Los wasaps Sánchez-Ábalos: más graves por ser un aviso que por lo que cuentan

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El exministro de Transportes José Luis Ábalos saluda a Pedro Sánchez en el Congreso, en una foto de archivo.
El exministro de Transportes José Luis Ábalos saluda a Pedro Sánchez en el Congreso, en una foto de archivo. Chema Moya | Efe

La amenaza de nuevas revelaciones supone un desafío para el Ejecutivo

18 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué consecuencias políticas puede tener la difusión de conversaciones privadas de Whatsapp entre el presidente Pedro Sánchez y el exsecretario de organización del PSOE y exministro José Luis Ábalos? Los politólogos consultados por La Voz analizan el escenario.

el alcance político

Sin control del relato. «Las conversaciones tienen un alcance elevado, no tanto por lo que dicen, sino por lo que representan; que salgan a la luz mensajes personales del presidente siempre genera interés, y más aún si son con alguien implicado en una causa judicial; el morbo está servido», asegura Ana Salazar. «Esta historia lo tiene todo: desconfianza entre compañeros, amistades incómodas, una trama judicial de fondo... A la gente le atrae saber qué ocurre detrás del telón, y estos mensajes enganchan», explica. Pero «más allá del clickbait, lo relevante es el poder narrativo: las conversaciones no cambian la historia, pero funcionan como el final de un capítulo de una serie, te dejan con la necesidad de más». «No sabemos ni cómo ni cuándo acabará esta historia, y en política cuando no controlas lo que viene en el siguiente capítulo, corres el riesgo de que otros escriban el guion por ti», destaca.

el aviso

La amenaza de nuevas filtraciones. «En estas ‘gestiones de crisis’, conviene tener cuidado con las declaraciones iniciales porque pueden luego contradecirse con lo que se vaya descubriendo del caso», señala Santiago Martínez. Estas filtraciones «evidencian por qué el PSOE estaba teniendo un perfil comunicativo muy amable con el exministro Ábalos». En su opinión, «este tipo de actuación es típica de quien se considera atacado y hace ver al partido que si quiere podría hacer más daño». «Puede ser un farol y que no haya más, pero eso ya solo lo saben las otras partes envueltas en conversaciones privadas con el exministro, entre ellos el presidente. Ellos sabrán qué dijeron y qué no, y por tanto cuál puede ser el alcance real si hubiera más filtraciones-revelaciones, que por ahora no parecen tener relevancia penal, pero que políticamente hay que enmarcar en un contexto, en el que Pedro Sánchez llega a la Presidencia por el caso Bárcenas, y el ya archiconocido ‘Luis, sé fuerte’», concluye. Carmen Lumbierres cree que estas filtraciones tienen «un alcance político limitado si se quedan en lo conocido hasta ahora; el problema serio para el Gobierno sería que en alguna conversación se intuyera el conocimiento del presidente de los casos abiertos contra Ábalos».

«La pregunta clave ahora es: ¿hasta dónde llega esta historia? No sabemos aún qué motivaciones hay detrás de estas filtraciones. ¿Es un chantaje? ¿Una venganza personal? ¿Una campaña de acoso y derribo? El problema no es solo lo que se dice hoy, sino lo que puede decirse mañana», apunta Salazar.

las consecuencias

Pone el foco en por qué y cuándo terminó la relación Sánchez-Ábalos. Para Carlos Barrera, «si nos referimos a consecuencias inmediatas que apunten a modificaciones en el Gobierno o a una convocatoria anticipada de elecciones, está claro que no tienen tanta entidad como para provocar esos grandes movimientos». «Si nos referimos a otras de menor calado, podemos ir sumando este nuevo elemento al gota a gota que sigue cayendo sobre la credibilidad y respetabilidad del Gobierno, cuya precariedad parlamentaria lo hace vulnerable a las pérdidas de confianza que le han surgido y que le pueden seguir surgiendo», afirma. «Si por asuntos de mayor enjundia Sánchez ha continuado impertérrito como si aquí no hubiera pasado nada, salvo aquellos cinco días de reflexión de hace un año, estas revelaciones le hacen aún menos daño porque, por ahora, solo revelan asuntos menores», opina. En todo caso, «lo que sigue siendo una incógnita y de lo que no se ha dado una versión clara, creíble y contundente, es por qué y cuándo terminó la relación tan estrecha y confiada entre Sánchez y Ábalos».

Según Lumbierres, las consecuencias «por sí solas son escasas, pero se unen a la crisis del apagón, los problemas ferroviarios y la cruzada de la oposición por tierra, mar y aire, en respuesta a ‘el que pueda hacer que haga’ de Aznar, las filtraciones de la UCO [lleva varios errores apreciables] y a los procesos judiciales a familiares del presidente, con la interminable instrucción de la causa general del juez Peinado a Begoña Gómez sin saber bien qué está buscando». «Se está intentando alinear todas las causas mezclándolas con el caso Ábalos y de todas esas conexiones hacer responsable al presidente», opina.

