Una bandada de 35 ibis eremitas vuela desde Austria hasta Cádiz siguiendo a dos ultraligeros

C. M. REDACCIÓN / LA VOZ

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Los artefactos están pilotados por las primeras mujeres que las aves, en peligro de extinción, vieron después de nacer y los han alimentado durante toda su vida

29 sep 2023 . Actualizado a las 08:56 h.

Una bandada de 35 ibis eremitas está a punto de concluir en Cádiz una migración fascinante, siguiendo desde Austria los ultraligeros en los que sus dos «madres» humanas vuelan para enseñarles una ruta que esta especie no hacía desde hace cuatro siglos.

«No conocemos otra experiencia previa. Nos inspiramos en Fly away home, la película en la que la protagonista vuela con gansos», cuenta a EFE el biólogo Johannes Fritz en el terreno de Jaén en el que los 35 ibis eremitas, y la comitiva de 14 personas que les acompañan, aguardan a que amaine el viento, antes de continuar el vuelo hasta Cádiz.

Este biólogo lleva 15 años enseñando con a migrar a bandadas de estas aves este sistema. Viajan desde Austria, donde se crían, hasta la Toscana, donde pasaban los inviernos. Se trata de una especie que está al borde de la extinción y que había desaparecido de Europa hace cuatro siglos.

¿Cómo se les ocurrió esta idea? El año pasado «Ingrid», uno de los ibis, se extravió y llegó por su cuenta a Cártama (Málaga). Sin proponérselo, dio una repuesta para sortear el problema que el cambio climático estaba imponiendo en la ruta migratoria. Y es que el invierno se retrasa tanto que, para cuando los pájaros llegaban a Los Alpes, ya no tenían allí corrientes térmicas que les ayudasen a pasarlos.

El viaje de «Ingrid» hizo que Waldrappteam —la organización que dirige Fritz— se animara este año a emprender una nueva ruta hasta el sur de España. «No tenemos evidencias de que los ibis hicieran esta ruta de migración cuando vivían en Europa hace 400 años, pero es altamente probable», cuenta el biólogo. El desafío se ha triplicado, porque de 800 kilómetros se ha pasado a los 2.200, en un viaje que iniciaron el 21 de agosto y en el que avanzan a una velocidad de 40 kilómetros por hora.

Sus «madres» humanas

Los 35 ibis eremitas vuelan siguiendo a unos ultraligeros biplaza guiados por las pilotos, Helena Wehner y Barbara Steininger. Los pájaros las siguen con devoción porque ellas fueron lo primero que vieron después de nacer y son las que, día tras día, durante los seis meses de vida que tienen, les han alimentado y cuidado. Por eso las consideran sus «madres». 

Ellas los entrenado también para su primera migración, familiarizándoles, por ejemplo, con el ruido del ultraligero y con el color que visten: «El amarillo es para hacerles un poquito más fácil reconocernos. Pero también lo hacen por nuestro comportamiento, por nuestras voces, que asocian a la comida. Cuando vuelan muy cerca, les motivamos para continuar, les decimos que lo están haciendo muy bien. Nosotras sentimos que van pendientes, giran la cabeza, nos hacemos gestos y nos miran a los ojos como para comprobar que van bien», cuentan a EFE las voluntarias. «Es maravilloso volar con los pájaros, es increíble sentir su confianza, su amor y su bondad. Realmente es como estar en un mundo diferente, es algo muy especial», añaden.

Acompañando su vuelo, cuentan con todo un equipo de apoyo en tierra. Una parte ejerce de avanzadilla y prepara el «campamento», con tiendas de campaña y aviarios desmontables, donde descansarán al final de la etapa, y otro los sigue desde otro coche. Al equipo de tierra se han unido dos ibis eremitas que han sufrido lesiones y viajan en unas cajas especiales.

La elección de Cádiz como destino no es algo echo al azar. En esta provincia se desarrolla, desde el año 2004,  un proyecto de reintroducción de ibis eremitas que ha logrado una población de unos 240 ejemplares en la comarca de La Janda: «Les encantan porque son praderas de hierba corta y muy regados, allí encuentran larvas e insectos para alimentarse», explica Miguel Ángel Quevedo, veterinario del Zoobotánico de Jerez que, junto a la Junta de Andalucía, desarrolla el Proyecto Eremita.

Esta migración supondrá también el primer encuentro entre las dos únicas poblaciones de ibis que viven en Europa, y los que vienen de Austria nunca han visto adultos: «Estamos muy emocionados. Va a permitir que las genéticas se entrelacen, que aumente su variabilidad y eso les fortalecerá», añade el veterinario.

Ambos proyectos se pusieron en marcha cuando la comunidad internacional decidió actuar, al ver que en los 90 solo quedaba una única población en el mundo, de 250 individuos en Marruecos. El uso de pesticidas, la caza y la pérdida de zonas de campeo habían llevado a esta especie al borde de la extinción.

Los 35 que han viajado podrán volver solos a su lugar de origen. «No hace falta enseñarles el camino de vuelta, en su cerebro archivan todo la información. Por instinto, lo que se llama la filopatria, las aves migratorias vuelven al lugar donde han nacido para reproducirse», dice el veterinario.

«¡Pero harán lo que quieran! Yo digo en broma que es muy probable que les guste Cádiz tanto que no vuelvan», añade. En ese caso se sumarían a la población de Cádiz, que, por las buenas condiciones climáticas, no necesita migrar. En pocos días llegarán a su destino y será el momento de separarse de sus madres.