Dos turistas españolas que presenciaron el accidente del funicular de Lisboa: «Un hombre salió despedido y niños lloraban dentro»

Brais Suárez
Brais Suárez LISBOA / E. LA VOZ

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Ambas relatan el momento del impacto, que presenciaron en la calle, a escasos metros.

04 sep 2025 . Actualizado a las 19:26 h.

Mabel y su hija Clara, turistas malagueñas en Portugal, fueron dos de las testigos más directos de la tragedia. Se encontraban en la parada inferior del funicular, a la altura de Avenida da Liberdade, esperando para iniciar el trayecto hacia el mirador de São Pedro de Alcântara, cuando de repente escucharon un chirrido: «Íbamos a montar en el funicular para subir la cuesta, pero mi hija me dijo que prefería esperar al siguiente, porque estaba muy lleno y no quería ir de pie», cuenta Mabel, ya por teléfono desde su hotel en Leiria, donde continúa su viaje por Portugal. «De pronto, escuchamos chirriar al vagón que bajaba, como un ruido de hierro, y apareció (tras la curva) a una velocidad increíble», recuerda la malagueña el momento inmediatamente anterior al impacto. «El ruido era tremendo y la polvareda lo llenó todo».

Fue también en ese momento cuando la cabina de subida descendió unos metros, al perder la tracción del cable que se partió. «Menos mal que la curva y el edificio pararon el vagón que bajaba, porque, de lo contrario, hubiera invadido la acera y cruzado la avenida», que es una de las arterias con más tráfico de peatones y vehículos de la capital portuguesa.

Madre e hija se encontraban en la marquesina, apenas a unos diez metros de la curva donde descarriló el tranvía. «Lo veía encima de mí», recuerda. «Éramos seis o siete y salimos despavoridos. El chófer de la otra cabina salió corriendo y la gente salía por las ventanas». Enseguida quedó clara la dimensión del accidente: «Al principio ya supe que había muchos muertos, porque era un amasijo de hierros y no vi salir a nadie de allí. Vinieron a ayudar algunos hombres jóvenes, conductores de tuktuks, pero no podrían hacer nada».

Además, Mabel opina que en el funicular, con capacidad para 42 pasajeros (sentados y de pie), «va muchísima gente, no lo entiendo, me parece que es un exceso de personas de pie». Además, detalla que, en el momento del impacto, no había nadie más en la calle, con que todas las víctimas iban a bordo del vehículo.

«Yo nunca había visto nada así. Siento como si no hubiera estado allí», dice la malagueña, que se ve impedida de poder continuar con sus vacaciones, tanto por el aspecto anímico como por el físico, dado el impacto y las lesiones sufridas. «En el momento no me di cuenta, pero cuando la gente se echó a correr, me empezaron a empujar y creo que me torcí la rodilla. Ahora apenas puedo caminar y me llevarán a Urgencias».

Lo peor, con todo, es el shock: «Yo estoy nerviosa, pero me hago la fuerte ante la niña, que estuvo casi dos horas llorando. Me contaba que vio a un hombre salir despedido por la ventana y escuchaba a los niños llorando, lo que la impactó mucho», relata Mabel. Ahora, ambas andaluzas, parte de un viaje turístico organizado, esperan con ganas regresar a casa.