El enviado de la ONU por fin visita el Sáhara Occidental

Ricard G. Samaranch TÚNEZ/E. LA VOZ

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De Mistura en rueda de prensa.
De Mistura en rueda de prensa. ContactoLi Muzi | EUROPAPRESS

De Mistura ya visitó la región en el 2022, pero en aquella ocasión no visitó el Sáhara Occidental ya que no aceptó las condiciones que le imponían las autoridades marroquíes

05 sep 2023 . Actualizado a las 13:48 h.

Después de dos años de espera, el enviado especial de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, el diplomático sueco Staffan De Mistura, pudo visitar ayer el territorio en disputa entre Marruecos y el Frente Polisario en el marco de una gira regional que probablemente también incluye Argelia y los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf. A finales de octubre, De Mistura debe entregar un informe en el Consejo de Seguridad respecto a la situación de un conflicto con medio siglo de historia y cuáles son las posibles vías para desatascarlo.

La sensibilidad del viaje la demuestra el hecho de que la ONU solo informó al respecto horas antes del aterrizaje de De Mistura en Marruecos, e incluso el pasado viernes llegó a negar una filtración en este sentido. En el comunicado de la organización, se asegura que De Mistura «está deseando efectuar la gira por la región y celebrar reuniones con todas las partes interesadas», pero no detalla su agenda.

Precisamente, una de las grandes dudas es si el enviado de la ONU se entrevistará en El Aaiún con asociaciones favorables a la independencia del Sáhara. El Polisario intentó marcarle la agenda con una petición difícil: «Debe ser testigo directo de la situación de los detenidos y los presos políticos saharauis dentro de las prisiones del Estado de ocupación marroquí y de la tortura a la que son sometidos».

De Mistura ya visitó la región en el 2022, pero en aquella ocasión no visitó el Sáhara Occidental ya que no aceptó las condiciones que le imponían las autoridades marroquíes, que además lo humillaron haciéndole esperar antes de entrevistarse con el ministro de Exteriores, Násser Burita. Sin embargo, en esta ocasión, las reiteradas presiones de Washington, un aliado fundamental para Marruecos, han forzado a Rabat a ceder.

La posición de EE.UU. es clave en el conflicto. A finales del 2020, el presidente Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, un acto necesario para facilitar el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y Marruecos. Sin embargo, su sucesor, Joe Biden, ha optado por dejar esa posición en una especie de limbo. Si bien oficialmente no ha dado marcha atrás, tampoco ha dado ningún paso en esta dirección. Por ejemplo, no ha abierto un consulado en Dajla, como pretendía hacer Trump, lo que sería una prueba inequívoca de la soberanía marroquí. Asimismo, tampoco aceptó que las maniobras multinacionales anuales en el norte de África, conocidas como León Africano, tuvieran lugar en territorio saharaui.

De hecho, una declaración del portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel, en mayo respecto a la posición de Washington representaba un paso atrás en el reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara: «Seguimos considerando el plan de autonomía marroquí [para el Sáhara] como serio, creíble y realista», dijo Patel, un reconocimiento implícito de que sin el consentimiento del Polisario el Sáhara no podrá ser considerado bajo soberanía marroquí.