Sandra Bravo, psiquiatra: «En Tinder hay que protegerse de narcisistas y personas maquiavélicas»

Marta Otero Torres
marta otero LA VOZ

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La experta advierte de que las «apps» de citas pueden generar problemas de salud mental y esconden muchos perfiles falsos

07 may 2023 . Actualizado a las 09:16 h.

Dicen que nunca fue tan fácil ligar como en la era de Tinder. La llegada de las aplicaciones que simplifican la a veces complicada tarea de la seducción y el cortejo ha abierto las puertas a múltiples posibilidades, pero también tiene su cara b. Uno de cada tres usuarios se considera adicto y muchos perfiles campan a sus anchas con el único objetivo de alimentar su ego a cualquier precio. La psiquiatra Sandra Bravo ha analizado los problemas más frecuentes que acarrea el uso de esta nueva tecnología. 

—Las «apps» de citas han transformado nuestra forma de relacionarnos, pero ¿estamos realmente preparados emocionalmente para ello?

—Depende un poco de la generación de la que estemos hablando. Si hablamos de las más jóvenes, estas ya tienen esta forma de relacionarse muy interiorizada, porque han crecido con internet, con todo tipo de apps y con redes sociales. Quizás los que más pueden encontrar cierta extrañeza son las generaciones más mayores, que tienen más interiorizada la forma más clásica de conocer gente. En esos casos sí que se pueden encontrar dificultades para entender el funcionamiento de las aplicaciones o para abrirse a esa forma nueva de relacionarse. Podemos encontrar algo de frustración, miedo ante un tipo de tecnología nueva y la gente puede sentirse un poco abrumada por la cantidad de opciones o de mensajes que recibe. A veces, incluso, porque el interés no es un interés real, porque hay gente en las apps que quiere flirtear y pasárselo bien, pero no busca nada serio, y eso también nos puede generar decepción o tristeza.

—No es como ligar en una discoteca.

—Usar Tinder no es como si conocieses a alguien en un local, en una discoteca, en el cine o en la biblioteca. Porque ahí esa persona se te está acercando a ti exclusivamente para hablar contigo, pero en las apps una persona puede tener abiertas miles de conversaciones. No hay esa exclusividad, y en muchos casos ese primer vínculo puede no llegar a nada. Todo esto puede causar ansiedad y afectarnos emocionalmente. Igual no estamos preparados para esta forma de relacionarnos, pero sobre todo las generaciones más mayores.

—Uno de cada tres usuarios de estas apps se considera adicto, ¿Cuándo podríamos decir que tenemos una adicción?

—Al crecer el número de aplicaciones, cada vez hay más usuarios y hay más abuso potencial. ¿Cuándo llegamos a ver que hay un problema de adicción? Pues es igual que en otras adicciones, la clave está en la frecuencia de uso: si todos los días necesitas utilizarla, si limita tu vida y domina tu pensamiento. Si cuando la usamos mejora nuestro humor y nuestro ánimo; y si cada vez necesitas usarla más tiempo para tener el mismo sentimiento puede haber ya un problema.

—¿Cuáles son las características que las hacen adictivas?

—Hay varias cosas. Por una parte, tienen un funcionamiento muy fácil y un refuerzo positivo muy fuerte y muy rápido. Cualquiera puede hacernos ver que nos considera atractivos y tener un «match» es instantáneo. Eso tiene un gran poder adictivo. Por otra parte está el refuerzo intermitente: hay veces que la propia app deja nuestro perfil oculto, todos los likes que teníamos empiezan a decaer y podemos y pensar que no somos lo suficientemente interesantes para los demás. Pero de repente el perfil se hace más visible, hay un refuerzo inmediato, desaparece el negativo y nos quitamos la presión de encima. Eso es más fuerte todavía. Otra causa es que disminuye la ansiedad de gente que tiene miedo al rechazo, porque no hay feedback negativo explicito. Es bastante normal que una conversación se quede a medias, pero se pasa de ese tema y listo. Luego está el hecho de que hay una cantidad muy grande de posibles parejas, de personas disponibles para entablar vínculos, y eso nos puede dar cierta parálisis de elección. Al haber tantas posibilidades eso nos hace seguir deslizando a la derecha, seguir buscando más gente y que extender mucho el uso. Además, la geolocalización que te dice a qué distancia está la persona y favorece encuentros como más fáciles y directos.

—Es cierto que se ve este tema en las consultas de psicólogos y psiquiatras?

