Juan Carlos I, la ría de Pontevedra y la vela: las claves de un idilio real

Marcos Gago Otero
m. gago SANXENXO / LA VOZ

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Ha acudido siempre que ha encontrado la oportunidad a Sanxenxo desde que hace ocho años recuperó allí el contacto con la navegación; con todo, en esta visita apenas ha podido disfrutar del mar, ya que el mal tiempo no le ha permitido navegar. Este domingo tampoco ha podido participar en la regata

23 abr 2023 . Actualizado a las 14:05 h.

Juan Carlos I y la ría de Pontevedra mantienen un idilio desde hace ocho años, y el paso del tiempo no ha hecho más que acrecentarlo, aunque durante su actual visita apenas haya podido disfrutar del mar. El mal tiempo apenas le dejó entrenar el viernes y ha impedido la participación del rey emérito en las regatas de este fin de semana. Ni el sábado ni el domingo ha podido tomar parte en las dos mangas que se han celebrado, y que sí disputó su embarcación, el Bribón, pero sin él a bordo. Aunque el padre de Felipe VI ha llegado a acercarse al puerto deportivo en ambas jornadas, también en ambas ha vuelto a la casa de su anfitrión, Pedro Campos, sin siquiera bajarse el vehículo. Ha saludado a la prensa congregada pero no ha hecho declaraciones. 

Fue en septiembre del 2015 y a bordo del Acacia, un precioso velero propiedad de un amigo, cuando se reconcilió con el mar y con la náutica deportiva tras unos años en los que sus complicaciones de salud, que lo llevaron al quirófano varias veces, lo mantuvieron apartado de las competiciones marinas.

No era la primera vez que Juan Carlos I navegaba por la ría pontevedresa, que ya conocía bien desde su época de guardiamarina en la Escuela Naval de Marín, institución a la que ha regresado en numerosas ocasiones. También había participado en distintas regatas, e incluso apoyado la salida de la prestigiosa Volvo Ocean Race desde Sanxenxo en el 2005, localidad cuyo puerto deportivo lleva el nombre del monarca hoy emérito.

Sin embargo, aquel viaje en el Acacia le conquistó y su círculo de amigos gallegos, con Pedro Campos a la cabeza, aprovechó la oportunidad. Sanxenxo se transformó en su puerto base y las aguas pontevedresas en el reto a surcar siempre que fuese posible. En este concello, además, se siente querido. No fue casualidad que escogiese esta villa y la casa de su amigo Campos para pasar su último día en España antes de su marcha a Abu Dabi en el 2020. También fue Sanxenxo el lugar elegido para su regreso a España en mayo del año pasado, y una vez más este abril, aunque con una agenda muchísimo más discreta.

Una ría muy atractiva para la navegación

En esta ocasión, aunque el tiempo no le ha acompañado, sí ha podido ponerse de nuevo al timón del Bribón, aunque solo haya sido por unas pocas horas. ¿Pero qué tiene de especial esta ría para un navegante? El presidente de la asociación de clubes gallegos (Asnauga), Javier Ruiz de Cortázar, destaca la alta calidad de sus infraestructuras náuticas, varaderos y servicios —en Sanxenxo, Portonovo, Combarro y Bueu—. «Las islas Ons hacen de parapeto para los vientos del sur sudoeste, por lo tanto dentro de la ría se puede navegar prácticamente todo el año», sentencia.

Ruiz de Cortázar incide en que Pontevedra «es una ría muy limpia, que no tiene prácticamente bajos como otras», lo que hace seguros los periplos. «Es perfecta, tiene muchos puntos de referencia como para hacer sotavento barlovento, como para circuitos, y si quieres hacerlo hacia fuera puedes incluso ir bordeando las islas», sostiene. El presidente de Asnauga precisa que tiene «muchas zonas con distintas variedades de vientos» y esa característica permite multiplicar las actividades náuticas.

El Náutico de Sanxenxo es el principal club en la ría pontevedresa. Socios de esta entidad elogian su configuración, que se presta a dos posibles campos de regatas, uno en la boca, entre Sanxenxo y Beluso, y otro exterior frente A Lanzada. «Es una ría limpia», insisten todos los consultados, e inciden en que hay posibilidades de navegación todo el año. Los deportistas alaban de Sanxenxo «un conjunto de factores, no solo la ría», como los puertos, servicios, personal cualificado y la propia localidad y su infraestructura turística. «Todos los palos de la baraja son buenos, no tiene nada negativo», concluyen.