EL DETERIORO

Ciclo de desgaste. «Aún es pronto para medir el alcance real de las consecuencias políticas. Si todo queda en el tipo de conversaciones que ya conocemos, este episodio no debería derribar a Sánchez: no lo compromete políticamente ni jurídicamente», resalta Salazar. «El problema es que no llega solo. Forma parte de un ciclo de desgaste continuo, de un escenario en el que el Gobierno se ve obligado a gestionar una crisis tras otra, sin tregua», añade. «Eso drena energía política, consume tiempo, erosiona el relato; y, mientras, hay que seguir marcando agenda, sostener mayorías parlamentarias y sacar adelante la acción de gobierno», argumenta.

el escenario

Solo la vinculación directa con Ábalos podría hacer caer a Sánchez. Martínez considera que «una moción contra Sánchez solo podría salir adelante en el caso de que la vinculación personal del presidente fuera flagrante y evidente, y no basada en suposiciones». En ese caso, «para sus aliados sería muy difícil sostenerlo en el poder, y los mensajes filtrados hasta ahora no revisten tal gravedad». Pero «vienen a desgastar más a un Gobierno que lucha denodadamente por no parecer estar a la defensiva». «Cada vez le costará más marcar la agenda política; imponer un relato alternativo de acción de gobierno no solo estará complicado por lo anterior, sino también por su debilidad aritmética en el Congreso, que provocará que cada vez se le vea como un Gobierno más frágil», sostiene.

El PSOE: victimización, indignación y minimización

Para Martínez, el PSOE está haciendo «algo habitual en estos casos, que es victimizarse al ver que se exponen conversaciones privadas en el ámbito de la gestión de un partido y de un Gobierno, y que, la verdad sea dicha, muy probablemente si viéramos grupos de Whatsapp y conversaciones privadas de otros partidos, estos tendrían el mismo tono». Cree que «la mayoría de la gente es consciente de que los partidos internamente no son precisamente una balsa de aceite, y si no que se lo digan a Pablo Casado». Salazar considera que el PSOE «ha respondido en dos tiempos: primero, con indignación por la filtración, luego tratando de minimizar el asunto y redirigir el foco hacia la acción de gobierno». «Son reflejos rápidos, sí, pero sin un marco narrativo sólido que le dé sentido y continuidad», explica. «La gran incógnita, como ya hemos señalado, es que desconocemos hasta dónde puede llegar», concluye. Lumbierres estima que el PSOE «está prudentemente en silencio no entrando en la venganza personal de Ábalos, frente a la estrategia ya conocida de difusión en medios que replica el PP o de las filtraciones judiciales de las que se hace eco».

El PP lo utiliza como un elemento más para atacar a un Gobierno débil

«El PP ha sido hábil al vincular el caso con los mensajes de Rajoy a Bárcenas», estima Salazar. «Con ese paralelismo, no solo blinda su propia hemeroteca, sino que instala una idea aún más corrosiva: la doble vara de medir del PSOE», explica. «Es un ataque quirúrgico al votante progresista, pensado para desmovilizar, sembrar dudas y alimentar el desapego», destaca. Para Lumbierres, «el PP lo usa como un asunto más de desgaste electoral, que suma a los que lleva utilizando desde la investidura del 2023, contraataca así al escándalo del novio de Ayuso y a su propia renovación de la directiva nacional con el congreso extraordinario de julio, que intenta reforzar el equipo de apoyo a Feijoo y delimitar su estrategia frente a Vox, para evitar la transferencia de votos». «Feijoo sabe que solo le queda una última oportunidad para ganar y son las próximas elecciones generales», concluye.

Hacer sangre

Según Martínez, el PP «hace lo previsible y hace sangre con estas filtraciones, ya que son conscientes de la debilidad del Gobierno. Y no olvidemos que el tema emocional en política es importante y que el partido que perdió el poder en una moción de censura vea que esta vez son unos mensajes los que le permiten devolverle el golpe a su rival… es muy tentador». Sin embargo, «parece que Feijoo no se está beneficiando suficientemente, ya que no deja de ser el líder de una formación política que sigue en cierto modo estigmatizada por la imagen de la corrupción y esto genera una importante disonancia cognitiva en muchas personas cuando le escuchan mensajes en contra de la supuesta corrupción de su rival». Barrera asegura que «si se las ponen en bandeja periodística, como siempre ha ocurrido con cualquier gobierno de cualquier signo político, la oposición intenta aprovecharlas en el combate dialéctico y de la opinión pública». «Feijoo sabe perfectamente que Sánchez no se va a ir ni va a convocar elecciones, pero si no lo hiciera lo acusarían de blando y si propone acciones constructivas como la celebración, que ya era hora, de un congreso nacional de su partido para rearmarlo, Sánchez también lo critica porque tiene mucha práctica de hacer oposición a la oposición en el hemiciclo», añade.