi perfil. Pero es cierto que cuando ganas tanto dinero y tienes tanta exposición, quizás es un buen momento para dar un paso atrás y decir que mi etapa ha concluido. Ahora mismo lo que me pide el cuerpo es el anonimato, vivir mi vida y que nadie sepa nada de mí. Entiendo que al salir en la tele mucha gente te conoce, pero poco a poco irá pasando. Eso es lo que deseo, vivir tranquilo y disfrutar de ese bote.

—Dedicó un premio ganado anteriormente a entrar como socio en una librería. También se compró una televisión y una Xbox. ¿A qué piensa dedicar este bote?

—Lo primero que tengo claro es lo que no quiero hacer, que es volverme loco ni empezar a llevar un nivel de vida que ni es el mío ni me apetece. Y segundo, no dejarlo en el banco. Quiero invertirlo. Soy relativamente joven y es mucho dinero de golpe, creo que me puedo permitir hacer inversiones conservadoras y esperar. Creo que eso es una garantía para que me salgan bien.

—Habrá hecho cuentas y sabe que Hacienda se lleva un buen pellizco del premio. ¿Qué le parece?

—Son las reglas. Es la ley y hay que respetarla. De hecho yo he sido un gran beneficiado de los impuestos. La educación pública, la sanidad pública han hecho de mí quien soy y creo que es de justicia contribuir ahora. La gente que piense que estoy sufriendo que no sufra, porque tengo 1.200.000 euros en el banco. Creo que no lo voy a pasar mal.

—¿En las últimas letras del Rosco tenía ya la sensación de que se iba a llevar el bote?

—No, para nada, porque en el Rosco siempre hay cuatro palabras difíciles, dos de diccionario y dos de enciclopedia. En la E me preguntaron un rey visigodo y en la M, un matemático. Ahí las dos de enciclopedia estaban ya resueltas y quedaban las dos de diccionario. Entonces la S era la primera difícil de diccionario, pero quedaba una. Yo estaba atento, sin perder la concentración y, cuando contesto la Y, y veo que la otra difícil no ha llegado digo: «Pues es la Z». Al escuchar la Z, pensé que me la había estudiado, pero aún así lo dije al 90 %. Hasta que Roberto dice «sí» no estoy seguro al 100 % de que me he llevado el bote.

—El jueves vio el programa con sus padres y fue a ellos a quienes hizo la primera llamada después de ganar. ¿Cómo viven ellos su fama?

—Mi padre dice que le saluda por la calle gente que no lo había saludado nunca. Y cuando va al mercado en el puesto de pescado de siempre le dijeron el otro día a una clienta: «Este es el padre de Rafa y que sepa usted que él es así porque come el pescado de mi puesto» [Risas]. Todo esto los ha tenido un poco fritos esta última semana cuando Antena 3 cebaba que alguien se iba a llevar el bote, pero ellos han estado firmes y yo estoy muy orgulloso de ellos.

Rafa Castaño y Orestes Barbero, en «Pasapalabra»
Rafa Castaño y Orestes Barbero, en «Pasapalabra» Antena 3

—Después de ganar, dijo que el resultado le parecía injusto por Orestes. ¿Cómo lo ha visto a él tras la derrota?

—Creo que ambos merecíamos el bote y, que pasara lo que pasara, esto iba a tener un final injusto, porque ambos hemos demostrado que tenemos méritos suficientes para llevarnos el bote. Lo que hablé con él fue que una parte de mí lo sentía, que creía que él también lo merecía y que esperaba de corazón que en el futuro lo vuelvan a llamar y que se lleve un bote tan alto como ese.

—Sabe que él era el favorito de una parte de los espectadores.

—Orestes se hace querer. Si yo fuera un espectador externo creo que Orestes cae mejor que yo, es obvio. Es un buenazo y, además, ha estado mucho más tiempo. Yo he estado 200 programas y él casi el doble. Entiendo eso y lo miro con perspectiva, porque tú tienes que saber quién eres tú. Al final la gente ni lo conoce a él ni me conoce a mí. Tanto los que hablan bien como los que hablan mal lo ven a través de la pantalla con sus prejuicios y su forma de ver. Yo me quedo con que sé que Orestes también se lo merece y espero que vuelva.

—¿Han hablado entre ustedes de si Orestes habría acertado el Rosco de este último duelo?

—Sí, de hecho me contó que la única con la que habría dudado un poco, aunque también la habría dicho, era «sistro». Pero esto era muy habitual, casi siempre nos decíamos, él a mí o yo a él, «yo tenía tu Z y tu X...» Incluso a veces nos pasó que yo me sabía las 25 del suyo y, en otros casos, él se sabía las 25 del mío. En este último programa él quería saber cuáles eran las preguntas de su Rosco, pero yo creo que fue mejor que no las supiera porque si no, imagínate que te las dicen, te las sabes y te torturas pensando que deberías haber sacado más segundos.

—Muchos espectadores aprendieron el jueves la palabra «zabro». ¿Recuerda otras palabras que haya aprendido usted en el programa?

—Siempre recuerdo con cariño dos palabras que me parecieron especialmente complicadas. Una fue de esas que se te quedan en la cabeza no sabes muy bien por qué y otra fue por estudio. Por estudio fue cuando me preguntaron por el autor de un cómic rarísimo, Dot y Dash, y era Sterrett. Creo que ese día perdí, o sea que de poco sirvió. Y hubo un día que me preguntaron quién era el director de gabinete de la administración Obama entre el 2008 y el 2009, que era Rahm Emanuel. A mí me gusta la política estadounidense y me vino a la cabeza. Son dos palabras que les tengo cariño porque son especialmente complicadas.

—Ahora que la inteligencia artificial va conquistando terreno, ¿cree que programas como este reivindican que el conocimiento humano es lo realmente importante?

—Este programa lo que reivindica quizá es el poder de la memoria. Tanto Orestes como yo tenemos muchos conocimientos atomizados y creo que el verdadero conocimiento, la verdadera cultura, es la capacidad de unirlos y tener un discurso propio. En ese sentido, creo que hay otros programas, como Saber y ganar, en los que quizás se demuestra más la cultura de base que uno puede tener. Esto de Pasapalabra es más un espectáculo en el que tú demuestras la capacidad mental que tienes, la memoria. Creo que la cultura va por otro lado. Orestes es un tío cultísimo. Yo creo que tengo una buena cultura general. Lo que hemos demostrado en el Rosco no ha sido tanto eso como nuestro temple y nuestra memoria.