Las negociaciones para la investidura silencian el debate interno entre familias de JxCat

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La diputada de Junts Míriam Nogueras en el cierre de campaña de las generales con una foto de Puigdemont detrás
La diputada de Junts Míriam Nogueras en el cierre de campaña de las generales con una foto de Puigdemont detrás EUROPA PRESS | EUROPAPRESS

En el partido cohabitan dos grandes corrientes organizadas: el sector pragmático, formado por cuadros y dirigentes con pasado en la antigua Convergència, y, por otro, un sector unilateralista, politizado a raíz del 1-O, que hace bandera de la confrontación

26 ago 2023 . Actualizado a las 13:10 h.

«El president esconde las diferencias porque es difícil que alguien le lleve la contraria». La frase, pronunciada por un dirigente territorial, resume bien en qué punto está el debate interno entre familias de JxCat, ahora relegado a un segundo plano por las negociaciones con el PSOE para una posible investidura. Con los focos puestos en Madrid, el ruidoso debate interno sobre el rumbo del partido y su organización queda en un segundo plano, a pesar de que, tras las elecciones municipales y los resultados de los pactos, numerosas voces anticipaban un «otoño caliente» en Junts.

A grandes rasgos, en JxCat cohabitan dos grandes corrientes organizadas, con otros grupos más pequeños que oscilan entre una u otra: por un lado está el sector pragmático, formado por cuadros y dirigentes con pasado en la antigua Convergència, y, por otro, un sector unilateralista, politizado a raíz del 1-O, que hace bandera de la confrontación.

Entre los pragmáticos de JxCat empezaba a surgir un cierto malestar por la gestión de los pactos de las municipales y, en concreto, por quedar fuera del gobierno de las Diputaciones de Barcelona, Tarragona y Lleida por el 'no' de la cúpula a pactos con el PSC. Una fuente de JxCat atribuye este «veto» al secretario general, Jordi Turull, que buscaba «una campaña tranquila» en las generales sin que al partido le «salpicasen» los pactos con el PSC en las diputaciones.

Y en el sector más unilateral, debilitado tras la condena a la presidenta de Junts, Laura Borràs, tratan de evitar que el partido vire hacia posiciones de la antigua Convergència, un giro a la moderación que no se ha acabado de materializar a pesar de la victoria de Xavier Trias en Barcelona en las pasadas elecciones municipales, que no le sirvió para ser alcalde.

Puigdemont, argamasa entre sectores

Aunque defienden modelos de partido y estrategias políticas opuestas, a los dos sectores mayoritarios dentro de Junts les une la lealtad hacia Puigdemont, y las fuentes consultadas —de todas las sensibilidades— coinciden en señalar que el hecho de que sea el president quien negocie les da «tranquilidad». Ajeno a la vida de partido, Puigdemont es la argamasa que une a las diferentes familias de JxCat, desde los independientes sin afiliación previa, que se agruparon alrededor de su figura en las primeras elecciones autonómicas tras el 1-O, hasta las diferentes familias de la histórica Convergència.

El hecho de no identificarse claramente con ninguna de ellas —ni se le consideraba afín a Josep Rull ni a Jordi Turull—, ha permitido a Puigdemont ejercer como bisagra entre grupos que se disputaron el poder en la antigua CDC, a lo que hay que sumar su sintonía con alcaldes y cuadros territoriales. Aunque no ocupe un cargo orgánico, ya que dejó la presidencia de JxCat en el congreso del 2022, nadie pone en duda el liderazgo de Puigdemont en Junts, ni tampoco su capacidad de influencia: en el sector pragmático recuerdan a menudo cómo decantó la votación sobre la continuidad en el Govern con un solo retuit.

Una pugna latente

«Hagamos lo que hagamos, tendremos que explicarlo muy bien», apunta otra fuente de JxCat cercana a Laura Borràs, que anticipa una pugna latente entre sectores por intentar capitalizar los resultados de las negociaciones. Y es que recuperar la capacidad negociadora en Madrid, al estilo de la antigua Convergència, es una de las banderas de las que hace gala el sector pragmático de Junts, y desde el sector más pragmático celebran haber recuperado ahora la capacidad negociadora.

Ahora bien, las fuentes consultadas reclaman al partido que mantenga la «coherencia» después de decisiones «dolorosas», en referencia a la salida del Govern el pasado mes de octubre. No obstante, en el entorno de Borràs creen que la negociación de la Mesa del Congreso es un buen ejemplo de la «confrontación inteligente» de la que hace gala Puigdemont, aunque admiten que existe «un riesgo» de que ciertos sectores de las bases acaben «desconectando» de Junts.

Una Diada marcada en rojo

La Diada de este año se producirá mientras, previsiblemente, JxCat y ERC continúen negociando de cara a una eventual investidura del PSOE, y el transcurso de la manifestación puede acabar influyendo y haciendo descarrilar un posible acuerdo.

La ANC, organizadora de las manifestaciones independentistas masivas desde el inicio del procés, emitió un comunicado beligerante hacia Junts y ERC por haber pactado con el PSOE la Mesa del Congreso, tachando el acuerdo de «sumisión al Estado», por lo que una Diada especialmente dura tendría un impacto en las bases del movimiento.

El año pasado, la ANC exigió al Govern en la Diada que declarase la independencia o convocase elecciones, entre gritos de «Govern dimisión». Un mes después, JxCat acabó saliendo del ejecutivo catalán, una decisión que la ANC se atribuyó posteriormente.