Daniel Kaufmann: «España debería estar mejor frente a la corrupción»
ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores
El presidente emérito de Natural Resource Governance Institute cree que los partidos políticos pueden ser los «captores» del Estado
19 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hace 30 años, los economistas Daniel Kaufmann y Joel Hellman se dieron cuenta de que la noción tradicional de corrupción se quedaba corta para describir qué estaba ocurriendo en la Rusia de Boris Yeltsin, su campo de estudio como investigadores del Banco Mundial. El caos de la década de los 90 en la antigua URSS respondía mejor a un nuevo concepto, más sofisticado, que estaban a punto de poner en circulación, la captura del Estado. Kaufmann (Santiago de Chile, 1951), exdirector del Instituto del Banco Mundial, presidente emérito de Natural Resource Governance Institute (NRGI) y uno de los mayores especialistas en políticas públicas, transparencia y corrupción, ha visitado España para ofrecer una conferencia organizada por la Fundación Hay Derecho.
—¿Qué es la captura del Estado?
—La corrupción se ha definido habitualmente como el abuso de puestos oficiales para el beneficio propio y se ha visto como una distorsión para quitarse de encima las reglas del juego y, por ejemplo, lograr un permiso o una licitación a través del soborno a un funcionario. La captura del Estado es muy distinta porque se refiere a la formación de las normas: unos potentados políticos y económicos utilizan su influencia indebida en la elaboración o manipulación de las regulaciones, las leyes, las instituciones y las políticas públicas. El punto clave es que actores con mucho poder e influencia, fuera o dentro del Estado, se apoderan de las normas y de los organismos públicos para su beneficio privado a desmedro del bien y el desarrollo inclusivo de la sociedad. Hablamos de algo más sutil, pero que puede ser mucho más costoso.
—¿Qué herramientas utilizan esos potentados de los que habla para capturar el Estado?
—Los captores pueden actuar principalmente sobre cinco puntos: el entramado constitucional, que incluye parlamentos, tribunales o servicios de inteligencia y se concreta en tratar de quitar fuerza e independencia a las cámaras legislativas u otros aspectos; el pilar económico, las agencias regulatorias, los bancos centrales y las puertas giratorias; el desmantelamiento de las leyes anticorrupción, como vemos que está ocurriendo ahora en Estados Unidos; la dimensión cultural de los medios de comunicación, las redes sociales o la inteligencia artificial, porque para capturar un Estado hay que capturar la narrativa; y el aspecto transnacional y sectorial, que tiene ver con la obsesión por los recursos naturales o por sectores como el energético o el inmobiliario.
—En España, los partidos han venido colocando personas afines en instituciones que deberían ser independientes.
—En los países con sistemas políticos como el español, los partidos políticos pueden ser los captores.
—¿Desde su método de análisis, ¿cree que España tiene unas instituciones y una sociedad civil fuertes?
—La historia de España desde el franquismo es increíble. Con altos y bajos, como todos los países, sus instituciones tienen una gran fortaleza y su sociedad civil es fuerte. Al mismo tiempo, siendo ya un país de altos ingresos y perteneciendo a la Unión Europa, España podría y debería estar mejor en otros indicadores de gobernanza, como en la corrupción tradicional. Pero el riesgo de captura del Estado, aunque ha subido un poco en los últimos años, no es alto.
«En estos 15 años España ha mejorado en la rendición de cuentas»
Kaufmann cree que en los últimos 15 años España ha empeorado en efectividad del Gobierno, calidad regulatoria, imperio de la ley o control de la corrupción.
«España está muy lejos de ser un país capturado, pero es verdad que ha caído en varios ránkings, aunque no en todos. En estos 15 años, ha mejorado en la rendición de cuentas y en las libertades políticas y civiles, al contrario que otros muchos lugares», afirma.
—A los políticos les cuesta cada vez más contestar en los parlamentos y a los periodistas.
—Depende del coste que para los políticos tenga no contestar. Además, y en relación a los medios, aparece el temor. En muchos países, debido a la inequidad de influencia entre los potentados captores y el resto de la sociedad, existe mucha autocensura. Es decir, el periodista informa sabiendo qué esperan los dueños de los medios.