El «y tú más» de la corrupción daña la democracia y beneficia al extremismo
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Desmonta en buena medida los relatos y las estrategias de Sánchez y Feijoo
17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Los casos Ábalos-Cerdán-Koldo y Montoro han golpeado al PSOE y al PP, que han entrado en la espiral del «y tú más». Los politólogos consultados por La Voz analizan a quién perjudican más estos escándalos, cómo afectan a las estrategias y los relatos de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo, y alertan del deterioro democrático que provoca la corrupción, que beneficia a la ultraderecha.
Partido socialista
El más perjudicado. «Es evidente que al PSOE le perjudican más sus casos, dada la mayor proximidad personal de los implicados con el presidente y la temporalidad de los hechos», asegura Santiago Martínez. «El PP tiene la ventaja de decir que fueron de un gobierno ya pasado», explica. En el caso del PSOE, «se da la incoherencia de haber llegado al poder tras una moción de censura en la que abanderó la ética política como principal causa del derrocamiento del gobierno de Rajoy». Recuerda que «hay muchísimas frases que Sánchez dirigió a Rajoy aquel día que ahora mismo se vuelven en su contra».
«Aquí es el tiempo el que marca la diferencia, la memoria de la ciudadanía es más sensible a lo que está ocurriendo ahora que a lo sucedido en tiempos pretéritos, por los que ya el PP pagó sus culpas políticas», afirma Carlos Barrera. Además, «el argumento de que la actual cúpula del partido no tuvo apenas que ver con Montoro juega a favor suyo». Por otra parte, «el hecho de que todavía puedan descubrirse más revelaciones derivadas del caso Ábalos-Cerdán es algo que permanece en el subconsciente colectivo». Finalmente, «es también una constante histórica que a quienes más suelen afectar los casos de corrupción es a quienes están en el Gobierno».
«Ambos partidos sufren desgaste, pero de naturaleza distinta», sostiene Ana Salazar. En el caso del PSOE, «la sombra de presunta corrupción vinculada a un exministro, a la cúpula orgánica del partido y al entorno personal del presidente golpea directamente la narrativa de regeneración y ética pública que Sánchez ha intentado proyectar desde que alcanzó el poder».
Partido popular
Daña el relato de Feijoo. Martínez considera que al PP «le afecta, porque aumenta aún más la incoherencia del relato feijooniano de que él representa la ética frente a la corrupción del PSOE, ese relato de contraste básico y de manual le daría para auparse claramente en las encuestas en condiciones generales, pero el problema es que el PP para nada ha dejado atrás el estigma de su propia corrupción». «Añadámosle los casos que salpican a Ayuso, y la gestión de Mazón», señala. «Es increíble que, con los casos de corrupción que hubo durante los gobiernos de Aznar y Rajoy, el PP no los ponga en la nevera y que siga legitimando y exaltando sus figuras políticas», opina. «Todo esto compromete el ethos político de Feijoo en el momento en que se saca una foto con ambos expresidentes», subraya. «Era evidente que en esa foto tenía más que perder que ganar, y el caso Montoro así lo ha demostrado», añade. «Mientras no haya una regeneración total en el PP va a ser difícil que puedan beneficiarse más de la actual erosión socialista», pronostica.
Para Salazar, «el caso Montoro reactiva la memoria de un período de corrupción vinculado al PP, asociado además a una etapa de recortes y a la gestión, dolorosa desde el punto de vista humano, de la crisis económica del 2008, que coincidían en el tiempo con este tipo de prácticas». «El recuerdo del PP gestionando la crisis mientras se producían estas prácticas puede activar un reflejo de ‘cierre de filas’, no tanto por confianza en el liderazgo actual del PSOE, sino por rechazo al modelo que representa su adversario», apunta Salazar. «Estas reacciones defensivas pueden alterar el comportamiento de voto, al menos a corto plazo, aunque es difícil prever cómo podría evolucionar con el tiempo», concluye.
deterioro
Crea desconfianza, debilita la participación y beneficia a los antisistema. «La democracia es sin lugar a dudas la principal perjudicada», asegura Salazar. «Cuando la sociedad percibe que, lejos de resolver los problemas colectivos, el sistema político se convierte en el espacio donde se generan esos problemas —ya sea a través de la corrupción, el fraude o la mentira—, se rompe el vínculo de confianza con las instituciones, los partidos políticos y el sistema de representación», explica. «No debería sorprendernos que una parte de la población, especialmente la más joven, empiece a coquetear con la idea de que la democracia no funciona o incluso a militar en propuestas de ‘no democracia’», señala. «La corrupción erosiona la confianza ciudadana, alimenta el desencanto y da fuerza a narrativas de ‘todos son iguales’, debilitando la participación política y la legitimidad institucional», estima. «En un contexto de polarización, este es el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de discursos populistas y antisistema», sostiene.