—No tengo datos de cuánta gente, pero es cierto que al haberse universalizado el uso de las apps acaban saliendo en consulta si hay un problema con ellas. Pero normalmente el problema es de base: falta de autoestima o dependencia emocional. La persona puede venir porque se siente a disgusto o tiene un mal autoconcepto, animo bajo, tristeza o ansiedad... Al relacionarse con otras personas se acentúan esas características. Muchas veces no se ve que haya una adicción porque está tan normalizada que no entendemos que lo sea adicción. Es difícil discernir dónde está el límite.

—¿Cuál es el principal peligro de utilizar este tipo de apps?

—La capacidad que tienen para generar problemas de salud mental. No solo la adicción, que ya hemos hablado de ella, sino ansiedad, insomnio o problemas de autoestima. Además, en Tinder hay que protegerse de lo que llamamos la tríada oscura (narcisistas, antisociales y personas maquiavélicas), que tienden a utilizarla a otras personas para  ensalzar su ego, sentirse bien o conseguir sexo rápido de una forma en la que no tengan ningún tipo de compromiso, incluso a costa del bienestar emocional de otra persona. Ahí hay un gran riesgo. Hay gente que se escuda en un perfil que puede ser falso para herir a otras personas.

—Pero también hacen una labor positiva facilitando que la gente se relaciones y se sienta menos sola.

—Claro, hablamos de los perjuicios y peligros de los que queremos alertar, pero estas apps también tienen un lado positivo para mucha gente, porque cada vez es más difícil conocer gente y quedar con ella. Nos permiten ahorrar tiempo y son buenas para quienes tienen más miedo al rechazo porque les permiten poder hablar a través de un chat, pensar mejor las respuestas y no sentir ese rechazo directo o el miedo del primer contacto en persona. Cuando ya hay contacto físico tienes detrás conversaciones y eso nos da algo más de seguridad para conocer al otro en persona.

—¿Hacia dónde nos lleva esto? ¿Acabaremos volviendo a lo «tradicional» o las nuevas generaciones ya no saben relacionarse «en vivo y en directo»?

—Esta ya es una cuestión para los sociólogos, pero como opinión personal yo creo que será difícil que volvamos al modo tradicional de establecer relaciones. Por supuesto esa va a ser una opción y siempre va a estar ahí, pero cada vez la tendencia es más a conocer gente que no está en nuestro entorno. Las apps se mantendrán, y creo que incluso surgirán otras opciones a nivel tecnología para poder conocer gente. Pero es cierto que quizás las nuevas generaciones no han conseguido las mismas habilidades a nivel social de cortejo físico, porque la interacción es mucho más frecuente a través de internet que a través de la propia vida real. Así que yo sí que diría que cada vez somos más torpes para conocer gente en un entorno físico.

«Hay encuestas que dicen que un 42 % de las personas que usan las apps de citas tienen pareja»

Aunque no suele ser lo normal, cada vez más estudios alertan del peligro de las apps de citas para esconder posibles caso de abuso, e incluso violaciones. 

—¿Se pueden dar situaciones o «combinaciones» peligrosas que pueden acabar en casos serios de acoso?

—Hay un riesgo muy grande porque hay gente que se esconde tras un perfil que puede no ser verdadero. De hecho hay encuestas que dicen que un 42 % de las personas que están en las apps de cita tienen pareja, así que hay una gran cantidad de usuarios que no están siendo honestos.Hay estudios que determinaron que el 23 % de las mujeres de entre 19 y 55 años usuarias de estas apps habían sufrido acoso o abuso. Es una situación bastante grave. Una encuesta de Apps sin violencia hablaba de que una de cada cinco mujeres que quedó con un hombre a través de Tinder fue violada. 

—¿Qué señales nos deberían hacer huir de esos perfiles más tóxicos?

—A la hora de abrirnos un perfil en una app de citas debemos tener muy claro qué es lo que buscamos: si es una relación esporádica, tener un lío de una noche, o si lo que queremos es tener una relación formal con alguien, construir un proyecto vital con otra persona... Y en función de lo que busquemos tendremos que tener más ojo a la hora de seleccionar perfiles. No se deben intercambiar mensajes con alguien que claramente está diciendo que quiere una relación esporádica si eso no es lo que tú quieres, y también hay que de discernir lo que es real de lo que no. Si recibimos críticas, o borderías o palabras malsonantes de gente que realmente no nos conoce hay que relativizar y pensar que esa persona no sabe nada de nosotros y se está escondiendo detrás de un perfil que puede que ni sea real. Por último, hay que poner banderas rojas y límites si algo no nos gusta. Y si se superan los límites bloquear a esa persona, alejarse de ella y no volver a mantener contacto. Tener claro que hay que priorizarse a uno mismo y poner punto y final a una relación que nos puede llegar a hacer daño.