Arun Mansukhani, sexólogo: «Vivir separados no es mala idea, si en una pareja los dos están de acuerdo»

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Este experto desvela en su libro «Condenados a entendernos» las claves para mantener unas relaciones sanas y no caer en la dependencia tóxica

29 may 2023 . Actualizado a las 17:42 h.

La receta para que una pareja funcione es de las que se aprende practicando. El psicólogo y sexólogo Arun Mansukhani desvela en su libro Condenados a entendernos (Ed. Sinequanon) algunas claves para encontrar el punto ideal para mantener una relación sana, dejando espacio para la interdependencia y descartando la dependencia tóxica.

—¿Estamos en pañales en educación emocional?

—Efectivamente. A las relaciones de pareja llegamos prácticamente en pañales porque no tenemos casi ninguna educación emocional y relacional, que van juntas. Tenemos mucha educación emocional implícita, pero, claro, esa depende totalmente de la suerte que nos haya tocado. Si tuviste la suerte de nacer en una familia en la que se expresaban emocionalmente bien y se sabían relacionar de forma sana y adulta, genial. Pero esa no es la norma, normalmente hay algún fallo.

—¿Entonces ya elegimos a la otra persona, como dice usted en el libro, desde la carencia, y eso ya es el primer error?

—Elegimos desde la carencia, y cuanto más grande sea esta, peor. Así no se genera una relación sana, porque la relación tiene como finalidad suplir esa carencia: que puede ser la sensación de que no valgo, la sensación de abandono, el miedo a estar solo.... Estoy eligiendo desde un miedo o una sensación que quiero evitar. La gente que no tiene grandes carencias elige porque le encanta una persona y piensa que está mejor con ella. Eso no asegura nada pero hay más papeletas de que vaya bien.

—En el libro dice que todos somos dependientes de alguna manera.

—A mí no me gusta que se hable de independencia, porque nadie puede hacerse independiente de las personas ni del entorno. Puedes aislarte pero no hacerte independiente. Está en nuestra naturaleza. Es una necesidad humana y tenemos que aprender a gestionarla, porque se puede hacer de forma sana.

—¿Ser totalmente independientes no sería humano?

—No, ser totalmente independiente sería ser un psicópata, porque el psicópata no depende, le da igual el resto. No toda relación de dependencia es negativa, eso es un absurdo. Yo pongo siempre el ejemplo de los hijos. Yo tengo dos hijas y ellas dependen de mí y yo dependo horrores de ellas, porque si le pasa algo a alguna yo me muero. Pero es que lo contrario sería preocupante.

—¿Entonces cómo distinguimos cuando la dependencia es tóxica?

—Yo lo resumo en un concepto que es fácil: las relaciones horizontales y verticales. En las horizontales el poder está equitativamente repartido, y en las verticales uno de los dos está por encima. En una relación, cada vez que se desequilibra ese poder es insano, y se puede desequilibrar de muchas formas. Puede que yo tenga mucho miedo a que me dejen, entonces hago cosas para que no me dejen y me estoy poniendo por debajo, aunque sea de una forma inconsciente. Esto ya es patología. O puede que yo tenga miedo a que me abandonen y me vuelva una persona dominante —incluso un maltratador—, que es una manera de ponerte por encima para evitar la relación horizontal porque si yo y la otra persona tenemos el mismo poder me pueden dejar y eso es lo que al final temen las personas que no están preparadas.

—¿Es más masculino lo de intentar ejercer el poder para esconder el miedo a que te dejen?

—Ahí hay un gran debate. Pero si generalizamos y hablamos de grandes grupos sí que tenemos una cierta sensación, por crianza, de que los hombres tenemos más dificultades para la conexión y la expresión emocional,. Es más fácil que nos vayamos a polos contradependientes. A los hombres educativamente se nos ha inculcado que tenemos que tener éxito, triunfar, tener poder... Entonces, cuando nos sentimos inseguros nos iríamos más hacia el dominio o el ejercicio del poder. En la mujer posiblemente haya una mayor conexión emocional, pero esto puede llevar a una desregulación emocional, porque si yo estoy muy conectado con mis emociones y tengo poca capacidad de manejo pues mis emociones me bambolean. Pero insisto, esta diferencia es analizando grandes grupos, cualquiera de las dos cosas le puede pasar a un hombre o a una mujer.

—Ahora hay una corriente que apuesta por relaciones de pareja pero viviendo en casas separadas.

—No tiene por qué ser malo. Para tener una relación de intimidad no necesariamente tengo que vivir con mi pareja. Vivir separados no es mala idea, si en una pareja los dos están de acuerdo y quieren lo mismo. De hecho, un exceso de intimidad o rutina también mata. No es buena la intimidad absoluta ni llegar a un estado de fusión. El problema está si yo quiero convivir y mi pareja no. Si uno está sufriendo en una situación que no le apetece con tal de no perder al otro. De hecho, ahora que hay tantas parejas que tienen niños de relaciones anteriores puede ser una buena idea. Puede ser muy sano y no obliga a los niños a convivir con nadie.

—¿La otra cara del individualismo buscado es la soledad no deseada?

—El problema es que nuestra sociedad se está haciendo más evitativa. Las estructuras sociales se han ido debilitando, y esto tiene alguna ventaja, en el sentido de que antes había mucha intromisión: tú pertenecías a una parroquia o barrio y mandaban mucho en tu vida, el qué dirán era más importante. Pero a la vez había poca soledad. Ahora no tenemos esta intromisión, pero hay más personas que se pueden sentir solas y aisladas, sobre todo personas que no pueden tener intimidad, que tienen relaciones en las redes sociales o esporádicas, pero muy superficiales. Las personas tenemos necesidad de relaciones íntimas y cercanas, y cuando nos faltan nos sentimos mal. La soledad mata, como decía el psiquiatra que dirigía el estudio de Harward, se tienen más enfermedades y se reduce la longevidad. La sensación de soledad es muy dañina para el ser humano. porque somos seres muy sociales.

—¿Recursos como Tinder favorecen más las relaciones superficiales?

—Tinder está muy bien como ventana para conocer gente. Antes solo podías conocer gente si te la presentaban, o en los bares. Era una limitación terrible. Tinder rompió con eso, pero si te quedas ahí enganchado, si no es una forma de conocer sino un modo de vida, es peligroso. Luego tiene sus riesgos. Hay personas que aparentemente quieren una relación y luego desaparecen, esto es muy dañino porque te han engañado.

—Dice también en el libro que la felicidad es un «objetivo loco».

—Ese es un término definido por un psicólogo, que quiere decir que al intentar perseguirlo no solo no lo alcanzas, sino que te alejas más de él. La felicidad sería el típico objetivo loco, si te empeñas en conseguirla es una buena manera de no conseguirla.

—Y ahora además, es felicidad impostada en las redes nos acaba creando una falsa autoexigencia.

—Claro, antes podías tenerle envidia a tu vecina, pero ahora tienes el mundo entero. Y luego está la positividad tóxica. Hay que descartar de una vez esa idea fantasiosa de que si soy positivo no me va a ocurrir nada malo. Ser positivo e intentar superar las dificultades está muy bien, pero a veces las cosas desgraciadas ocurren, y cuando ocurre algo desgraciado y uno está mal pues no queda otra que sufrirlo y sentirlo. Evitar lo negativo no es posible. Y lo peor es que generalmente son personas que intentan imponer a los demás esto.