Casi mil defensores de Azovstal siguen presos

Marcel Gascón KIEV / EFE

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Manifestación en Kiev por la liberación de los prisioneros de Azov, el 24 de febrero.
Manifestación en Kiev por la liberación de los prisioneros de Azov, el 24 de febrero. VIACHESLAV RATYNSKYI | REUTERS

Dos años después de una batalla clave, Ucrania recuerda a sus héroes

23 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin posibilidad de comunicarse con sus seres queridos en cautiverio ni información sobre su paradero o estado, los familiares de los combatientes ucranianos de la brigada Azov viven inmersos en la agonía de la incertidumbre con la certeza casi absoluta de que sus padres, maridos, hijos y amigos están siendo torturados en Rusia. Casi un millar de los defensores de la planta de Azovstal que se rindieron hace dos años tras semanas de duros combates siguen presos.

Un 94 % de los prisioneros de guerra ucranianos liberados dicen haber sufrido torturas en cautiverio ruso. A estos malos tratos sistemáticos los militares de Azov han de sumar la hostilidad adicional que despiertan en los rusos por formar parte de una brigada que el Kremlin considera su enemigo número uno.

«Vadim fue mi compañero de clase y está en cautividad; ha estado en las listas de intercambios en varias ocasiones, pero no ha sido liberado. Por ser de Azov se le somete a un tratamiento especial», dice Olga Bielous, una ucraniana de 22 años que explica el tormento que suponen para familiares y allegados estas expectativas frustradas.

Con orígenes en el movimiento patriótico del mismo nombre que en el 2014 tomó las armas para defender el territorio ucraniano de las milicias separatistas títeres del Kremlin, Azov es hoy un componente plenamente integrado en las fuerzas regulares de Ucrania. Pero Rusia lo considera una organización terrorista y sigue explotando la ideología de extrema derecha de algunos de sus integrantes para apuntalar su discurso sobre la existencia de un régimen nazi en Ucrania y justificar así su agresión militar contra el país.

Casi dos años sin noticias

«La Federación Rusa no nos da ninguna información sobre dónde están o cómo están; no sabemos nada de ellos desde el momento en que salieron de Azovstal el 18 de mayo del 2022», dice Natalia Kravtsova, madre de un soldado de Azov capturado por Rusia en la rendición masiva de los combatientes ucranianos que defendían la acerería de Mariúpol, en la región oriental de Donetsk. Kravtsova es una de las organizadoras de las manifestaciones que, periódicamente desde hace meses, piden el retorno de los defensores de Mariúpol que Rusia hizo prisioneros al caer la ciudad después de tres meses de asedio.

Estos actos sirven a los familiares para apoyarse mutuamente y encontrarse con prisioneros de guerra liberados que en ocasiones se han cruzado con sus seres queridos durante el cautiverio. Además, las concentraciones muestran a los soldados ucranianos retornados de Rusia que la sociedad ucraniana no se ha olvidado de ellos, dice Oleksandra Vazianova, una desplazada de Mariúpol.

Apoyo moral e información

«Venir aquí me da fuerzas; me encuentro con gente que me entiende al cien por cien, con gente que ha visto a mi marido recientemente», relata Victoria Velihura, esposa de otro combatiente de Azov capturado en Azovstal.

Como ocurre con otros cautivos de Azov, una de las pocas informaciones que tiene Velihura de su marido es que sobrevivió a la matanza de Olenivka, una localidad de la Ucrania ocupada en la que en julio del 2022 murieron más de 50 prisioneros de guerra ucranianos en una explosión en las barracas que ocupaban.

Más detalles e igual de poco tranquilizadores se conocen sobre los prisioneros de Azov condenados en Rusia a largas penas de prisión por terrorismo pese a ser parte de las fuerzas regulares ucranianas que defienden su territorio de la invasión rusa.

Sus rostros demacrados y envejecidos, fotografiados durante los juicios, han aparecido en medios rusos. Su aspecto recuerda al que presentan al llegar a casa muchos de los prisioneros ucranianos canjeados, que a menudo han perdido decenas de kilos tras meses de inanición bajo custodia rusa.

«Para nosotros es una situación muy dura —señala Natalia Kravtsova—. Ellos defendieron a Ucrania en territorio ucraniano y no cometieron ninguna acción que pueda considerarse un crimen de guerra. Solo defendieron a la gente y a su país».