Macron defiende su ley de inmigración en plena crisis interna

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, este miércoles en el Palacio del Elíseo.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, este miércoles en el Palacio del Elíseo. ContactoJulien Mat | EUROPAPRESS

El ministro de Sanidad,  Aurélien Rousseau, presentó su dimisión tras la aprobación de una norma que fue validada por el partido de Marine Le Pen y con el voto negativo de 27 diputados del partido del presidente

20 dic 2023 . Actualizado a las 21:29 h.

La nueva ley de inmigración votada en Francia el martes a última hora de la noche ha hecho aflorar una grave crisis en el seno de la mayoría presidencial, hasta el punto de que Emmanuel Macron se encontró obligado a intervenir para explicar la bondad del texto. «Hay que calmar los espíritus», dijo anoche el presidente francés en el programa televisivo C à vous en la cadena France 5.

El Gobierno se ha visto atrapado en esta situación porque Macron defendía a capa y espada un acuerdo con los conservadores para que la ley saliera adelante con el voto de los diputados en lugar de aprobarla por decreto. Pero no contaban con que los diputados de la Reagrupación Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, iban a votar en masa y reclamar «una gran victoria ideológica».

Para Macron lo que importa no es el voto de la extrema derecha, sino que esta ley es «eficaz» para responder a las necesidades de los franceses. «Es el fruto de un compromiso, el escudo que nos faltaba» para poder «luchar contra los flujos, la gente que llega de forma irregular», defendió el jefe del Estado, reconociendo que hay «un problema de inmigración clandestina en Francia». «Si cerramos los ojos y decimos que no hay problemas con la inmigración estamos haciendo el juego de la Reagrupación Nacional», concluyó. Admitió que el texto ha sido endurecido por los conservadores, pero que Francia sigue siendo un país de acogida.

Frente al aplomo del presidente, su primera ministra, Elisabeth Borne, apenas podía defender su postura. La víspera había pedido a los diputados de la mayoría que votaran por la ley, y unas horas después estaba explicando que esta contiene «medidas contrarias a la Constitución», por lo que acudirán al Tribunal Constitucional para que se pronuncie sobre el texto que ellos mismos han elaborado junto a Los Republicanos.

Entre los que no han resistido a estas incoherencias se encuentra el ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau. Finalmente es el único que ha dimitido para desligar su nombre de la nueva ley, aunque la víspera circulaban los nombres de otros tres ministros que han preferido seguir en sus puestos. Esto permite al portavoz asegurar que «no ha habido una rebelión» en el campo presidencial. Aunque ayer había un malestar palpable entre los diputados de la mayoría presidencial que intentaban a toda costa desmarcarse de una ley votada que sorprendentemente apoyó el partido de Le Pen. De hecho 27 diputados macronistas votaron en contra y 32 se abstuvieron pero, como señaló Macron, ninguno dijo que abandona el partido.

La izquierda también ha encontrado un tema que la une después de meses de guerras internas. Todos los departamentos gobernados por este sector ideológico, así como algunas ciudades como París, anunciaron que no van a aplicar algunas de las medidas que contiene la ley como el endurecimiento de las condiciones para el pago de las ayudas a los extranjeros mayores o dependientes.

Y mientras los líderes políticos se reprochaban unos a otros hacer juego de las ideas de la extrema derecha, un sondeo de Elabe para BFMTV mostraba la enorme brecha que separa a las élites de la población: siete de cada diez franceses dicen que están satisfechos con la nueva ley; hasta un 43 % considera que es un texto equilibrado, mientras que 37 % cree que no es suficientemente duro, y un 19 % lo califica de duro.