«El bipartidismo fue el principal causante del movimiento 15M, y parece que no han aprendido nada, porque ahora ya no es un movimiento social nacido de la calle el que se beneficia, sino la extrema derecha, que al no haber gobernado aún, no tiene una percepción en la ciudadanía de partido corrupto, pese a sus controvertidas fuentes de financiación extranjeras y el uso de polémicas fundaciones por parte de su líder para transferirse fondos del partido», considera Martínez. «Son tantos y tan flagrantes los casos, tan nimia y vergonzosa la reacción de los partidos a la hora de esquivar responsabilidades, su evidente influencia en la Justicia, y cuatro décadas sin que el bipartidismo que ha gobernado siempre haya tomado medidas serias y eficaces contra la corrupción que al final se genera una progresiva desconfianza en las instituciones, un deterioro del tejido social a través de la normalización del comportamiento corrupto, una creciente anestesia moral y un aumento de la polarización política», destaca.
Según Barrera, «la relación de confianza entre ciudadanos y gobernantes estaba ya bastante deteriorada, y no solo en España, y casos como estos no hacen sino ahondar en la brecha cada vez más amplia entre ellos, y que muchos sondeos de opinión, estudios e informes detectan como un grave peligro para las democracias». «Es cierto que solo son noticia los escándalos de corrupción, pero la opinión pública funciona como funciona y estos distingos no suelen llegar al ciudadano medio que tiende a generalizar», alerta.
Vox es el gran beneficiado, sobre todo a costa del PP
Los casos de corrupción que afectan a los dos grandes partidos favorecen las expectativas electorales de Vox. «Sin duda, por todo lo comentado, y porque ahora mismo representa cierto voto protesta, ya que Se Acabó La Fiesta, el partido de Alvise, aún sigue teniendo su nicho, precisamente ha tenido casos evidentes de supuesta corrupción», afirma Martínez. «Si sumamos además la técnica de asociar peligrosamente la inmigración con la seguridad, tenemos el caldo de cultivo que históricamente siempre le ha funcionado a estos movimientos de corte populista», explica. «Solo hay que conocer el pasado para predecir el futuro», concluye.
Para Barrera, «la ventaja de Vox es que apenas ha tocado poder y, por lo tanto, apenas ha tenido ocasión de protagonizar casos de corrupción política estrictamente hablando». En este sentido, «le resulta fácil achacar a los dos grandes partidos, PSOE y PP, la culpa de los malos hábitos de la clase política y que este mensaje llegue y convenza a la gente o, al menos, le conceda el beneficio de la duda». «Electoralmente, y bien explotado, es un argumento que les puede hacer crecer, especialmente a costa del PP por razones obvias de proximidad ideológico-política», asegura.
Sin desgaste
«Estos casos generan un escenario favorable para nuevas formaciones o para aquellas que no han asumido el desgaste de gobernar, como es el caso de Vox», destaca Salazar. «En la historia reciente ya hemos visto un fenómeno similar con el ascenso de Podemos en el 2015, cuando la desafección ciudadana impulsó a una fuerza que se presentaba como alternativa al bipartidismo», añade. Vox, además, «conecta con un discurso que se ha visto triunfar en otros países: desde Milei en Argentina hasta Trump en Estados Unidos o fuerzas de extrema derecha en Europa».
«Su narrativa de ‘fracaso del sistema’ encuentra eco en un electorado desencantado, y los datos históricos de intención de voto muestran que es un partido en alza», señala. En particular, «casos como el de Montoro refuerzan esa dinámica porque facilitan la transferencia de voto desde su principal competidor político: el PP, debilitado por el recuerdo de su gestión de la crisis y por el impacto reputacional de la corrupción».