El Ejecutivo palestino dimite en busca de un Gobierno de consenso para la Franja de Gaza

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

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Mohamed Shtayé (izquierda) le entrega su renuncia a Mahmud Abás.
Mohamed Shtayé (izquierda) le entrega su renuncia a Mahmud Abás. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Estados Unidos y los principales países árabes llevaban semanas pidiendo una reforma

26 feb 2024 . Actualizado a las 21:36 h.

Mohamed Shtayé, el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), dio el lunes un golpe de timón y se bajó del barco.

«Presento mi dimisión y la de todo mi gabinete a la luz de lo que nuestro pueblo, nuestra causa palestina y nuestro sistema político afrontan —explicó el dirigente—. Un ataque feroz y sin precedentes, un genocidio, intentos de desplazamiento forzado, hambruna en Gaza y repetidas invasiones de campos y aldeas en Jerusalén y Cisjordania».

Pero hay mucho más bajo la superficie. Estados Unidos y los principales países árabes llevan semanas intentando persuadir a la ANP de que se reforme. Y es que tal vez, si el organismo cambia radicalmente de rumbo, pueda administrar Gaza cuando termine la guerra.

Sin embargo, no está claro si cambiar al primer ministro y al gabinete será suficiente para convencer a Israel. Sobre todo a su primer ministro, Benjamin Netanyahu, que la semana pasada presentó un plan de posguerra en el que rechazaba rotundamente cualquier Gobierno relacionado con la ANP. Es decir, que el objetivo es camuflar a la autoridad que el mundo conoce, lavarle la cara. Algo difícil de alcanzar cuando Mahmud Abás, el máximo dirigente del organismo, permanecerá en el cargo junto a sus jefes de seguridad, independientemente de si acepta o no la dimisión de Shtayé.

Pérdida de popularidad

Sin un parlamento funcional en las áreas controladas por el grupo, Abás, de 88 años, ha gobernado por decreto desde el 2005, y ejerce una gran influencia sobre el sistema judicial. Pero cada vez es menos popular entre los palestinos. Menos de dos meses después del brutal ataque de Hamás en suelo israelí, más de un 60 % de los cisjordanos querían la disolución de la ANP, mientras que un 92 % apoyaba la dimisión de Abás, según Efe. Casi todos aclamaban a Hamás.

Esa podría ser otra de las razones detrás de la renuncia de Shtayé: una búsqueda de consenso. Fatah, la facción palestina que controla la ANP, y el grupo yihadista llevan un tiempo intentando acercar posturas frente a su enemigo común —Tel Aviv—. Necesitan una base de mayoría amplia sobre la que levantar un nuevo Gobierno, y han acordado reunirse mañana en Moscú.

Entretanto, Netanyahu sigue enfrentándose a su propia crisis en Israel. Después de haber disuelto el domingo —a cañonazos de agua— una protesta que pedía su dimisión, el mandatario sufrió un nuevo embate. Yair Lapid, el líder de la oposición, reclamó el lunes la celebración de elecciones anticipadas, y calificó de «completa locura» que Netanyahu siga al frente del país después de los ataques de Hamás del 7 de octubre.

«Tenemos un Gobierno que nos ha destrozado desde dentro», denunció el opositor. Argumentó que hoy se celebran elecciones municipales en el Estado, y que «eso no ha perjudicado a la unidad ni a la victoria».

Clamor en la CIJ

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) concluía en La Haya seis días de audiencias que se convirtieron en un clamor por la solución de dos Estados, y un grito desesperado por el fin de la ocupación «ilegal» israelí de los territorios palestinos.

En su turno, España defendió que los asentamientos israelíes no solo no tienen «validez legal», sino que suponen un «grave obstáculo» para la ratificación del Estado palestino.

Las bombas israelíes seguían cayendo en el Líbano y el lunes bramaron en el nordeste del país, por primera vez desde el inicio de las hostilidades con Tel Aviv.

Solo unas horas antes, en Washington, un soldado estadounidense se había quemado a lo bonzo frente a la Embajada israelí. En un vídeo publicado en redes, puede verse al militar uniformado rociarse con líquido inflamable y quedar envuelto en llamas al grito de «Palestina libre».

«Soy un miembro en activo de la Fuerza Aérea y no voy a seguir siendo cómplice de genocidio», proclamó el hombre, identificado como Aaron Bushnell, de 25 años. Los servicios de emergencia lo llevaron de inmediato al hospital con heridas «críticas». Allí falleció horas más tarde.