Del bipartidismo al «bibloquismo»

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Vista general del Congreso de los Diputados en la legislatura recién terminada.
Vista general del Congreso de los Diputados en la legislatura recién terminada. J.J. Guillén | EFE

Los expertos explican las causas del regreso al dominio de PP y PSOE

21 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Todas las encuestas muestran un aumento de votos del bipartidismo, que ahora muta en ‘bibloquismo' tras la desaparición de Ciudadanos y la caída de Podemos. Los expertos analizan las causas de este regreso del bipartidismo.

¿por qué el BIPARTIDISMO?

Las alternativas no han cuajado y PSOE y PP son grandes maquinarias de poder. ¿A qué se debe el regreso del bipartidismo? En primer lugar, según Carlos Barrera, «al fracaso o estancamiento de las alternativas políticas aparecidas estos últimos diez años», que «no cuajaron, se desgarraron internamente, no respondieron a los deseos de regeneración que decían proclamar y no fueron capaces de suplir o sustituir a las dos fuerzas políticas tradicionales, PSOE y PP». En segundo lugar, «a la fortaleza institucional de PSOE y PP, que cuentan con una implantación territorial amplia y arraigada y son potentes maquinarias de poder y, por lo tanto, capaces de subsistir a todo tipo de crisis internas y externas, como la historia reciente ha demostrado en ambos casos». Así las cosas, «cuando los votantes quieren estabilidad tras tiempos de crisis, vuelven a las opciones tradicionales y fuertes, que resultan más confiables».

Carmen Lumbierres explica que «la desaparición de Ciudadanos, la escasa supervivencia de Unidas Podemos y las antiguas confluencias, unida a la crisis de algunos partidos regionalistas han modificado el sistema de partidos español, dejando un modelo previo al tsunami del 2015». «Con un Sumar en el rango de la IU de los mejores resultados, y Vox como escisión de la línea dura del PP y los nostálgicos del tardofranquismo», señala. Así «los dos partidos tradicionales de carácter estatal vuelven a reagrupar parte del voto perdido en esa etapa». Pero «no hay que olvidar que los nacionalismos periféricos siguen igual de fuertes y eso también define el mapa de la política española».

‘BIBLOQUISMO'

Bloques de derecha e izquierda. Para Santiago Martínez, «normalmente nunca hay una única causa, sino un conjunto de factores y hay que tener en cuenta que el bipartidismo, técnicamente hablando, nunca desapareció, ya que PSOE y PP se han alternado siempre en el gobierno español y en la primera fuerza de la oposición de manera histórica desde 1982». Es cierto que «en la década pasada emergieron una serie de partidos debido al desgaste de este sistema bipartidista y a los anhelos de nuevos discursos y formas políticas de una gran parte de la población». Asegura que «desde un punto de vista estricto, es cierto que el bipartidismo se recupera, pero ninguna de las dos fuerzas tradicionales está en situación de aprovechar el desgaste del rival para auparse sin mayor esfuerzo, simplemente por mera transferencia de suma cero en votos entre ambos». «Hoy, con la práctica desaparición de Ciudadanos, tendríamos que hablar más bien de bipartidismo de bloques o ‘bibloquismo' entre izquierda (PSOE y ahora Sumar), y derecha (PP y Vox), y no olvidemos que históricamente en la izquierda ya había esa dualidad con PSOE y la extinta IU», concluye.

Verónica Fumanal señala que «el pacto ya no tiene ese componente de diversidad política que tenía hace cinco años, ahora se ve como un elemento que desgasta, aporta inestabilidad y facturas con un alto coste político».

¿Es positivo o negativo?

Depende. «No es ni positivo, ni negativo, simplemente es», considera Lumbierres. «En una etapa de volatilidad y cambio social, nada ha venido para quedarse permanentemente, esas afirmaciones ya han pasado a otro tiempo de la historia», añade. En su opinión, «igual que la nueva política y sus líderes han desaparecido de la escena pública, o el PP ha tenido varios liderazgos en pocos años, la perspectiva de futuro es incierta y puede volver a articularse demandas en nuevas opciones políticas o crecer la querencia por un autoritarismo nacionalista al estilo de muchos países europeos».

Según Fumanal, «nada es absolutamente positivo o negativo, los pactos representan mayor estabilidad y pluralidad política, pues diseñan políticas que son más transversales que si las hace un partido solo, sin embargo, no estamos muy acostumbrados al ruido que provocan, y por lo tanto, al desgaste que les supone a los ejecutivos».

Martínez cree que «los bipartidismos tienen sentido sobre todo en sistemas presidencialistas, y si nosotros somos un sistema parlamentario debemos ver como un valor el hecho de que haya diversidad y pluralidad, obligando como siempre se ha hecho durante más de 40 años a negociar y consensuar programas, lo cual particularmente ha beneficiado al normal desarrollo democrático de España». «Un bipartidismo demasiado fuerte provoca problemas de abuso de poder y corrupción», explica. Al final «que haya más partidos provoca como una especie de control de equilibrios al bipartidismo, como el checks and balances anglosajón de que carecemos en los sistemas más parlamentaristas como el español».

«Depende de las circunstancias, de los contextos», responde Barrera. «Si nos situamos en el 2023, tras ver los fiascos que han supuesto Cs y Podemos, se ve la tendencia a la vuelta al bipartidismo como saludable para el sistema o la gobernación del país». Sin embargo, «tras la gran recesión de 2008-2014, lo que se veía como saludable era la aparición de nuevas fuerzas políticas que discutían la preeminencia de PSOE y PP, partidos ambos que se habían ‘acomodado' hasta formar parte del propio sistema en crisis».

El fracaso de la «nueva política» y el ascenso de Vox

«Los representantes de la llamada ‘nueva política' acabaron integrándose en los modos de funcionar de la ‘vieja política', y esto les desacreditó ante sus votantes», asegura Barrera. «Tanto Podemos como Ciudadanos estuvieron a punto de sorpassar a PSOE y PP r pero, una vez que no lo consiguieron, se convirtieron más bien en muletas de dichos partidos tradicionales, que han acabado por comerles el terreno», añade. En todo caso, «sirvieron para despertarles de su modorra y que se pusieran al día». Martínez expone que «Vox se ha consolidado… de momento, emergió en el 2018, cuatro años después que Podemos y Ciudadanos, y habrá que ver si aguanta el envite del PP de Feijoo». «Puede jugar a su favor el hecho de ocupar un espacio político inédito por principios e ideología subyacente», afirma, que «recoge votantes descontentos o cabreados, pero en este caso con la izquierda, con la progresía en general y con la tibieza del PP. «Habrá que ver si tocar poder les amansa y, quizás, les haga perder atractivo ante su electorado», concluye.

«No diría que Vox se haya consolidado, está cumpliendo un ciclo, igual que hicieron Cs y Podemos, que llegaron antes a la política española», opina Fumanal. «Podríamos decir que han tocado techo y que la asunción de responsabilidades en los ejecutivos, igual que pasó con Cs y Podemos puede desgastarlos todavía más·, sostiene. Para Lumbierres, «Vox nace más tarde, como reacción al independentismo catalán esencialmente y a los movimientos de la igualdad que enarbolaba Podemos». Pero «no solo aparece en España, es parte de un entramado internacional de extrema derecha cuya matriz se gestó en EE.UU. y se ha expandido por Francia, Italia, Polonia, Hungría, Austria, los países nórdicos, con capacidad de organización supranacional, mucha financiación y una estrategia coordinada que aprovecha el descontento de las sucesivas crisis económicas, la globalización y de salud pública».