Autónomos que se atrevieron a cerrar sus negocios por la tarde: «Antes no tenía vida, ahora sí»

Yago Gantes
Yago Gantes A CORUÑA

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Autónomos que decidieron cerrar sus negocios por la tarde.
Autónomos que decidieron cerrar sus negocios por la tarde.

Las pymes también piden paso en el debate sobre la jornada laboral. El horario continuo es la receta para evitar ser un esclavo del mostrador

12 nov 2023 . Actualizado a las 18:17 h.

«La palabra negocio viene del latín y significa negación del ocio». Así de claro lo expone Francisco José Castro, propietario de la Charcutería El Pasadizo, en las galerías comerciales de Ramón y Cajal. Antes de tomar la decisión de cerrar por las tardes, su jornada era la siguiente. Se levantaba a las seis y media de la mañana para ir a recoger el género, despachaba la tienda hasta las 14.00 horas, se iba al gimnasio, comía, echaba una cabezadita y volvía a abrir el local, desde las cinco hasta las nueve. Todo ese periplo cambió cuando decidió bajar la persiana a las 14.30 horas. «Antes no tenía vida, ahora sí», cuenta a La Voz. 

Readaptar la jornada laboral para favorecer la conciliación entre la vida personal y profesional no solo es de interés entre los trabajadores por cuanta ajena. Los autónomos, los nuevos y los viejos, también han comenzado a mirar el reloj, sobre todo, desde la pandemia. María Agraso, propietaria de la frutería Mercedes, negocio compartido con la Charcutería El Pasadizo, cuenta que comenzaron a cerrar por las tardes por las restricciones del covid-19 y, después, mantuvieron la decisión. El resultado ha sido muy bueno, tanto para el negocio como para la vida personal. «Esta es una zona de mañana, había tardes que solo se vendían treinta euros. Facturamos lo mismo haciendo el horario corrido que mañana y tarde». explica María. «Ahora, salimos, disfrutamos de nuestro matrimonio, de casa, de nuestros amigos», añade José. 

La gestión del coronavirus también fue el punto de inflexión que llevó a Estrella, propietaria de la floristería Te prometo un jardín de rosas (Alcalde Marchesi, 13), a bajar la persiana a las 14.00 horas. En su caso, le ha permitido evolucionar el negocio, pues dedica las tardes para realizar otros encargos: «Yo tengo mucha decoración, mucho evento y si estoy todo el día en la tienda no puedo hacerlo». La florista también está contenta porque los clientes respondieron, se ahorra en gasolina y ha ganado dos tardes libres a la semana.  

Rincón Verde Agrojardín (Arzobispo Lago González, 4) también es una tienda especializada en el cuidado de las plantas, pero su decisión de abrir en horario continuo, de 09.30 a 18.30 horas por semana, no tiene nada que ver con la pasada crisis sanitaria. María José de la Puente, la propietaria, estrenó ese horario en septiembre del 2019: «Nosotros todos los meses de agosto cerrábamos por las tardes desde que abrimos, hace más de 26 años. Entonces, un septiembre nos animamos con implantar el horario continúo». 

La autónoma recuerda ese momento con vértigo y confiesa que han perdido algo de la clientela de última hora, pero no duda de que el cambio ha sido muy bueno. «La gente tiene la opción del sábado o del mediodía, donde cada vez vienen más clientes», relata. Lo cierto es que con la nueva jornada abren más horas al público que antes.

El otro punto positivo es la vida personal: «La gente piensa que el comercio es solo atender al público, pero tenemos otras muchas cosas que hacer, como el estocaje, los pedidos, la facturación. Con el horario continuo te planteas salir a las ocho, una buena hora para conciliar con la familia y tomar un café con los amigos», dice.

Andrés Guerrero, de la cafetería Doña Bárbara (Alcalde Alfonso Molina, 3), también coincide en que el trabajo de un autónomo no solo está en el mostrador. Una reflexión a la que llegaron él y su pareja y socia, Yeli Andrade, después de meses abriendo por la mañana y por la tarde. La razón que le llevó a bajar la persiana a las 15.00 horas entre semana y a las 13.30 horas los fines de semana es su propuesta empresarial. «Este es un negocio muy pequeño, todo pasa por nuestras manos, los dulces los hacemos y horneamos nosotros», señala.

Este compromiso les lleva a comenzar su jornada a las cinco de la mañana, entonces, a la hora de cierre, ya llevan más de ocho horas a sus espaldas. Además, como señaló María, después queda toda la parte de facturación y pedidos. A pesar de esta determinación, cuando decidieron no abrir por la tarde, vinieron las dudas: «Al principio tuvimos miedo, pero cuando nos preguntaban los clientes y se lo explicábamos, lo entendieron».

Por el momento, el resultado es positivo. Más allá de los números, Andrés y Yeli tienen claro que si no van felices a su cafetería no van a hacer bien su trabajo: «Adaptamos nuestros horarios a nuestro bienestar personal. Si nosotros no estamos bien, esto no funciona». 

Antonio Varela, propietario de la cafetería FM (San Blas, 2), también probó durante unos meses con una franja de atención al cliente más extendida, pero pronto se dio cuenta que no era rentable. «Aquí trabajamos mucho con las oficinas y la mayoría son desayunos y luego tenemos menús y tapas», explica. Esa decisión la puso en marcha hace más de ocho años y tiene claro que es un hostelero con horario de funcionario. Sin embargo, tras la barra queda mucho por hacer«Mi mujer se queja igual, porque llego al local a las seis y media de la mañana y a casa no llego hasta las siete de la tarde».