Primer caso documentado en el mundo de enfermedad cerebral por esnifar fentanilo

La Voz REDACCIÓN

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Se trata de un hombre de clase media, de unos 40 años, con hijos, que consumía este opioide por primera vez. Su aspiración le provocó que grandes secciones de la materia blanca del cerebro se le inflamaran hasta el punto de perder el conocimiento

30 abr 2024 . Actualizado a las 13:42 h.

El fentanilo se fuma, se inyecta, se puede consumir en pastillas o a través de parches, mediante gotas en los ojos, se ingiere como una golosina o se esnifa. Un informe de caso publicado en la revista BMJ Case Reports acaba de presentar un diagnóstico sorprendente y sin precedentes: leucoencefalopatía tóxica por inhalación de fentanilo. En otras palabras, la aspiración de fentanilo provocó que grandes secciones de la materia blanca del cerebro del paciente se inflamaran hasta el punto de perder el conocimiento y correr el riesgo de perder irreversiblemente la función cerebral o posiblemente morir.

Los expertos médicos habían documentado casos anteriores causados por la inhalación de heroína, pero se cree que este paciente, denominado paciente OHSU, es el primero documentado que involucra la inhalación de fentanilo ilícito. El autor principal del estudio dice que debe tomarse como una advertencia sobre el peligro de una sustancia barata, fácilmente disponible y 50 veces más potente que la heroína.

«El uso de opioides, especialmente el fentanilo, se ha estigmatizado mucho», explica el autor principal Chris Eden, ahora residente de segundo año en medicina interna en la Facultad de Medicina de Universidad pública en Portland, Oregón (OHSU) en Estados Unidos, y que formó parte del equipo de tratamiento del paciente. «Este es el caso de un hombre de clase media, de unos 40 años, con hijos, que consumió fentanilo por primera vez. Demuestra que el fentanilo puede afectar a todos en nuestra sociedad».

Aunque este es el primer caso documentado, Eden comenta que es probable que haya habido otros. Se sabe relativamente poco sobre la fisiología del síndrome y tradicionalmente los hospitales no han incluido el fentanilo en sus análisis de orina estándar. «Conocemos muy bien los efectos secundarios clásicos de los opiáceos: depresión respiratoria, pérdida del conocimiento, desorientación», señala Eden. «Pero no suelen asociarse con un daño cerebral posiblemente irreversible, como sucedió en este caso».

La resonancia magnética reveló inflamación en el cerebro. Sin embargo, la pérdida persistente de conciencia, memoria y función del paciente podría deberse a diversas causas: accidente cerebrovascular, exposición al monóxido de carbono o enfermedad metabólica, entre ellas. Al final, una prueba de drogas no estándar reveló la presencia de fentanilo en su organismo.

Afortunadamente para el paciente, se recuperó lentamente después de 26 días en el hospital, seguido de una estadía en un centro de enfermería especializada para ayudarlo a recuperar el habla y la función. Ahora está en casa con su familia en el área de Seattle y ha vuelto a trabajar. Hasta el día de hoy no recuerda el episodio.

El resultado exitoso implicó un tratamiento integral con numerosos médicos y apoyo en el centro de salud académico y en el hospital más grande de Oregon, todos operando con un enfoque centrado en el paciente. «Este caso involucró a médicos de medicina interna, neurología, neurorradiología y cuidados paliativos, además de enfermeras, trabajadores sociales, planificadores de altas, fisioterapeutas, dietistas y farmacéuticos», finaliza Eden. «Estoy orgulloso de que estos equipos multidisciplinarios de OHSU trabajen juntos para atender a pacientes complejos, tanto desde una perspectiva médica como social», concluye.