El líder de Chega amenaza con echar abajo los Presupuestos de Portugal

Brais Suárez
Brais Suárez LISBOA / E. LA VOZ

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Marcelo Rebelo de Sousa, durante una intervención en el Parlamento el 14 de diciembre del 2023.
Marcelo Rebelo de Sousa, durante una intervención en el Parlamento el 14 de diciembre del 2023. MIGUEL A. LOPES | EFE

Los conservadores y la ultraderecha ya comienzan a responsabilizarse de una eventual inestabilidad

13 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En una entrevista concedida a CNN y TVI, el líder de Chega, André Ventura, se mostró «responsable» y una vez más se ofreció a formar una coalición con Alianza Democrática (AD), pero también amenazó con impedir la continuidad del Gobierno en minoría que, previsiblemente, formará Luís Montenegro. Sitúo varias condiciones para no impedir la investidura del líder conservador: «Combate de la corrupción, aumento de pensiones e incremento del número de policías y militares». Además, aspira a «una convergencia sobre la composición del Gobierno, las medidas principales y lo que queramos conseguir», dijo utilizando el plural. Hacia el final de la entrevista, apuntó que no presentará una moción de confianza, pero adelantó que «el punto más crítico de la negociación serán los Presupuestos». «Si no hubiera una negociación, sería humillar a Chega», dijo Ventura en nombre del «millón de portugueses» que lo votaron.

La continuidad del Gobierno dependerá de la aprobación de Presupuestos. Por eso, Ventura comienza ya a culpar a Montenegro de una eventual inestabilidad y a construir su narrativa en caso de una crisis política: «No será Chega quien haga caer al Gobierno. Sino Luís Montenegro quien se niegue a gobernar». En la misma línea respondieron los conservadores del PSD unas horas después: «Chega tiene el mandato del pueblo para hacer lo que considere», en palabras de su vicepresidente, Paulo Rangel.

Como mínimo, eso daría a Montenegro un margen hasta octubre, unos meses en los que podría aprovechar la buena coyuntura económica de Portugal para ganar popularidad. Pero se plantea la duda de si gobernará hasta entonces con unos presupuestos del Partido Socialista a los que se opuso. Su intención es rectificar esas cuentas, para lo cual podría necesitar (dependiendo de lo que pretenda cambiar) la aprobación en el Parlamento, Un rechazo del PS o Chega acortaría sensiblemente su margen de maniobra.

La sensación de fragilidad es clara, y son ya muchos quienes miran hacia el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que había convocado elecciones anticipadas para «aclarar» la situación política. De momento, este martes inició la ronda de consultas con los partidos con representación parlamentaria. 

Diferencias en AD

Tampoco hay consenso en los partidos que conforma la Alianza Democrática (PSD, CSD y Partido Popular Monárquico). El conservador alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, desmintió que su partido contemple pactar con Chega, mientras Gonçalo da Câmara Pereira, el líder del PPM (que ya concurrió a las europeas del 2019 con Chega), afirmó que «no ve ningún problema» en un entendimiento con el partido de ultraderecha. «A veces, dar un paso atrás es dar dos hacia adelante», dijo. «Creo que el país necesita estabilidad», añadió. Ya ha pedido reunirse con Montenegro para comentar esa posibilidad.

En el bando socialista también hay debate sobre el papel que debe jugar el PS. Aunque evita opinar sobre qué debe hacer su partido, António Costa apuntó que «las legislaturas deben cumplirse». «Para Portugal ha sido una ventaja la estabilidad en dos legislaturas (…) y espero que regresemos al patrón tradicional». Más claro fue Augusto Santos Silva, presidente saliente del Parlamento, al decir que el Partido Socialista debe «contribuir a la estabilidad» y no «imaginar ya la próxima catástrofe».

André Ventura, a su llegada en la noche electoral al cuartel genrral del partido Chega.
André Ventura, a su llegada en la noche electoral al cuartel genrral del partido Chega. MIGUEL A. LOPES | EFE

«No hay un millón y medio de racistas» 

B. Suárez

Desde hace un lustro, Chega es un fenómeno mediático en Portugal y, ahora, también en Europa. Parecía poco más que eso, puro escándalo. António Costa llegó a decir que recibía «una atención desproporcionada» y los medios portugueses, en un acto de madurez tardía, ya evitaban la cobertura morbosa de las mentiras de André Ventura.

Pero, de tanto acompañarlos de los adjetivos «extrema», «radical» o «ultra», sus votantes acabaron también sintiéndose radicalizados. Y allí, en los extremos, se encontraron, ya sin tapujos, todos juntos. Bajo la luz de esa estrella del rock que es Ventura, capaz de mimetizarse con los olvidados del rural, los jóvenes abstencionistas y los hartos de la corrección política. De hermanarse con los desposeídos de su pasado, raza y religión. Le bastó con escucharlos y darles voz. Supo identificar una narrativa que durante cincuenta años fue tabú. No es vuestra culpa, les dijo, estamos juntos y os protegeré de los extranjeros y de las élites.

Por eso sorprende que António Costa aún tuviera que preguntarse en la noche electoral si la subida de Chega «se trata de un voto coyuntural, de castigo, o refleja un cambio estructural» en la sociedad portuguesa. Pocos dudan de que es lo segundo.

«Tocó sensaciones clave para todos, que molestan a mucha gente. Yo misma podría decir que estoy de acuerdo con algunos mensajes», explica una taxista lisboeta, «pero, claro, esas no son soluciones ni formas; y menos si recordamos lo de antes [en referencia a la dictadura salazarista]», concluye. «Es un partido cualquiera, muy maltratado por los medios», dice un joven después de votar. 

Incoherencia

Chega es dúctil, sin problemas para pasar del ultraliberalismo (eliminar la sanidad pública) a defender la subida de las pensiones y, en la práctica, fomentar una nueva lucha de clases. No le importa la incoherencia, porque ni la lógica ni la verdad son activos para quien hace de la política una nueva fe. Sin responsabilidades asumidas, dice lo que su público quiere y les suministra una identidad.

«Cualquiera vota a Chega», comenta el periodista Miguel Carvalho, «por cualquier motivo, por enfado, por racismo, por cambiar… cada uno tiene su propio Chega». «No hay un millón y medio de racistas en Portugal, sino mucha gente desencantada», dijo por su parte el candidato socialista Pedro Nuno Santos.

Una cosa es escuchar y repetir las barbaridades de Ventura y, otra, escuchar a sus votantes; a quienes, precisamente, solo Chega escucha. Como escribió la periodista Isabel Lucas: «Que el porqué de los periodistas no sea el porqué de la arrogancia, del paternalismo, sino de la verdadera voluntad de comprender».