Putin se reúne con un exjefe de Wagner y escenifica su control sobre el grupo

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

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El presidente ruso, Vladimir Putin, el jueves en la reunión con Andréi Tróshev.
El presidente ruso, Vladimir Putin, el jueves en la reunión con Andréi Tróshev. PAVEL BEDNYAKOVSPUTNIKKREMLIN | EFE

Los mercenarios han regresado al frente como parte del Ejército regular

30 sep 2023 . Actualizado a las 09:57 h.

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reunió el jueves con Andréi Tróshev, uno de los exjefes del grupo Wagner. El tema de la reunión fue cómo usar mejor las «unidades voluntarias» en la guerra de Ucrania. Unidades formadas por antiguos mercenarios de la compañía que han regresado al campo de batalla y que, como el mandatario ha dejado claro, ya no suponen un dolor de muelas para el Kremlin.

El encuentro fue emitido el viernes en la televisión pública. «Usted mismo luchó en una unidad así durante más de un año... Ya sabe cómo se hace», le comentó Putin a Tróshev, y recordó que el excomandante —conocido por su nombre de guerra Sédoi (canoso)— se había comprometido con Moscú. Quería demostrar que el Estado tiene el control del grupo mercenario, un mes después de que su antiguo líder, Yevgeni Prigozhin, muriese en un misterioso accidente de aviación. 

Desayuno en el infierno

Hace tres meses que los miembros de Wagner se amotinaron contra Moscú. «Esa basura que no nos da municiones desayunará en el infierno», había asegurado Prigozhin después de numerosos reproches al Kremlin. El grupo de mercenarios, una de las puntas de lanza rusas en la invasión de Ucrania, tenía buenos combatientes (muchos de ellos, expresidiarios), pero «por falta de material» había perdido a 25.000 en la campaña de Bajmut.

El 23 de junio iniciaron una marcha con blindados hacia Moscú. Una marcha que Tróshev, por cierto, no apoyó y que lo llevó a abandonar la compañía. «Esto no es un golpe militar. Es una marcha por la justicia», sentenció Prigozhin. Poco antes había denunciado un ataque con misiles de los militares rusos contra sus campos de entrenamiento.

Los mercenarios pedían la destitución de la cúpula militar del país, pero gracias a la mediación del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, se detuvieron al día siguiente. Estaban a 200 kilómetros de la capital. En el acuerdo firmado por las dos partes, Putin se comprometía a no adoptar medidas contra los insurrectos.

Wagner fue prohibido en Rusia. El Gobierno desmanteló su base militar en el sur del país y obligó al grupo a entregar miles de toneladas de armamento. A sus combatientes, después de que jurasen lealtad a Rusia, se les dio a escoger: podrían firmar contratos con el Ministerio de Defensa para alistarse en el Ejército regular, partir hacia Bielorrusia o regresar a casa. Pero el Kremlin no podía permitirse perder empuje ofensivo. La unidad de élite era muy apreciada en los círculos patrióticos por su «heroísmo» en Bajmut y muchos no entendían que su futuro estuviese sin aclarar. Andréi Sédoi Tróshev firmó el contrato. Lo anunció ayer el portavoz de la presidencia, Dmitri Peskov, y a principios de semana el Ejército ucraniano alertó de que algunos excombatientes de Wagner habían regresado al campo de batalla. La inteligencia británica lo confirmó poco después.

«Para la patria»

Durante la reunión, Putin destacó que las personas que cumplen o han cumplido misiones de combate deben tener garantías sociales, independientemente de su rango. «Para el país no importa el estatus. Lo que importa es el combate, la defensa de la patria», dijo.