El precio descomunal de unos escaños

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

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Núñez Feijoo se dirige al atril este martes en el Congreso
Núñez Feijoo se dirige al atril este martes en el Congreso Juan Carlos Hidalgo | EFE

27 sep 2023 . Actualizado a las 01:11 h.

Alberto Núñez Feijoo, cuyo partido obtuvo la victoria en las últimas elecciones generales, subió al fin a la tribuna del Congreso para solicitar su confianza. Eso ha venido sucediendo desde 1979 con el candidato ganador. Pese a ello, el PSOE, con su secretario general a la cabeza, lleva semanas cargando contra Feijoo por intentar una investidura que no tendría posibilidad de prosperar. Al hacerlo olvidan los socialista­s dos hechos que desautorizan por completo esa acusación: que Sánchez se postuló para la presidencia del Gobierno en el 2016 con tan solo 90 escaños, mientras que el PP tiene ahora 137; y que el propio Sánchez fue el primer candidato a la investidura derrotado en el Congreso desde la aprobación de la Constitución: obtuvo el apoyo de 131 diputados (muchos menos de los 172 que, tras el 23J tiene Feijoo garantizados) frente a 219 que votaron en su contra.

La única novedad, pues, de esta investidura sería que el ganador de las elecciones no alcance, si así ocurriera finalmente, la presidencia del Gobierno. A todos lo que se ponen estupendos con el argumento de que los sistemas parlamentarios son así, hay que recordarles algo elemental: que las previsiones constitucionales de nuestra democracia parlamentaria no han cambiado y que, con dos únicas excepciones (tras las elecciones de diciembre de 2015 y de abril de 2019, en que no hubo investidura), en España ha sido elegido presidente hasta la fecha el candidato del partido ganador. Cuando tenía mayoría absoluta y cuando no: así sucedió en 1979, 1993, 1996, 2004, 2008, 2016 y 2019.

 Tras ninguna de esas siete elecciones decidió el perdedor organizar una mayoría demencial para llegar a la Moncloa, como tratan de hacerlo Sánchez y el PSOE tras los comicios del pasado mes de julio. Sí, una mayoría demencial construida con quienes tienen como objetivo abrir procesos de secesión en el País Vasco y Cataluña. Procesos que, de producirse, abrirían una brecha política y social de una envergadura completamente desconocida en España desde la aprobación de la Constitución.

Esa y no otra es la razón que explica que el discurso de investidura de Feijoo difiriese de todos los que en el Congreso de los Diputados se han escuchado hasta la fecha. Como candidato Feijoo estaba obligado a exponer, según lo hizo ayer, su programa de gobierno. Pero, también, por razones obvias, debía manifestar ante los españoles con toda claridad los qué nos estamos jugando en este envite: ni más ni menos que el futuro de España, tal y como existe desde hace centurias. Y ello porque si Pedro Sánchez consigue finalmente seguir en la Moncloa con los socios que lo renovarán en la presidencia del Gobierno, la suerte estará echada y nuestro futuro como país quedará comprometido seriamente. Hay quienes, sin ser nacionalistas, se empeñan en no verlo: también esa ceguera podría conducirnos al abismo.

Y es que nunca una mayoría parlamentaria — la que intentan construir el PSOE y Sumar— se habrá pagado a un precio tan descomunal en términos de consenso nacional. ¡Jamás!