Guatemala rompe con la élite política al elegir a un presidente antisistema

Hector Estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

ACTUALIDAD

El presidente electo Bernardo Arévalo, en el momento en el que se anunció su victoria en las urnas
El presidente electo Bernardo Arévalo, en el momento en el que se anunció su victoria en las urnas PILAR OLIVARES | REUTERS

Bernardo Arévalo dice que centrará su mandato en luchar contra la corrupción

21 ago 2023 . Actualizado a las 19:18 h.

Bernardo Arévalo hizo historia el domingo en las presidenciales guatemaltecas, unos comicios calificados como los más importantes desde el fin de la dictadura, en 1986, y que habían sido vistos como un plebiscito sobre la democracia, ante el creciente autoritarismo vivido en el país centroamericano en los últimos años. «Gracias por no rendiros ante los corruptos», dijo el sociólogo socialdemócrata a sus seguidores, apostados en el centro de la capital, después de ganar la segunda vuelta de las elecciones con un 59 % de los votos frente a su rival, la ex primera dama Sandra Torres, de orígenes centroizquierdistas pero que mutó hacia el conservadurismo recientemente.

Guatemala le ha dado así un sonoro golpe a la élite política y económica tradicional, señalada de corrupción por la, hasta ahora, oposición, y también de impedir el desarrollo económico del país. «El pueblo de Guatemala ha hablado contundentemente», dijo Arévalo en la noche electoral. «Basta de corruptos», añadió el abanderado del Movimiento Semilla, un partido antisistema surgido durante las protestas del 2015, que acabaron con la salida prematura del poder del expresidente Otto Pérez Molina, actualmente en prisión, condenado por corrupción.

Candidatos inhabilitados

El actual proceso electoral ha estado marcado por la inhabilitación de candidatos y las acciones de un sector de la Justicia, que los opositores consideran confabulado con el establishment, para inhabilitar a Semilla. Tres candidatos punteros de discurso antisistema, pero de distinta ideología —derecha, derecha populista e izquierda— fueron inhabilitados para presentarse al primer turno. Arévalo recogió ese voto protesta, dando la sorpresa y pasando a la segunda vuelta cuando las encuestas, a días de la elección, lo situaban apenas en el séptimo lugar. Fue entonces cuando Semilla, hasta ese momento fuera del radar del Ministerio Público, comenzó a tener problemas.

Primero el Tribunal Supremo Electoral revisó los resultados de la primera vuelta, ante las denuncias de otros partidos y, en el mismo momento, a mediados de julio, cuando ese órgano confirmó a Torres y Arévalo para la segunda vuelta, un juzgado accedió a una petición de la Fiscalía Especial contra la Impunidad e inhabilitó políticamente a Semilla bajo la premisa de que supuestamente se había inscrito como partido con avales falsos, una decisión finalmente suspendida por la Corte de Constitucionalidad, que avaló la segunda vuelta.

Tanto la fiscala general, Consuelo Porras, como el fiscal contra la impunidad, Rafael Curruchiche, y el juez que emitió la orden están incluidos en las listas elaboradas por EE.UU. de agentes corruptos y antidemocráticos.

Arévalo ganó, pero su posición sigue siendo débil. Primero, porque Curruchiche ya ha avisado de que continuará con el proceso contra Semilla después de estas elecciones, sin descartar incluso detenciones, algo que, si se da, podría incendiar el país.

Segundo, porque Semilla apenas cuenta con 23 de los 160 diputados de un Legislativo donde son mayoría los partidos tradicionales, y podría enfrentarse a una crisis de gobernabilidad como sufrió recientemente Guillermo Lasso en Ecuador y están teniendo en estos momentos Gustavo Petro y Gabriel Boric, en Colombia y Chile respectivamente.