Una riña por las notas pudo desatar el brutal asesinato de una mujer a manos de sus dos hijos en Castro-Urdiales

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor REDACCIÓN / AGENCIAS

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La madre con los dos menores en la primera comunión de uno de ellos, en una foto publicada en las redes sociales
La madre con los dos menores en la primera comunión de uno de ellos, en una foto publicada en las redes sociales Redes Sociales

Los menores, de 15 y 13 años de edad y que fueron adoptados en Rusia, llamaron a la abuela para tratar de simular que habían sufrido un secuestro. El más pequeño sería inimputable por la muerte de su madre, de 48 años

09 feb 2024 . Actualizado a las 10:55 h.

El brutal asesinato en Castro-Urdiales (Cantabria) de una mujer presuntamente a manos de sus dos hijos adoptivos, de 15 y 13 años de edad, es uno de esos crímenes que sitúan a la sociedad al límite de su capacidad de comprensión. Los dos hermanos, de origen ruso, fueron detenidos por la Guardia Civil después de que encontraran el cuerpo sin vida de Silvia López Gayubas, de 48 años, que estaba en la parte de atrás de su coche, en el garaje de la casa familiar, con una bolsa de basura en la cabeza, maniatada, con golpes en el cuerpo y una cuchillada mortal en el cuello.

Las pesquisas están en su fase inicial, pero han avanzado rápidamente. La primera e inevitable sospecha fue la de un crimen machista, pero quedó descartada porque el marido y padre adoptivo estaba trabajando en el turno de noche de una empresa metalúrgica en el País Vasco cuando se produjeron los hechos. Allí se enteró de lo sucedido y «no se lo creía, está destrozado», señalan fuentes de la investigación.

La macabra secuencia de acontecimientos arranca poco antes de las nueve de la noche del miércoles. Los menores hablaron por teléfono con su abuela, que vive en un chalé cercano al suyo en la urbanización de Monte Cerredo, y le dijeron que estaban secuestrados. Alarmada, la mujer dio aviso a la Guardia Civil, que al inspeccionar la vivienda se topó con la impactante imagen.

En cuestión de minutos, esta localidad cántabra de 32.000 habitantes situada en el límite con el País Vasco se llenó de efectivos policiales ante el temor de que los dos hermanos estuviesen en grave peligro, secuestrados por el asesino de su madre. El teléfono desde el que los niños hablaron con su abuela estaba ya desconectado, lo que aumentó el miedo por sus vidas. Fueron momentos frenéticos, con controles que vigilaban todas las entradas y salidas del municipio y en los que se revisaba hasta el interior de los maleteros de los coches en busca de los pequeños.

Conforme pasaban las horas, la hipótesis del secuestro se fue desvaneciendo, al tiempo que emergía la terrible sospecha de que tras el asesinato de Silvia estaban sus dos hijos adoptivos. Pasadas las dos de la madrugada del miércoles al jueves los dos menores aparecieron en el parque Cotolino, escondidos en una zona de acantilados. Uno de ellos trató de escapar a la carrera para ocultarse en una zona arbolada, pero la huida duró poco y los agentes lograron localizarlo. El de 15 años fue formalmente arrestado, mientras que el de 13 quedó bajo custodia de la Guardia Civil y ya ha ingresado en un centro de protección de menores, aunque por tener menos de 14 años es inimputable. El mayor, que según las primeras indagaciones habría sido el presunto autor material del crimen, quedó a disposición de la Fiscalía de Menores en Santander, que ha solicitado como medida cautelar su internamiento durante seis meses en régimen cerrado a la espera de que avance la instrucción y se pueda celebrar el juicio.

¿Qué pudo motivar este espeluznante crimen? Tanto la delegada del Gobierno en Cantabria, Eugenia Gómez de Diego, como la alcaldesa de Castro-Urdiales, Susana Herrán, han confirmado que en la familia no hay denuncias por ningún tipo de violencia ni constancia de conflictos en el colegio. Ambos eran «académicamente excelentes», según la regidora. Sin embargo, tras el crimen padres de alumnos del centro en el que cursaban sus estudios, el Menéndez Pelayo, deslizan que últimamente el mayor estaba causando problemas y una de las líneas de investigación apunta a una discusión por las notas como detonante del asesinato. La hipótesis, reforzada por las manifestaciones de los menores al ser detenidos, sitúa la casa familiar como el lugar del asesinato. Tras matarla, ambos habrían presuntamente trasladado el cadáver a la parte trasera del coche, que estamparon contra la pared del garaje para simular el secuestro del que le hablaron a la abuela. La coartada duró apenas unas horas. Tras esa cortina de humo pronto apareció un hecho que, como ha reflexionado la delegada del Gobierno en Cantabria, «nos enfrenta a la dura realidad de la implicación de menores en actos de extrema gravedad».

Vizcaína de 48 años, celadora en el hospital de Cruces y catequista

Silvia López Gayubas tenía 48 años de edad y era natural de Vizcaya, como su marido. Como muchos vascos, habían escogido la ciudad cántabra de Castro-Urdiales para asentarse y formar una familia, aunque ambos iban y venían a Euskadi para trabajar. Ella era celadora en el Hospital Universitario de Cruces, en Baracaldo, a solo 27 kilómetros por la A-8 de la casa en la que halló la muerte a manos presuntamente de sus dos hijos adoptivos, de 15 y 13 años.

Sus allegados la califican como una mujer socialmente implicada. Colaboraba en la iglesia como catequista y su perfil de la red social Facebook está lleno de mensajes motivadores. El último, subido a las 8.39 horas del martes, un día antes de su muerte, citaba a Van Gogh con una imagen del genial pintor y uno de sus famosos cuadros de flores: «Lo que el color es para una pintura, el entusiasmo es para la vida». Ese último post se ha llenado ahora de horrorizados comentarios de condolencia.

Unos días atrás, publicó una cita del libro El Principito que quizás pueda ahora interpretarse como que la familia estaba atravesando algún problema que pueda explicar el terrible crimen: «Qué ironía, no dices nada para evitar conflictos, y vives en conflictos por no decir nada». También esta última entrada en la red social se ha llenado de mensajes de pésame que se suman al que recorre todo Castro-Urdiales. De hecho, el Ayuntamiento ha decretado tres días de luto oficial y se han suspendido todas las celebraciones del Carnaval. No hay nada que celebrar, solo esperar a que se aclare por qué dos hijos queridos y deseados acabaron presuntamente con la vida de su madre.