Gritos de dimisión a Aragonès e insultos a ERC en una Diada que pinchó en afluencia

M. L. REDACCIÓN / LA VOZ

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Imagen de la plaza de España en Barcelona, donde concurrieron las cuatro marchas de la Diada
Imagen de la plaza de España en Barcelona, donde concurrieron las cuatro marchas de la Diada Enric Fontcuberta | EFE

Los manifestantes no se conforman con amnistía y exigen independencia o elecciones

12 sep 2023 . Actualizado a las 08:03 h.

La Diada de la división en el independentismo celebrada el año pasado dejó paso ayer a la festividad del día de Cataluña como el termómetro del secesionismo más radicalizado ante la posibilidad de una amnistía a los protagonistas del procés y el debate de una hipotética investidura de Pedro Sánchez y su capacidad para condicionar a Carles Puigdemont y a Esquerra.

La marcha, que en el 2014 registró un récord de asistencia. 1,8 millones, según la Guardia Urbana, lleva años sufriendo un descenso de asistentes. El año pasado fueron 150.000. Ayer, 115.000, según la misma fuente, aunque la organización la eleva a 800.000.

Aún así, la gran diferencia es que este año acudieron a la protesta todos los partidos secesionistas, pero cada uno por su lado. También se sumó a la marcha el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, quien el año pasado ni él ni su partido, ERC, habían acudido porque el acto fuera convocado contra el Gobierno catalán. Oriol Junqueras no pudo ir por ser positivo en covid.

Independencia y dimisión

En la protesta, liderada por la ANC, Òmnium, AMI y el Consejo de la República, se escucharon gritos a favor de la independencia y de Puigdemont, algunos increparon a Aragonés y exigieron «Gobierno dimisión», petición a la que otros manifestantes respondieron con que eso es equivocarse de adversario.

La Asamblea presiona a ERC y Junts para que la negociación con el PSOE para una posible investidura de Pedro Sánchez tenga por objetivo conseguir la independencia. Su presidenta, Dolors Feliu, aseguró ayer que «no hay opción para vivir en libertad dentro de España» y exigió ante los manifestantes «independencia o bloqueo, independencia o elecciones». Exactamente lo mismo que en el 2022.

Esta entidad, la ANC, organizadora de la manifestación, lanzó un ultimátum a Junts y Esquerra al llamar a no conformarse con la amnistía y «cumplir el mandato del 1-O».

También Laura Borràs, presidenta de Junts, antes del arranque de la manifestación, aseguró: «La gente no nos pide investidura, la gente nos pide independencia. La amnistía es el punto de partida. Nosotros hablamos del derecho a decidir. Y los partidos españoles han de decidir si deciden o se quedan en la inestabilidad de España», soltó desafiante. 

Reproches

Las diferencias y reproches entre ERC y Junts y las entidades cívicas comenzó ya por la mañana cuando dirigentes de ERC recibieron silbidos e insultos (botiflers, traidores), así como gritos de «fuera, fuera» por parte de manifestantes nacionalistas en la ofrenda al monumento de Rafael Casanova, consejero en jefe de la ciudad de Barcelona en 1714. Otro tanto había sucedido la noche del domingo, pero con mayor intensidad, en el Fossar de les moreres, donde hay un monumento dedicado a los caídos en la batalla de Barcelona de 1714. Miembros del Ejecutivo catalán y de ERC recibieron una buena bronca e incluso un consejero tuvo dificultades para acabar su discurso. No le sucedió lo mismo a Jordi Turull, secretario general de Junts.

Tras la ofrenda floral, el Gobierno catalán instó a los grupos independentistas a aprovechar el momento para negociar un referendo. La consejera de Presidencia, Laura Vilagrà, advirtió de que la amnistía es un punto de partida para abrir una segunda fase de negociación, a lo largo de la legislatura, que aborde la autodeterminación, informa Colpisa. Junts no recogió el guante y cargó contra ERC por haber «vetado» durante estos años a Puigdemont para que pudiera negociar con el Gobierno.