La guerra entre Disney y el gobernador de Florida, libertad de expresión y homosexualidad

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OCTAVIO JONES

La compañía, que criticó una ley antigay de DeSantis, denunció que está perseguida por el político; una junta estatal contraataca con una demanda

14 may 2023 . Actualizado a las 21:57 h.

Solo era una inmensa zona pantanosa en el interior de Florida. Y Disney la convirtió en un reino con castillo. Pero no solo de cuento. Su complejo de parques en Orlando (cuatro de atracciones y dos acuáticos) disfruta de un régimen especial permitido por el Gobierno estatal desde los años sesenta. Ningún otro centro de trabajo privado de Estados Unidos cuenta con más de 75.000 empleados, que trabajan en un complejo que ocupa 110 kilómetros cuadrados. Es una fábrica de sueños convertida en un motor turístico. Pero el encanto se ha roto. Ese reino y Ron deSantis, el gobernador republicano de Florida (uno de los aspirantes a suceder a Donald Trump como líder conservador), se enfrentan en una guerra ideológica, judicial y política. Disney ha demandado al Ejecutivo y una junta estatal anuncia acciones legales contra el gigante.

Todo comenzó cuando DeSantis impulsó el veto en las aulas de temas relacionados con la orientación sexual. En Florida, los profesores deben evitar estas cuestiones hasta secundaria. Los detractores de la ley la rebautizaron como «Don't say gay». No digas gay. El equivalente al antiguo «no preguntes» del ejército estadounidense, donde se aplicaba una norma no escrita: para no discriminar a los homosexuales en la institución, lo mejor era no sacar el tema. DeSantis recibió el aplauso de los votantes conservadores. Pero Disney tomó posición criticando la ley abiertamente en las redes sociales. Y el republicano desafió al gigante, hablando de nuevos impuestos y regulaciones, incluso de peajes en las carreteras de acceso a los parques. «El reino corporativo de Disney ha terminado, a pesar de sus repetidos e inútiles intentos de eludir la voluntad del pueblo», llegó a decir el político.

Uno de sus movimientos fue cambiar la legislación en febrero para tomar el mando en el Distrito de Reedy Creek, que controla los parques. En enero, los miembros de la junta adoptaron un acuerdo que otorgaba a Disney sobre los terrenos un blindaje que duraría al menos 21 años después de la muerte del último descendiente vivo del rey Carlos III. Semanas después, DeSantis movió sus hilos en este órgano para revertir la decisión. La polémica no solo afecta a los parques. Celebration es una ciudad de unos 11.000 habitantes creada por los hermanos Walt y Roy Disney, gobernada por una especie de junta de comunidades y de propietarios, aunque con una especie de palanca de control final que se reserva la compañía. Se montó como un centro comercial, pero se acabaron levantando viviendas, que empezaron a tener inquilinos a mediados de los noventa.

La Primera Enmienda

«Se trata de una campaña de represalias del Gobierno, orquestada en cada paso por el gobernador DeSantis como castigo por el discurso de Disney y que ahora amenaza las operaciones comerciales, pone en peligro su futuro económico en la región y viola sus derechos constitucionales», indica la compañía en la denuncia que presentó en abril. Su pilar es la Primera Enmienda de la Constitución, la que alude a la libertad de expresión. «Es una campaña implacable que usa el poder del Gobierno contra Disney en represalia por expresar un punto de vista político».

Taryn Fenske, portavoz del Ejecutivo de DeSantis, respondió: «Las empresas no tienen ningún derecho a mantener privilegios. Esto es otro ejemplo desafortunado de su esperanza de socavar la voluntad de los votantes y operar fuera de los límites de la ley». Miembros del equipo de comunicación de campaña de DeSantis enviaron un correo en el que señalaban que «Woke Disney difunde propaganda demócrata».

En la demanda, Disney utiliza como prueba cinco citas del libro del gobernador: The Courage to Be Free, Florida's Blueprint for America's Revival. «Como consecuencia de su discurso, las cosas empeoraron para Disney», escribió el republicano. También usa un artículo publicado por DeSantis en el Wall Street Journal.  «Disney tiene recursos, algo que pequeños negocios y particulares no pueden hacer cuando el Estado los persigue por expresar sus puntos de vista. En América, el Gobierno no puede castigarte por decir lo que piensas», argumenta la compañía.

Pero las tropas de DeSantis se lanzan al contraataque. El Distrito de Supervisión de Turismo de Florida Central, compuesto por miembros designados por el gobernador, acaban de autorizar la presentación de una contrademanda contra Disney. ¿Qué repercusiones tendrá esta guerra? Hay voces republicanas que señalan que presionar a empresas privadas no entra dentro de la filosofía republicana. The Washington Post indica que el conflicto es una amenaza para la carrera hacia la Casa Blanca de DeSantis y que puede frenar el ímpetu de otros gobernantes a la hora de castigar a corporaciones críticas con sus políticas. Cambia el cuento. De Érase una vez a Juego de tronos.