Los investigadores abordan el barco de apoyo del submarino Titan para saber por qué implosionó

La Voz REDACCIÓN / AGENCIAS

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El Polar Prince prestaba apoyo al Titan
El Polar Prince prestaba apoyo al Titan DPA | EUROPAPRESS

Una vez concluida la operación de búsqueda y rescate, los trabajos se enfocan unos correos electrónicos del fundador de OceanGate en el que habría descartado las preocupaciones por la seguridad del sumergible

25 jun 2023 . Actualizado a las 16:25 h.

Un equipo de investigadores ha abordado este sábado el barco de apoyo principal del sumergible Titan, cuya implosión cerca de los restos del Titanic provocó la muerte de sus cinco ocupantes.

El barco Polar Prince ha atracado en el puerto de St. John's, en Terranova, con las banderas a media asta en memoria de los fallecidos, y ante los ojos de un grupo de policías e investigadores que han subido a bordo después de que la Junta de Seguridad en el Transporte (TSB) de Canadá anunciara que sería objeto de una investigación.

Los barcos de la Guardia Costera Canadiense ya habían comenzado a regresar al puerto de St John's el viernes, cuando la operación de recuperación ya daba por muertos a los tripulantes.

El aventurero británico Hamish Harding, así como Shahzada y Suleman Dawood murieron a bordo del sumergible, junto con el director ejecutivo de la empresa responsable del buque, Stockton Rush, y el ciudadano francés Paul-Henri Nargeolet.

En un comunicado emitido antes de que los barcos comenzaran a regresar al puerto, el CCG dijo que la operación de búsqueda y rescate había concluido.

El CCG ha indicado uno de sus barcos permanecería en la escena y «brindaría asistencia y apoyo a las operaciones de recuperación y salvamento según lo solicitado por el Centro de Coordinación de Rescate Marítimo de Boston».

La TSB, por su parte, había confirmado horas antes el envío de un equipo de investigadores a St John's para «recopilar información, realizar entrevistas y evaluar la ocurrencia», según recoge Europa Press.

En su propia declaración, el organismo de seguridad dijo que la investigación se llevaría a cabo «de acuerdo con la Ley de la Junta de Seguridad e Investigación de Accidentes de Transporte de Canadá y los acuerdos internacionales».

La TSB, añade la nota, «no determinará la responsabilidad civil o penal y realiza investigaciones para »el avance de la seguridad del transporte«.

La investigación se produce después de que la BBC informara que los correos electrónicos de Rush mostraban que había descartado las preocupaciones de seguridad sobre el sumergible Titan.

En los intercambios con el especialista en exploración de aguas profundas Rob McCallum, el director ejecutivo de OceanGate señaló que estaba «cansado de los actores de la industria que intentan usar un argumento de seguridad para detener la innovación».

El sumergible perdió contacto con el operador turístico una hora y 45 minutos después del descenso de dos horas hasta los restos del naufragio, y se informó que la embarcación había desaparecido ocho horas después de que se perdiera la comunicación.

El desastre del Titan siembra serias dudas sobre este tipo de expediciones

La atracción por el Titanic es tan poderosa como los peligros de viajar hasta el pecio. «Es más difícil ir al fondo del océano que a la zona más lejana de la Luna», dice un astronauta de la NASA en el vídeo informativo de OceanGate, la empresa que estaba al frente de estas expediciones desde 2018 y propietaria del Titan, el sumergible que implosionó durante su última inmersión hacia los restos del trasatlántico.

La mayoría de quienes han participado en estos descensos es gente experimentada en el ocio de aventura y afirman que el chute de adrenalina y, sobre todo, la fascinante sensación de «vivir dentro de una película» ni siquiera es comparable con la ascensión al Everest. Un ejemplo: Renata Rojas, financiera estadounidense de ascendencia mexicana, ahorró durante 30 años para pagarse los 250.000 dólares del billete. En tres ocasiones vio interrumpido el viaje debido al mal tiempo. Lo consiguió el año pasado. Al emerger de nuevo se mostró radiante: «Los sueños no tienen precio, algunas personas quieren un Ferrari. Algunas personas compran una casa. Yo quería ir al Titanic».

Pero tras el fatal destino del Titan, crecen las críticas a la seguridad del proyecto. Al menos en una parte del colectivo científico. «Espero que hagamos un parón y reflexionemos un poco», sugiere el oceanógrafo Peter Guirguis en Nature y recoge Colpisa.

¿Peligran las visitas al Titanic?

Nadie lo sabe. El océano no es solo una fuente de peligros, sino también una laguna legal y sobre las expediciones a su fondo se ciernen serias dudas. El Titan carecía de bandera y solo navegaba en las aguas internacionales que rodean al legendario trasatlántico hundido. Es decir, estaba exento de ataduras sobre las normativas de seguridad que rigen en el mundo naval. En ese sentido han crecido las voces que piden una acción coordinada de los Gobiernos para cubrir este vacío o regular las condiciones en que se puede descender al pecio. «No es un viaje de placer», exclama el físico Michael Guillén, quien ha pedido prohibir todo tipo de expediciones para que las autoridades y los expertos establezcan qué límites deben aplicarse.

Preparado «para morir»

Guillén formó parte de una inmersión al Titanic en la que casi pierde la vida hace tres años. Su sumergible era un prototipo de investigación diferente al Titan. Mejor preparado. Una fuerte corriente marina lo empotró entre el casco y una hélice del formidable navío. La tripulación tardó una hora en desenganchar la nave. Él, en ese tiempo, se preparó «para morir». «De repente sentí paz y estaba listo para dejar mi vida, y luego se me dio una segunda oportunidad», recuerda en GB News este profesor de Física en la Universidad de Harvard.

Además de él, otros expertos consideran necesario «implementar restricciones» que mejoren la seguridad de los viajes, pero que también, y este es un elemento fundamental, desanimen a compañías o gente con una experiencia insuficiente a emprender esta aventura. «Hasta entonces sería necesario detener todos los viajes al Titanic», que en algunos casos pueden confundirse con una «operación kamikaze», como denomina el empresario y aventurero alemán Arthur Loibl, de 61 años, a su propia visita al pecio.

«Si bien los peligros de la exploración de aguas profundas son obvios y bien conocidos, muchos todavía se sienten atraídos por superar los límites, una fascinación que conozco muy bien. Mi insaciable curiosidad por mirar más allá del horizonte hace que lleve una vida poco convencional. Pero incluso yo me limito a meterme en un pequeño submarino para hundirme cuatro kilómetros hasta el fondo del Atlántico», ha escrito el conocido explorador y aventurero Levison Wood en un artículo en The Times.