Michael Pettis, experto en economía: «Los alemanes tienen un sueldo más bajo que los españoles»

ALEJANDRA CEBALLOS LÓPEZ / M. V.

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Capitán Swing

En su libro «Las guerras comerciales son guerras de clase» denuncia un sistema en el que no pierde China ni Estados Unidos, sino los ciudadanos de a pie

11 may 2023 . Actualizado a las 22:46 h.

Michael Pettis (Zaragoza, 1958) es profesor de Finanzas en la Escuela de Administración Guanghua de la Universidad de Pekín. Junto con Matthew C. Klein (Chicago, EE.UU), también experto en economía, han publicado el libro Las guerras comerciales son guerras de clase. Cómo la desigualdad distorsiona la economía y amenaza la paz (Capitán Swing, 2023). En el manuscrito denuncian que, desde la década de los 80, el modelo de globalización ha llevado a las élites a acumular más riqueza y a que los trabajadores de a pie ya no puedan comprar lo que producen. «El problema es que el superávit no es producto de que los países sean muy eficientes, sino que se da a costa de los trabajadores», asegura Pettis. 

—En el libro explicas que la globalización ha causado desigualdades salariales históricas, ¿por qué sucede esto?

—Desde la década de los 80 ha habido una explosión de la globalización que cambia las reglas del mercado. Muchos países como Japón, China o Alemania se han hecho líderes del mercado porque han bajado los salarios de sus trabajadores.

—Pero los sueldos en Alemania son buenos...

—Suena a locura, pero los trabajadores alemanes tienen sueldos más bajos que los españoles, no en términos brutos, pero si comparas el PIB de un país con el del otro, los alemanes se llevan una porción mucho más pequeña de lo que producen, respecto al porcentaje de los españoles.

—¿A qué se debe esto?

—En los 2000 hubo reformas en Alemania que disminuyeron los aumentos salariales. Esto hizo crecer las ganancias de las empresas, y el superávit del país, pero restó capacidad de compra a los trabajadores.

—¿Así que un modelo que maximice ganancias no es el ideal?

Ahorrar, si es a nivel personal, tiene sentido, pero a nivel de un país, no tanto. Por ejemplo, si un trabajador español produce cien euros, pero solo le pagan 70, él probablemente gaste solo 65. Es decir, hay 35 euros que dejan de estar en el mercado. Eso implica que haya menos consumo, que cierren las fábricas y que ese dinero deba ser reemplazado con inversión para equilibrar la balanza. Si los ingresos de la gente no fueran tan desiguales, no habría una necesidad de una inversión tan grande. El dinero solo tiene sentido si se invierte, es decir, si se traduce en más consumo, o en importaciones, pero no se hace. 

— Entonces, si es necesario que la gente gaste, subir los tipos de interés no tendría sentido, ¿no?

—Los tipos de interés son importantes, pero de una manera muy específica. La clave es la distribución de los ingresos. La deuda es una forma de que consumas más. Es decir, si te quito el dinero, pero te lo presto, entonces vas a gastar más, pero eso incrementa la deuda. Lo ideal sería que consumas en función de tus ingresos, no con cargo a tu deuda.

 —¿Alcanzar todos un superávit no tiene sentido?

—El problema es que el superávit no es producto de que los países sean muy eficientes, sino que se da a costa de los trabajadores. Pero, ese dinero extra que tienen las empresas debe ser invertido en algún lugar. Fue lo que pasó al principio de los 2000, Alemania tenía un superávit que luego invirtió en países como Portugal, Grecia o España, y la inyección de tanto capital en estos países lo que produjo fue un efecto burbuja, ningún país en la historia ha sabido cómo manejar tales cantidades de dinero que llegan de manera inesperada. Le ocurrió igual a Alemania luego de la guerra franco-prusiana.

—Es decir que la estabilidad económica alemana no obedece a que su cultura sea diferente.

—Mi mamá es de Francia, mi papá es de EE.UU., nací en España, crecí en Pakistán, España, Perú y Marruecos. Ahora vivo en China. Nunca he estado en un país en el que la gente no sea trabajadora e ingeniosa. Sin embargo, nos hacen creer que si los alemanes tiene superávit es por su esfuerzo y que si en España hay déficit es porque son perezosos, pero es falso. Lo que ocurre es que en el país germano los ricos tienen más a costa de los trabajadores. Somos muy buenos para dar explicaciones culturales que, generalmente, no tienen sentido. Realmente obedece a la estructura del sistema.

—¿El sistema solo va a peor?

—Hay una presión sobre los salarios sin precedentes. Si no nos organizamos, la gente se va a radicalizar más, seguirán aumentando los movimientos antiinmigrantes. La historia nos ha demostrado que esto ocurre cuando hay disparidades tan significativas en los salarios. También aumentan las tensiones geopolíticas, e internas en los países. No es casualidad.

—Y con el bum tecnológico irá solo incrementará la diferencia...

—Se cree que esta es la consecuencia lógica del avance tecnológico, pero no es cierto. Si ves la historia, hay períodos en los que hay una disminución de la desigualdad a pesar del aumento de la tecnología. En 1950 y 1960 hubo un desarrollo tecnológico tremendo en EE.UU. y la desigualdad descendió. Es una decisión política.

—Pero poco pueden hacer los políticos si las empresas amenazan con irse a lugares donde los salarios sean más bajos…

—Si tu competidor mueve su producción adonde los salarios son más bajos, tú perderás negocio. Tenemos un sistema que crea una tremenda presión sobre las empresas para que bajen los sueldos constantemente, y la razón de tener ese sistema es que tenemos países que permiten bajar los sueldos. 

 —¿Qué consecuencias tiene esto? 

—Bajar el sueldo de los trabajadores implica que baja la demanda de bienes, reduciendo, también, la economía. Esto solo se puede solucionar con un crecimiento masivo de empleo, o con más deuda. Desde los 80 ha habido un crecimiento exponencial de la deuda. Necesitamos una globalización diferente. 

 —Pero, a la larga, esto terminará afectando a las empresas… 

—Si solo un país controla el mercado, puede decidir qué quiere y, aunque los demás estén afectados, el sistema puede continuar, pero si todo el mundo quiere lo mismo, se hace insostenible. Si, como sugiere la gente, todos entramos en superávit, como hace Alemania, produciríamos un desastre económico. Por cada superávit debe haber un déficit económico que pueda absorber posteriormente las inversiones. 

  

—Con todo esto, ¿hay esperanza?

Siempre hay esperanza. La democracia tiene muy poco prestigio, siempre decimos que no funciona. Lo que pasa es que estamos atravesando un cambio y el cambio es muy difícil; es un proceso que confunde. Veo todas las cosas terribles que pasan con la polarización y digo: «Esto demuestra que la democracia hace lo que debería». Terminaremos con un nuevo sistema que funcionará por algunas décadas y después necesitaremos otro.