Algunos de los palestinos maniatados y semidesnudos empiezan a regresar a casa
09 dic 2023 . Actualizado a las 12:54 h.«El pueblo de Gaza mira al abismo», dijo ayer el secretario general de la ONU, António Guterres, durante una sesión excepcional del Consejo de Seguridad. El miércoles, había hecho sonar todas las alarmas al invocar el artículo 99 de la carta de las Naciones Unidas, que permite reunir a los Estados miembros en caso de «amenaza grave para la seguridad mundial».
Desde su punto de vista, la decisión estaba más que justificada. Alegó que la situación en la Franja de Gaza puede acabar en un «colapso completo del orden público», al tiempo que crece la presión por una huida masiva de gazatíes hacia Egipto. «Temo que las consecuencias podrían ser devastadoras para toda la región», advirtió, y recordó la escala del desastre: un 60 % de las viviendas han colapsado bajo las bombas, lo que ha forzado el desplazamiento del 85 % de la población.
«Los ojos del mundo y de la historia están mirando. Es hora de actuar», insistió Guterres. Pedía votar una resolución a favor del alto el fuego en Gaza, pero el representante de EE.UU. ante la ONU, Robert Wood, arrojó un jarro de agua fría sobre cualquier expectativa. «No apoyamos el llamamiento —sentenció—. Solo sembraría las semillas de una próxima guerra, porque Hamás no quiere ni una paz duradera ni la solución de los dos Estados».
Para que la propuesta salga adelante, se necesitan al menos nueve votos a favor y ningún veto de los cinco miembros permanentes, entre ellos EE.UU. Su negativa es suficiente para tirar por tierra la resolución, como sucedió con todas las que se proyectaron desde que estalló la guerra.
Reacciones de otros países
No importó que el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, instase a los miembros a abstenerse de usar su veto ante «bombardeos que van más allá de la destrucción de las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial». No importó que Arabia Saudí pidiera que la resolución fuese apoyada, ni que Jordania argumentase que el fracaso del Consejo de Seguridad significaría dar respaldo al asesinato de civiles inocentes por parte de Israel. Ni siquiera que el representante palestino ante las Naciones Unidas, Riyad Mansour, asegurase que Benjamin Netanyahu «sacrificaría al pueblo palestino y al israelí por su supervivencia política egoísta». EE.UU. se mantuvo firme.
Mientras tanto, en la Franja, el Ejército evitaba realizar valoraciones sobre las imágenes difundidas la jornada previa en las que se veía a decenas de hombres semidesnudos, algunos con los ojos vendados, maniatados y transportados en camiones. Algunos regresaron ayer a sus hogares, y la BBC pudo hablar con uno, de 22 años. «Nos obligaron a sentarnos en medio de la calle durante casi tres horas, luego nos vendaron los ojos, nos llevaron a un sitio desconocido y nos interrogaron», relató el joven. Añadió que cuando llegaron al lugar fueron seleccionados al azar para preguntarles sobre su relación con los islamistas y después simplemente les dijeron que se fueran a casa. Otro de los detenidos, el periodista Diaa Kahlot —responsable del diario Al Araby Al Jadeed—, fue transferido a la base militar de Zikim, según denuncian sus compañeros.