Eugenio Linares: «He cambiado la puerta de la discoteca por la motosierra»

Carlos Cortés
Carlos Cortés MONFORTE / LA VOZ

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Linares con una de sus últimas piezas, una vaca a tamaño natural para el Ayuntamiento de Bóveda
Linares con una de sus últimas piezas, una vaca a tamaño natural para el Ayuntamiento de Bóveda CARLOS CORTÉS

Este asturiano afincado en Galicia ha dejado su trabajo como portero en el ocio nocturno de Lugo para dedicarse exclusivamente a esculpir madera con una motosierra. Y que ahora vive mucho mejor

28 oct 2023 . Actualizado a las 10:15 h.

Asturiano de nacimiento, pero criado en Estaca de Bares porque su padre era el farero, Eugenio Linares se marchó joven a Lugo para trabajar. Empezó como repartidor de ayudas de Cáritas y pronto encontró también empleo de fin de semana como portero de discoteca. Hace unos diez años se dio cuenta de casualidad de que sabía esculpir lo que se propusiese en madera y a golpe de motosierra. Tuvo que venir la pandemia para que se decidiese a vivir exclusivamente de eso. Su casa y su lugar de trabajo están ahora en Tuiriz (Pantón), el pueblo de la que ahora es su mujer. Tiene decenas de esculturas por toda Galicia. Y también más allá.

—¿Así que ya no es portero de discoteca?

—Ya no. Hoy en día el trabajo de portero ha cambiado mucho. Cuando empecé era una cosa como marginal, pero ahora se puede vivir de eso perfectamente. Durante un tiempo lo compaginé con la escultura. Trabajaba de portero los fines de semana y el resto de los días me dedicaba a lo otro.

—Y vive solo de hacer esculturas de madera con una motosierra.

—Eso es.

—¿Y vive bien?

—Pues sí. Tengo una lista de espera de seis meses. Me sabe mal decirlo, pero la verdad es que la pandemia fue lo mejor que me podía haber pasado. Si las discotecas no llegan a cerrar yo nunca me hubiera decidido. Y el caso es que estos están siendo los mejores años de mi vida. Ni te lo imaginas. Cuando tienes 25 o 30 años, ser portero es una buena forma de tener un dinero para tus gastos, pero con familia y con cierta edad te planteas la vida de otra forma. Trabajas de noche, no es un trabajo muy agradable de hacer... Obviamente, no te ves de portero con 65 años.

—Creo que su primera venta como escultor fue casual.

—Completamente. Empecé a esculpir jugando. Iba a visitar a mi padre al faro y le ayudaba a cortar leña. Un día me puse a hacer monerías con unos troncos y los transformé en unas sillas. Después esculpí un lagarto subiéndose por una rama y lo dejé allí arrimado. Pasados unos meses, llamó al teléfono del faro un señor de Jaén que había estado ese verano en Galicia y había visto el lagarto. Resulta que en Jaén tienen una leyenda muy popular con un lagarto y le había encantado la escultura. Me ofreció mil euros por ella y correr con los portes.

—Y le dijo que sí.

—¡No lo dudé un segundo! Ahí vi que eso podía dar dinero.

—Pero tendrá usted alguna formación artística.

—No, ninguna.

—Por lo menos tendría alguna habilidad especial para las manualidades de pequeño.

—Mi madre, que murió hace muchos años, era pintora profesional. Y yo dibujaba en casa, pero ni siquiera era un gran dibujante, Lo hacía como cualquier chaval de colegio. Después dejé completamente el dibujo hasta que me dio por esculpir. Porque el trabajo de esculpir es el final, primero tienes que hacer dibujos.

—Aunque uno esculpa con motosierra.

—Claro. La motosierra es la ejecución final. Por ejemplo, la vaca que acabo de hacerle al Ayuntamiento de Bóveda [Una escultura a tamaño natural y de una tonelada de peso] igual tiene cinco días de trabajo con la motosierra pero antes del primer corte había hecho unos cincuenta dibujos.

—¿La motosierra es la herramienta que utilizó para empezar, pero ahora recurre a alguna otra?

—No. Tengo una amoladora para lijar alguna cosa muy finita, pero el 99% del trabajo es de motosierra. Volviendo al caso de la vaca, utilicé una lijadora para pulir un poco algunas zonas y un cutter para las comisuras de los ojos. Todo lo demás es motosierra.

—Parece un instrumento fundamentalmente bruto.

—Es bruto, pero también muy noble. Va exactamente a donde tú le digas que vaya y por el camino se come todo lo que encuentre por el medio: nudos, vetas... Alguna vez he probado con una gubia, pero tienes que ir muy poquito a poco, siempre a favor de la veta... no me siento a gusto. Nunca me gustó ni la sé manejar. No sé tallar nada. Sin embargo, la motosierra es muy bestia, se lo come todo, pero va exactamente por donde tú le digas. Yo soy bastante impulsivo, si un trabajo me lleva más de dos días es fácil que me atasque. Y si algo tiene la motosierra es la velocidad. La vaca de Bóveda tiene semanas de trabajo, pero por la preparación, el dibujo, tiene que venir una grúa para darle la vuelta... Yo puedo hacer un jabalí a tamaño natural en un día. Si lo quiero hacer muy muy al detalle puedo tardar dos.