Las protestas en el sur de Siria amenazan la victoria de Al Asad

Ricard G. Samaranch TÚNEZ / E. LA VOZ

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Manifestaciones en la ciudad drusa Sueida.
Manifestaciones en la ciudad drusa Sueida. SWEIDA 24

Las manifestaciones para exigir mejores condiciones de vida en Sueida han escalado hasta exigir la dimisión del presidente

05 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Con los rebeldes sirios arrinconados en el norte del país desde hace más de un lustro, la mayoría de analistas y observadores sentenciaron hace tiempo que el presidente sirio, Bachar al Asad, había ganado la sangrienta guerra civil que se desencadenó en el país a raíz de la Primavera Árabe. Sin embargo, el estallido de las protestas pidiendo su dimisión en la ciudad de Sueida, en el sur del país, es una demostración de que el régimen sirio todavía no se ha afianzado en un Estado con una economía hecha trizas, y varios territorios que todavía escapan al control de las tropas de Damasco.

Las manifestaciones en Sueida se desencadenaron hace varias semanas a causa de las duras condiciones de vida en un país donde casi un 70 % de la población necesita ayuda humanitaria para subsistir. Sueida es la principal ciudad de una provincia poblada por la comunidad drusa, una religión secretista y minoritaria que abraza el 3 % de los sirios y está presente también en el Líbano e Israel. Armados con sus propias milicias, los drusos se mantuvieron neutrales durante la guerra civil, lo que les ha permitido mantener un cierto grado de autonomía respecto a Damasco. Precisamente, esto explica que las protestas no hayan sido reprimidas a sangre y fuego por las fuerzas de seguridad. 

«¡Bachar, fuera!»

Las demandas de los manifestantes, que en un principio eran de tipo socio-económico, han ido escalando, y el pasado viernes ya exigían la dimisión del presidente. «¡Bachar, fuera!» y «¡Siria, libre!», eran algunas de las consignas que coreaba la multitud, mientras una pancarta rezaba «Siria no es una granja, y nosotros no somos una multitud», según informó la agencia Reuters. Por primera vez, algunos de los líderes religiosos drusos han apoyado públicamente las protestas, mientras que tradicionalmente siempre habían mantenido una actitud muy cauta en relación con el gobierno de Al Asad.

Los ecos de las protestas han sido mucho más débiles en otras zonas del país controladas con puño de hierro por el régimen, pero no inexistentes. En Deraa, también en el sur, la ciudad donde empezaron las protestas en el 2011, docenas de personas salieron a la calle para expresar su rechazo al régimen.

Más simbólico, pero quizás más significativo, fue que activistas de la ciudad de Tartús, situada en la costa, publicaron mensajes en las redes sociales con el mensaje: «Siria nos pertenece a nosotros, no al partido Baaz [de Al Asad]». Estas protestas en la calle suceden poco después del lanzamiento del movimiento antigubernamental 10 de Agosto en redes sociales, y que ha recabado el apoyo de activistas de todo el país.

Tartús, como Latakia, forma parte de una región de mayoría alauí, la secta de inspiración chií a la que pertenece Al Asad, cuyo apoyo granítico fue clave para la victoria en la guerra civil, junto con la intervención de las tropas iraníes y rusas. De hecho, Al Asad se presentó como el defensor de las minorías ante el peligro del fundamentalismo islámico, pues argumentaba que esta sería la ideología que gobernaría el país en caso de colapso de su régimen. Por eso, más allá del número de manifestantes, las protestas en la región drusa presentan un auténtico desafío al presidente sirio, ya que sofocarlas de forma violenta dañaría su imagen de presunto campeón de las minorías.