¿Por qué ha fracasado la opa?

Ana Balseiro
Ana balseiro MADRID / LA VOZ

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LUIS TEJIDO | EFE

Un cóctel letal de falta de atractivo, sentimientos e injerencias dieron al traste con la operación del BBVA

17 oct 2025 . Actualizado a las 20:13 h.

«Entre todos la mataron y ella sola se murió». El refrán es aplicable al cúmulo de factores que acabaron provocando el estrepitoso fracaso de la opa del BBVA sobre el Sabadell. En primer lugar figura el hándicap de la hostilidad, ya que nadie quiere una boda a la fuerza. Tampoco los accionistas del Sabadell, por mucho que desde La Vela quisieran mejorar el atractivo del novio en el último momento.

Aunque el presidente del BBVA, Carlos Torres, se enrocó en su discurso de que la oferta era la mejor posible, ni la original ni la mejorada en un 10 % en la recta final del proceso convencieron a los accionistas, como ya advertían los analistas.

Que el canje infravaloraba al Sabadell fue el argumento del consejo de administración del banco vallesano, que trazó una estrategia en la que, además de mirar por el bolsillo de los accionistas, también hizo diana en su corazón, apelando al sentimiento de pertenencia y al compromiso con el tejido empresarial, algo que se diluiría —e incluso desaparecería— de acabar absorbidos por el BBVA.

Así, aunque la pela es la pela (especialmente cuando se trata de grandes fondos o inversores), el factor emocional al que tanto Oliu como su consejero delegado, César González-Bueno, apelaron en todas las juntas de accionistas (la ordinaria de marzo y las extraordinarias de agosto) caló entre los minoritarios, que pusieron un clavo más en el ataúd del proyecto de Torres.

También contribuyó a enterrarlo la lluvia de millones que, entre dividendos históricos y recompra de acciones, aprobó repartir el consejo entre el accionariado. La venta inesperada del TSB, la filial británica del banco, al Santander, fue una pieza clave, ya que se traduce en un reparto de dividendos de 2.500 millones.

Aunque este último movimiento pueda resultar pan para hoy y hambre para mañana, al devolver al vallesano a su dimensión doméstica y no reservar parte del extraordinario de la operación de venta, funcionó como arma para entorpecer una opa que también tuvo enfrente al Gobierno. Y es que cabe recordar que otro de los factores que contribuyeron al fracaso de la operación fue lo insólitamente dilatado del proceso, que requirió más de una treintena de autorizaciones.

Competencia no autorizó la opa en una primera fase y obligo a ir a una segunda, con la imposición de condiciones, y tras ello el Ejecutivo inició una insólita consulta pública (no vinculante) antes de dar el plácet a una operación que, de producirse finalmente, no podría haber desembocado en la fusión de las entidades en al menos tres años.