«El bótox es muy efectivo para mejorar el vaginismo o el dolor en las relaciones sexuales»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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El médico Pablo Gabriel Giommarini, en su consulta en Fisio Alar en Ourense
El médico Pablo Gabriel Giommarini, en su consulta en Fisio Alar en Ourense MIGUEL VILLAR

Pablo Gabriel Giommarini está especializado en ginecoestética, una rama médica que trata de mejorar el aspecto y la función de la zona genital y el suelo pélvico

08 ene 2024 . Actualizado a las 08:49 h.

El ginecólogo Pablo Gabriel Giommarini (Argentina, 1969) compagina su especialidad con la de medicina estética, con lo que trata de ofrecer un servicio más completo a sus pacientes. Se mudó a España en el 2006 para entrar en el Hospital Virxe da Xunqueira de Cee y en el 2020 lo dejó para dedicarse a la ginecoestética, una rama médica que abarca las mejoras funcionales y estéticas de la zona genital y del suelo pélvico. Trabaja en clínicas de distintos municipios de Galicia como Boiro o Vilagarcía de Arousa. En Ourense lo hace en el centro Fisio Alar.

 —¿Qué es exactamente la ginecoestética?

—Es una parte fundamental de la ginecología que trata básicamente de devolverle la estética y la parte regenerativa y funcional a la vulva y a la vagina desde los períodos premenopáusicos. Abarca desde la reconstrucción del himen o de los labios mayores y menores a simplemente devolverle su finalidad a los órganos, que se va perdiendo con el tiempo, como cuando se tiene incontinencia de orina o picor. Intenta mejorar también otros aspectos como la sequedad vaginal, la disfunción sexual, el prurito... Estos son síntomas que se producen especialmente en los períodos cercanos a la menopausia porque descienden los estrógenos, por eso es ahí cuándo más está indicada la ginecoestética. 

—Entonces, ¿se trata de técnicas y tratamientos dirigidos exclusivamente a mujeres con la menopausia?

—La parte más funcional sí que está más pensada para mujeres que están entrando en esta etapa, pero realmente al hacer ginecología reparadora también el público se amplía muchísimo porque son operaciones que abarcan todas las edades. 

—¿Cuáles son los problemas que más preocupan a sus pacientes?

—Las incontinencias de orina, las debilidades de suelo pélvico y el picor. 

 —¿Y, cuando llegan, detecta si conocían la ginecoestética de antemano?

—No. Esta especialidad empezó a tener auge a partir del 2008, más o menos. Lo que se hizo inicialmente fue tratar de utilizar todos los avances técnicos que se empleaban en medicina estética facial o corporal, pero en la zona íntima femenina. La finalidad era poder brindar un poco de salud y bienestar apoyándonos en radiofrecuencia, carboxiterapia, láser... Por ejemplo, actualmente utilizamos radiofrecuencia para devolver turgencia, vitalidad o hidratación a la vulva y a la vagina.

—Además de los tratamientos, ¿hay opciones de cirugía?

—Depende del tipo de patologías. Hay mujeres que al empezar la menopausia presentan prolapsos genitales que afectan al útero, a la vagina o a la vejiga y hay que solucionarlo con operaciones. Pero la parte funcional, como la atrofia vaginal, el picor o las disfunciones sexuales, se solucionan con tratamientos.

—¿Cuál es el promedio de mujeres que necesitarían ginecoestética al llegar a la menopausia?

—Diría que en torno al 85 % por no exagerar, pero la realidad es que todas las mujeres, en algún momento de su proceso menopáusico, van a necesitar ayuda de este tipo de medicina. No hablamos de problemas graves, simplemente los síntomas (como sofocos, incontinencias, dolor en las relaciones sexuales, picor...) son muy frecuentes y se pueden eliminar con tratamientos ginecoestéticos. Hace años, hablar de pérdidas de orina era prácticamente un tabú y la gente no consultaba qué podía hacer por vergüenza, así que su única solución era cambiarse el salvaslip. Hoy existen muchas técnicas, no quirúrgicas, que ayudan en este área, como las ondas electromagnéticas, que son totalmente indoloras, y estimulan el suelo pélvico de manera muy efectiva. 

—¿Y se emplea bótox en la ginecoestética?

—Por supuesto, se ponen neuromoduladores (conocidos popularmente como bótox) en vulva y vagina. Son tratamientos muy efectivos para mejorar el vaginismo o el dolor en las relaciones sexuales. También se usa el ácido hialurónico, que mejora muchísimo la turgencia de la zona íntima.

—¿Cree que la medicina estética está más introducida que antes en la sociedad?

—En mi experiencia sí, pero el propio sector ha progresado muchísimo en sí mismo. La medicina estética ya no es tan invasiva ni agresiva, produce cambios notorios manteniendo siempre la naturalidad de cada uno. Antes se utilizaban productos que eran menos biocompatibles y ahora son mucho más absorbibles y los tejidos los aceptan mejor. Esto ha influido en la gente. Las pacientas ya no tratan de ocultar que se hacen cualquier tratamiento, prácticamente ahora hasta se recomiendan especialistas y técnicas concretas entre amigas. Lo que queremos es reducir un poco los signos de la edad, pero para que las personas se vean y se sientan mejor, no para cambiarlas.

—¿Cree que influye en esa aceptación actual de la medicina estética el que haya muchas creadoras de contenido que visibilizan sus retoques?

—Lo que pasa es que eso es un arma de doble filo porque muchas veces no podemos lograr lo que nos piden. Cada vez hay más clientas que vienen con una foto de una influencer a la que siguen en una red social y quieren que las pongamos así. Eso es imposible. Nosotros podemos mejorar la apariencia en un montón de aspectos, pero todo dentro del contexto de las facciones y de la piel de cada una. 

—¿Esas influencers disminuyen la media de edad de las pacientes que acuden a su clínica? 

—Probablemente sí porque las chicas más jóvenes son las que suelen venir con imágenes de este tipo. Quieren verse mucho más guapas y parecerse a esas otras mujeres a las que toman de ejemplo.

—¿Cómo puede afectar a esas mujeres el hecho de empezar a tratarse tan jóvenes?

—Si empiezas a tratar síntomas de envejecimiento con mucha antelación puede que eso provoque algo de huella estética, que quiere decir que van quedando restos de esos tratamientos, que queden cambios o marcas en las facciones. 

—¿Cuál diría usted que es la edad idónea para que una mujer empiece a cuidarse con medicina estética?

—Sacando cualquier defecto estético concreto que uno quiera corregir para sentirse mucho mejor, por salud o bienestar, la edad más apropiada para empezar a hacerse retoques estéticos sería entre los 35 y los 40 años, con la idea de ir mejorando e ir reduciendo el envejecimiento.