Violencia obstétrica: «He llevado casos de mujeres a las que se les ha hecho cesárea sin anestesia, a pesar de sus gritos»

Marta Otero Torres
marta otero LA VOZ

ACTUALIDAD

La abogada Francisca Fernández ha denunciado este tipo de casos ante la OMS, que ha amonestado a España

19 mar 2023 . Actualizado a las 11:49 h.

La semana pasada la OMS denunció por tercera vez un caso de violencia obstétrica durante el parto en España, esta vez sufrida por una mujer en Sevilla a la que sometieron a comentarios vejatorios y que fue pinchada hasta nueve veces por sanitarios en prácticas para ponerle la epidural. Francisca Fernández, experta en denunciar casos de este tipo, es su abogada.

—Los detalles que han trascendido de este caso son tremendos.

—Sí, me parece muy duro esto de que cuando la pinchaban en la espalda le dijese la titular a las residentes: «Así no, que la puedes dejar paralítica». Eso te da una idea del terror que tuvo que sufrir ella, pensar que se podía quedar paralítica, en plena contracción, cuando te están diciendo no te muevas debe ser terrible.

—Mucha gente no sabe todavía qué es la violencia obstétrica.

—Violencia obstétrica es un maltrato hacia las mujeres en el ámbito de la ginecología y la obstetricia, que puede consistir en palabras despectivas, en ignorar sus necesidades y, sobre todo, en privarlas de su derecho a tomar decisiones.

—¿Cuáles son las razones que ese esconden detrás de esta práctica?

—La violencia obstétrica no es una negligencia médica que se produce por un error o una imprudencia. Aquí lo que hay es un afán de arrebatar a la mujer su capacidad de decidir, obviamente obedeciendo a intereses, que los hay. Por ejemplo es muy común lo de «limpiar la guardia», que es hacer que las mujeres den a luz, de una manera o de otra, antes de que llegue la noche para dormir la guardia y descansar o dejarla libre para las «verdaderas» urgencias, como si un parto en sí no lo fuera. También las inducciones programadas en la privada, que al fin al cabo es acomodar los partos a la agenda del médico.

—Entonces las inducciones al parto y la excesiva medicalización también se incluyen.

—Claro que sí, porque son mala praxis médica. Muchas veces no hay una indicación médica válida, tienen perjuicios y obedecen a estos intereses que hablamos antes, acomodar la agenda, dormir la guardia.... Es común querer acabar en veinte minutos, y cuando la mujer se resiste o percibe que lo que se le está haciendo carece de razón siempre se la suele engañar. Se les dice que hay poco líquido amniótico, o mucho, o lo que sea. Les dan razones falsas y les impiden decidir libremente lo que es bueno para ellas y para su bebés. Hay una coacción psicológica.

—Muchas mujeres también denuncian que les tratan de locas, quejicas o histéricas.

—Claro, porque anular la voluntad o la capacidad de decisión de las mujeres pasa muchas veces por quitarles veracidad a lo que dicen, a sus sensaciones. Ningunearlas y tratarlas como niñas pequeñas.

—¿Qué situaciones ha tenido usted que denunciar ante un juzgado?

—A veces hay cosas muy fuertes, como esta última de utilizar a una mujer como un conejillo de indias para que practiquen las residentes de primeros cursos. Yo he llevado casos de mujeres a los que les ha hecho cesárea sin anestesia, a pesar de sus gritos. En otro hospital hace poco hicieron una cesárea forzosa supuestamente «para protegerse del covid», cuando era el tercer parto y la niña estaba con la cabeza asomando. Engañaron a esta pobre mujer, le hicieron creer que le iban a atender el parto normal y que la llevaban a quirófano para ponerle la epidural y cuando se dio cuenta le estaban cortando el vientre, Ignorándola. Es falso que así se protegieran de nada, pero es indignante que haya personas en el mundo de la medicina que prefieran protegerse a sí mismas causando un mal a la paciente.

—¿Se da más violencia obstétrica en la sanidad pública o en la privada?

—Pasa en los dos ámbitos, pero las formas son distintas. En la privada es más engaño que violencia verbal, pero muchas veces hay un engaño grande. Se hace mucho la maniobra de Hamilton, que es cuando las mujeres van a hacerse un tacto en la semana 39 o 40 de embarazo y las mujeres notan dolor y algo de sangre. Muchas veces lo que les han hecho es un despegamiento de membranas para provocar el parto, sin avisarles. En la pública también es común acelerar los partos o retrasarlos. Se abandona a la mujer en una habitación, se le sube la epidural y se deja ahí hasta que haya un cambio de turno, o hasta que convenga.

—Se está visibilizando ahora más esta situación, todos conocemos varios casos. ¿Por qué no se ha denunciado más?

—Hasta ahora las mujeres hablábamos poco de nuestros partos, porque era considerado casi algo escatológico, no interesaba. También hay algo de vergüenza de haber pasado por eso, que es algo que normalmente lo pasas sola y lo intentas justificar, como una especie de síndrome de Estocolmo. Después está el miedo y que nos han hecho creer que es normal pasar todo ese horror para que nuestros hijos estén vivos. 

«En el Reino Unido sería inviable que en un paritorio entrase de repente alguien de mantenimiento»

Desde 1985 la OMS viene denunciando prácticas innecesarias y abuso de poder en los partos.

—¿Por qué tantas llamadas de atención a España? ¿Es más habitual que en otros sitios?

—En Europa es más frecuente en España y en otros países como Italia o Grecia. En Inglaterra hubo un movimiento de denuncia y es diferente, porque los derechos individuales y la intimidad se protegen mucho más allí. Sería inimaginable que allí en un paritorio entrase de repente alguien de mantenimiento o alguien que no sea la comadrona.

—¿Estamos avanzando?

—Aquí ha habido un movimiento reivindicativo muy potente, gracias a las organizaciones feministas y organizaciones de mujeres que han salido a denunciar estas prácticas.

—¿Hacen falta más leyes para acabar con este tipo de prácticas?

—A mí como abogada me sobran leyes, lo que necesito es que los jueces apliquen a las mujeres las mismas garantías de consentimiento e información que a otros pacientes. Quiero que los profesionales de la salud actúen conforme a la evidencia científica y el respeto que se merecen las mujeres. Y que el gobierno controlen que eso se está haciendo, que es lo que se ha omitido y se ha abandonado. Presumen de que van a hacer una ley sobre la violencia obstétrica y, mientras tanto, las víctimas a las que Naciones Unidas ha decretado que el Estado español tiene que indemnizar están esperando. No solamente no las han indemnizado, sino que la abogacía del estado, ha dicho que no va a cumplir con las decisiones.