Séamus Boland: «El fenómeno de los trabajadores pobres es la gran crisis que tenemos en el horizonte»

La Voz BRUSELAS

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EESC, European Union

El representante de la sociedad civil en el Comité Económico y Social Europeo reclama un gran pacto europeo de la vivienda

01 may 2023 . Actualizado a las 08:36 h.

No hay un grupo más diverso en el Comité Económico y Social Europeo (CESE) que el que preside el irlandés Séamus Boland. La suya, mesurada y profunda, es la voz de la sociedad civil, articulada en un abanico de organizaciones que poco tienen que ver entre sí: desde  consumidores a oenegés y asociaciones pesqueras y agrícolas. Por eso sus opiniones suelen tener en cuenta los intereses generales, como demuestra a lo largo de la entrevista que concedió a La Voz tras el plenario del CESE. 

—¿Deberían subir los salarios o esto podría empeorar la situación de alta inflación

—El argumento de que el incremento salarial empuja la inflación y reduce la competitividad es el argumento generalizado, pero lo cierto es que los salarios en Europa siguen particularmente bajos desde la caída del sector bancario en el período 2009-2015. En muchos casos, la gente perdió sus empleos y los sueldos se congelaron, así que la idea de que sus subidas contribuyen a la inflación no se da. Desafortunadamente los salarios entre los trabajadores peor pagados son muy muy bajos. Tiene que haber otra discusión sobre cómo subirlos.

Hay un número creciente de trabajadores pobres en la UE. ¿Qué está pasando?

—La UE ha lidiado con varias crisis consecutivas que han derivado en un creciente número de trabajadores pobres. Si seguimos permitiendo que crezca su número, ponemos en riesgo la democracia y la estabilidad. Si los trabajadores reciben menos dinero de las marcas, gastan menos y eso es un círculo vicioso. Los Gobiernos tendrán que incrementar los recursos y servicios o encontrar fórmulas de incrementar salarios, pero no se puede continuar así.

—¿Teme que esta situación contribuya al ascenso de la extrema derecha en las próximas elecciones europeas?

—Creo que (ese temor) siempre estuvo ahí. La mayor parte de los partidos están en el centro y espero que no se materialice. Pero veremos un incremento significativo. 

—Sobre el ingreso mínimo vital (IMV), los empresarios sostienen que desincentiva el trabajo. ¿Está de acuerdo?

—La confianza en que el ingreso mínimo es la solución clave para la atención social es una estupidez. Es ingenuo y normalmente no funciona. Por supuesto que se necesita, pero si no lo combinas con unos servicios rápidos y eficientes en materia de sanidad, educación y salarios mínimos, por sí solo no funcionará. Así que el ingreso mínimo en sí mismo no es una buena fórmula.

—¿Está a favor de imponer condiciones de acceso a esta renta?

Sí, pero cada país debe revisar sus sistemas de salud y bienestar y ver si sus hogares de bajos ingresos tienen acceso a la sanidad de manera oportuna en el tiempo. La situación ideal es tener unos servicios públicos apropiados y rápidos. La siguiente herramienta es el ingreso mínimo, para que los hogares no pasen hambre. Hay 25 millones de europeos que viven en el umbral de la pobreza. Eso es mucha gente.

En España ha habido muchas quejas por las dificultades burocráticas para acceder al IMV. ¿Le preocupa al Comité?

—Hemos debatido aquí opiniones sobre el ingreso mínimo y pobreza. En esas opiniones se hacen recomendaciones […] Algunos países no tienen sistemas sociales perfeccionados y eso vuelve a mi punto: el fenómeno de los trabajadores pobres es la gran crisis que tenemos en el horizonte. Si su número aumenta, aumentará la inestabilidad en la UE

La Comisión ha instado a retirar los escudos sociales. ¿Es el momento?

—Los escudos sociales llegaron porque los necesitábamos [...] Hay sectores que no los necesitan, pero muchos de estos escudos han contribuido a reducir la pobreza y han dado oportunidades a gente en ese umbral, así que no estoy de acuerdo con la retirada masiva. Yo iría con más calma y, en algunos casos, no retirarlos nunca. 

—Tenemos un problema con los precios de la vivienda. ¿Sería necesaria una intervención a nivel de la UE?

—El mercado, desafortunadamente, nunca se gestionó de forma adecuada ni fue regulado de forma adecuada. Creo que fue un error que, a finales de los 90 y principios de los 2000 se nos llevase a una economía de mercado en todo. El parque de vivienda social se debilitó hasta tal punto que en Europa está en su nivel más bajo, probablemente, desde la Segunda Guerra Mundial. El mercado nunca se recuperó del último shock. El sector de la construcción en Europa sufrió enormemente. Todos recordamos las construcciones fantasma, los edificios abandonados en España o Irlanda. Eso no se recuperó. Si los Gobiernos europeos no incrementan el número de viviendas sociales, tendremos un problema que solo irá a peor. 

—¿Hablamos de sellar un gran pacto para la vivienda social?

—Sí, absolutamente [...] Estamos en una espiral de precios, con gente que no puede comprar casas y familias que no pueden ni acceder a un alquiler. Mi grupo pide un New Deal para la vivienda. Es importante extender subsidios, préstamos sociales y financiación para fabricarlas, multiplicando por cuatro el parque actual. No a través de los contribuyentes sino con bonos, préstamos e incentivos. España necesita unas 200.000, puede que más. Es una inversión, no es malgastar dinero.

—¿Con fondos europeos NGEU o nuevos?

—Esa es una forma de hacerlo, pero mi miedo es que usar fondos estructurales no funcione muy bien realmente. Si hubiésemos hecho eso, por ejemplo, durante la crisis del covid, no hubiéramos conseguido las medicinas y vacunas que necesitábamos. Creo que el New Deal significa nuevas estructuras de financiación, no necesariamente dinero de los contribuyentes sino nuevas estructuras para extender fondos. Puede ser con bonos a largo plazo, con préstamos a largo plazo, un mix con subsidios e incentivos fiscales.

—Los empresarios se quejan de que la competitividad ha quedado relegada a un segundo plano. ¿Cómo de puede mejorar?

—No tengo problema con garantizar que las estructuras regulatorias permitan un buen sistema competitivo. En algunos sectores no existe, como el high tech. Necesitamos ver cómo mejorarla en la industria más pequeña. La grande se beneficia de un entorno competitivo mucho más proteccionista que el estadounidense y están bien protegidas. La competitividad puede verse dañada por demasiada regulación y por no disponer de financiación suficiente o trabajadores debidamente formados.