Matar marcianitos a los 90 años

María Viñas Sanmartín
maría viñas A CORUÑA / LA VOZ

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María Viñas | Álex López-Benito

La realidad virtual llega a las residencias de mayores gallegas como herramienta rehabilitadora

24 abr 2023 . Actualizado a las 13:34 h.

En la única estancia de toda la residencia de mayores Torrente Ballester a la que no llega la luz del sol —que a las 11 de la mañana se eleva desde la costa de Oleiros sobre el paseo marítimo de A Coruña— Elvira Villar, de 84 años, despliega toda su destreza frente a una pantalla de proyección gigante que ocupa toda la pared. Una vez a la semana, deja de ser ella durante unos 15 minutos para convertirse en un muñeco articulado de madera que pisa ratones. «Que lo intenta», precisa. Es modesta, pero la tarea no se le da nada mal. Por un momento, olvida que hoy tiene público, tan concentrada que es incapaz de reprimir un grito cuando supera el reto: «¡Pleno!». Y aplaude. Sonríe tímidamente y dice que, cuando juega, se le olvida que existe el mundo. «Como cuando hago sopas de letras», apunta. Admite que los roedores la traen especialmente loca y Antonia Raño, Toni, fisioterapeuta del centro, cuenta que hay noches que incluso sueña con ellos. «A veces no soy capaz de salvarlos, no lo soy», lamenta Elvira.

Elvira Villar, de 84 años, intentando alcanzar un ratón en uno de los juegos de Rehametrics.
Elvira Villar, de 84 años, intentando alcanzar un ratón en uno de los juegos de Rehametrics. VÍTOR MEJUTO

En la puerta, Antonio Suárez —87 años recién cumplidos— aguarda impaciente su turno; le esperan en la sala con vistas a la Torre de Hércules para echar la partida diaria a las cartas, pero antes quiere mostrar de lo que es capaz. Toma posiciones en el centro de la habitación sobre un círculo verde que, enseguida, detecta su presencia y empieza a escorarse hacia los lados, sin desestabilizarse ni un poco. Es un esquiador que se desliza pista abajo esquivando obstáculos. «Este es el más complicado —avisa—. Porque se pone un poquito atravesado». Al rato ha completado la pantalla. «No se consiguió todo —asume—, pero algo hicimos». Se ha divertido y, además, ha trabajado el equilibrio estático.

El geriátrico coruñés fue uno de los primeros de Galicia en integrar la realidad virtual en sus programas de rehabilitación, tanto en la física como en la cognitiva. Centro piloto del sistema Rehametrics —que este verano la Xunta implantará en toda su red de residencias públicas—, pone a sus mayores a perseguir marcianitos y a alcanzar globos de colores, pero también a darle al coco, a buscar parejas de imágenes o a calcular, cual cajeros, el cambio correcto de la compra en billetes y monedas. De pautarles la actividad se encargan Toni y Fernando Salgado, terapeuta ocupacional. Ellos deciden quién, cómo y cuándo realiza cada ejercicio, y les acompañan en todo momento, evaluando su rendimiento.

Carmen Pérez, de 80 años, prueba la estimulación cognitiva en la tableta electrónica.
Carmen Pérez, de 80 años, prueba la estimulación cognitiva en la tableta electrónica. VÍTOR MEJUTO

«Utilizamos la realidad virtual como complemento a las técnicas tradicionales de estimulación», explica Juan Cores, director del centro, incapaz de terminar una frase, porque residente con el que se cruza, residente al que para. «Eduarda cuida de todas estas plantas —cuenta, girando la cabeza hacia un oasis adosado a la biblioteca—. Antes era una selva, menos mal que la tenemos». «Manuel acaba de llegar de cortarse el pelo —continúa—. Y María tuvo que marcharse muy joven a Inglaterra». Y María, acomodada junto a la barandilla del último piso, levanta la vista de una biografía de Marilyn Monroe de la que ya ha leído más de lo que le queda para terminarla. Exclama que vaya mujer, vaya vida, y echa un vistazo rápido a la fachada acristalada que abraza el recinto. «Allí se ve la playa de Mera», comenta Antonio de camino al tute.

Cores continúa: «Lo que nos permite este programa es, sobre todo, ver la evolución del residente, ver cómo va progresando desde que el equipo técnico le programa los ejercicios. Porque aunque simula un juego, realmente es una actividad terapéutica diseñada de manera individual que busca un objetivo, ya sea el mantenimiento, físico o cognitivo, o la recuperación funcional de alguna parte del cuerpo». «Lo que se pretende es que el deterioro sea mucho más lento y, si puede ser, pararlo en la medida de lo posible», completa Fernando Salgado.

Lo más curioso —coinciden los trabajadores del centro— es la autopercepción sobre el estado de salud que tienen los residentes tras una mañana atareada, ya sea ordenando una despensa virtual o pinchando pelotas imaginarias. «Se sienten muy bien, y ya solo eso supone un éxito muy importante», valora Cores. «Y, aunque a veces no les salga bien y se frustren, acaban sudando —añade Raño desde el gimnasio sin quitarle ojo a las máquinas—. Yo les digo: ‘El ejercicio no te salió, pero correr, corriste…’. Si yo les mando hacer eso, no lo hacen. Pero como ahí están en el juego, estimulados, trabajan muchísimo más. Y además así lo hacen ellos solos. Se lo toman muy en serio. Se dicen, ‘quiero hacerlo’, y terminan consiguiéndolo».

Porque están de vuelta, los mayores llevan mal que se les trate como críos. «Porque ya fumaron a escondidas y ya se escaparon de casa», cuenta Cores que le dicen. Pero ven un juego y se les iluminan los ojos, y a quién no. A quién no le gusta retarse con la máquina, ponerse a prueba. Al fondo, una voz robótica femenina dice: «Lo has hecho fenomenal. ¡Sigue así!». Carmen asiente con el mentón. Y responde: «Gracias».

Antonio Suárez y su esposa, Manola Barreiro, en el balcón de sus habitaciones, que comparten.
Antonio Suárez y su esposa, Manola Barreiro, en el balcón de sus habitaciones, que comparten. VÍTOR MEJUTO