Japón comienza a vaciar en el océano aguas contaminadas de Fukushima

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KIM HONG-JI | REUTERS

China suspende las importaciones de los productos pesqueros japoneses

24 ago 2023 . Actualizado a las 17:01 h.

Al potente terremoto de magnitud 9,1 que el 11 de marzo del 2011 sacudió Japón a las tres menos cuarto de la madrugada le siguió un catastrófico tsunami que arrastró a tierra olas de hasta diez metros. Se saldó con más de 20.000 muertos y unos 2.500 desaparecidos, pero también con una central nuclear anegada, la de Fukushima, con litros y litros de agua contaminada que se convirtieron en toneladas radiactivas cuando las autoridades del país optaron por el mal menor: bombear agua de mar para enfriar el combustible derretido tras la fusión de tres reactores. El proceso de refrigeración sigue a día de hoy generando cientos de bidones de líquidos residuales, tantos que ya no caben en ninguna parte. Este jueves, el Gobierno nipón comenzó a vaciarlos en el océano, previa depuración a través de un sistema que los deja casi libres de tóxicos.

La decisión no ha estado exenta de polémica: la industria pesquera del país y los líderes de algunos países vecinos se han alineado con las tesis de activistas medioambientales y miembros de la comunidad científica internacional que creen que las garantías de seguridad son ineficientes. El sector primario teme que el vertido, que se alargará durante décadas, resucite el estigma radiactivo asociado a las capturas y, de hecho, China ha suspendido ya la importación de productos acuáticos — pescado, marisco, moluscos, crustáceos y algas— de origen japonés para prevenir el riesgo de contaminación. Como los filipinos, que se han manifestado muy preocupados, consideran la solución egoísta e irresponsable. Los surcoreanos se han aprovisionado de tanta sal marina que su precio se ha disparado un 27 % desde que se anunció el desagüe.

Un proceso «seguro»

El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) salió este jueves en defensa del remedio, prometiendo seguir trabajando para «generar la confianza necesaria» y demostrar que el proceso se realiza de manera «segura y transparente». El organismo, que dio luz verde a la decisión, cuenta sobre el terreno con sus propios expertos. Esta misma semana recogió muestras del agua y confirmó que la concentración de tritio —uno de los elementos radiactivos que el sistema no es capaz de eliminar— estaba «muy por debajo» de los límites considerados peligrosos.