Las caceroladas persiguen a Macron en su gira nacional

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

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Macron, durante su visita a un colegio en Ganges.
Macron, durante su visita a un colegio en Ganges. Daniel ColePOOL | EFE

El presidente advierte que no dimitirá, a pesar de su impopularidad, y que seguirá hasta el final de su mandato en el 2017

21 abr 2023 . Actualizado a las 09:07 h.

Emmanuel Macron quiere demostrar que a pesar de la impopularidad que sufre, agravada por la promulgación de la reforma de las pensiones, va a seguir gobernando hasta el final de su mandato. «Yo no voy a dimitir, habrá que esperar al 2027», dijo este jueves durante una visita a Pérols, en el sur de Francia, en referencia a la fecha de las próximas elecciones presidenciales.

El presidente parece dispuesto a vencer por agotamiento a los que han decidido salir a su encuentro con caceroladas a cada desplazamiento programado para renovar el contacto con los franceses. «Esa ira se expresa, y no me esperaba otra cosa», dijo Macron durante su desplazamiento del miércoles en Alsacia, «pero eso no me impedirá seguir desplazándome por todo el país porque debemos seguir actuando y avanzando». Aseguró que seguirá al servicio de los franceses durante los cuatro años que le quedan de mandato, «haga bueno, llueva o nieve», al mismo tiempo que recordaba que había visto situaciones peores con la crisis de los chalecos amarillos. Mientras, varios centenares de personas hacían ruido con las cacerolas y pedían a gritos su dimisión.

Corte de electricidad

Este jueves, Emmanuel Macron estuvo en el departamento del Hérault para hablar de educación. Fue acogido por una cacerolada que podía oír, pero a lo lejos porque el prefecto se había encargado de prohibir los «dispositivos sonoros portátiles» en el entorno del colegio donde el presidente iba a estar.

El celo del prefecto no impidió que la Confederación General del Trabajo (CGT) local cortara la electricidad del aeropuerto de Montpellier donde iba a aterrizar Macron y del instituto Louise-Michel de Ganges, lo que les obligó a desarrollar el acto en el patio del centro.

Allí, Macron sacó la chequera y anunció un aumento sin condiciones del salario de todos los profesores, entre 100 y 230 euros netos al mes, así como una subida suplementaria de 500 euros por la realización de ciertas misiones. «No habrá más profesores que ganen menos de 2.000 euros al mes», aseguró el jefe del Estado, una promesa que costará 1.900 millones de euros en el 2024. Pero los sindicatos acogieron con frialdad estas medidas porque se trata de promesas que ya había realizado durante la campaña electoral, antes de que llegara el período de inflación.

Tras la visita a Ganges, Macron se desplazó a Pérols, donde paseó en mangas de camisa, estrechando manos y multiplicando los selfis con todo aquél que le pedía posar para una foto, aunque también tuvo que responder a las críticas de los que le reprochaban el no escuchar la voz de los franceses que están descontentos con la reforma de las pensiones.

El inquilino del Elíseo suele salir bien parado de este tipo de operaciones de comunicación, que piensa repetir en las próximas semanas, aunque tendrán que ser numerosas, ante el profundo descontento entre los ciudadanos tras la promulgación de la ley de pensiones. El lunes, 15 millones de franceses siguieron su intervención en la televisión pero, según un sondeo publicado este jueves, a una abrumadora mayoría (78 %) no les convenció su mensaje.